“¿Por qué ‘El Replicante’?”, me preguntaron algunos cuando inauguré este nuevo blog. Según la versión online del diccionario de la RAE, el verbo replicar significa argüir contra la respuesta, responder oponiéndose a lo que se manda o repetir lo que se ha dicho. Espero no cumplir ninguna de las tres acepciones y, por lo tanto, no son el motivo para elegir este nombre.
Los ‘replicantes’ eran los seres fabricados a través de la ingeniería genética de la película ‘Blade Runner’, dirigida por Ridley Scott y basada en una novela de Philip K. Dick. Este hecho me sirve como excusa para inaugurar una nueva sección del blog y en la que hablaré de los robots de la ciencia ficción, esos que todos conocemos (Number 4, Wall-e, Andrew Martin, etc.).
En esta película que cumplirá 30 años en 2012 -pero que se conserva como un estreno (o mejor)-, la empresa Tyrell Corporation fabricaba este tipo de robots para ser “más humanos que los humanos”. Parecían personas, pero carecían de emociones y gozaban de una fuerza mucho mayor. Ese poderío físico provocó que la codicia de estos seres se disparase y protagonizasen un sangriento motín contra sus propios creadores, los humanos.
Pese a que sobre el papel estas creaciones de la ingeniería genética teoricamente eran insensibles, la robótica Rachael (Sean Young) se enamora del principal ‘blade runner’ -cuerpo de policía que se encarga de matar a los replicantes-, Rick Deckard (Harrison Ford). Al final de la película -tranquilos no es ningún spoiler, porque es una escena que ya habrán visto-, el villano Roy Batty (Rutger Hauer) interpreta uno de los discursos más emotivos de la historia del séptimo arte.
Los expertos coinciden en que los robots del futuro tendrán esa apariencia humanoide de los ‘replicantes’, como se comprueba en los últimos modelos presentados en Japón y porque también es una forma para facilitar la comunicación. Algo que difícilmente sucederá es que tengan emociones similares a los humanos, si se tienen en cuenta las investigaciones que se están realizando actualmente.