Un compañero de la lista de correo Astronomía Visual, viendo que recientemente se habían incorporado a la lista compañeros de afición del Hemisferio Sur, lanzó una pregunta:

Uno se sienta en una piedra y mira para arriba. ¿Qué se le pasa a uno por la cabeza cuando ve las Nubes de Magallanes?

Aclarar que las Nubes de Magallanes son algo así como unas mini-galaxias satélite de nuestra galaxia, la Vía Láctea. No se ven desde el Hemisferio Norte. Reciben ese nombre por haberlas observado Fernando Magallanes en la primera circunnavegación de la Tierra. No las descubrió, como erróneamente a veces se dice. Parece que fueron observadas ya desde Oriente Medio.Y los habitantes del Hemisferio Sur las conocían desde siempre, claro.

Fabulosas las respuestas a la pregunta que nos regalaron los amigos del Hemisferio Sur. A cada cual más interesante. Las podéis leer en el foro Astronomía Visual. Una de las que más me ha gustado es, quizá, la de Rodolfo Ferraiuolo, argentino de San Rafael, Mendoza. Os dejo con él. Luego más cosas.

Contaré algo, que va más allá de las Nubes de Magallanes. Algo que me sucede cuando miro “pa arriba”, la mayoría de las veces que me alejo de la ciudad en busca de un cielo oscuro y diáfano.
Cuando voy a observar a la montaña o al campo, sucede que siento como una conexión con el medio, por eso me encanta ir, simplemente tomar el auto y salir… No es solo el cielo negro y estrellado lo que me hace disfrutar el momento, aunque sí es el gran, gran protagonista, además está la complicidad del silencio, la calma, la oscuridad, la tierra y su vegetación, la montaña con sus rocas y flora. Una suave brisa… Uff… Que paz…
Situado en ese entorno termino abstrayéndome de la realidad cotidiana y concibiendo esa especie de conexión y, disfruto mucho del momento, serenamente y, en soledad preferentemente o con poca compañía. Así fue que una noche se me ocurrió escribir:

Como un lugar que creo que conozco sin conocerlo… ¿Será por que estamos hechos de material estelar?

A veces, yo mismo me doy cuenta que suelo dibujar una sonrisa en mi rostro cuando miro las estrellas, maravillado. .. Que espectáculo.. . Sí, ya sé que deben pensar… Este está pirado, es un sentimental perdido… ¿Qué fuma? Jaja. Puede que esté medio loquito… y bueh… Pero no creo ser el único aquí que sienta algo así ¿O sí lo soy? Por favor, cuenten ustedes también, si es que les sucede algo así, o no.

Noto que si hay bastante Luna ya no es lo mismo, sin duda necesito ver muchas estrellas y, como que la Luna, además de ocultármelas, me marca dimensiones, como que acorta distancias o achica la inmensidad.

Si voy con los prismáticos o un telescopio, ya con plan de observar, no hay forma de que no me tome “recreos” para mirar a simple vista el firmamento y, si lo pienso es más el tiempo que paso así que con el ojo en el telescopio, durante una salida. Observar a simple vista algún objetivo con un propósito astronómico no es fácil para mí, suelo distraerme con el resto del cielo nocturno.

Al telescopio la conexión es menor o diferente, es como que me meto más en lo científico y ésta se apacigua… Esta supuesta conexión debe ser con la naturaleza, una conexión humana comprensible, como sentir la naturaleza que nos rodea pero, en mí, se acentúa con el cielo.

Tal vez alguien disfrute más observando dentro del observatorio que al aire libre, pero no es mi caso.

Con el paso de los días y, a veces semanas, la necesidad de salir a contemplar el firmamento se agranda y, no hay noche en que no levante la vista al cielo antes de acostarme.

Con respecto a las Nubes de Magallanes, ambas se aprecian muy bien desde esta región. Muchas noches parecen descolgarse del cielo. La que es realmente espectacular es la Gran Nube, ya que puede apreciarse gran parte de su estructura, la que nos muestra, claro. Verdaderamente inmensa y hermosa, con su notoria barra central y, lo que parece un brazo curvado, como una cola que parte desde el extremo noroeste, hacia el norte y luego se curva al este, como señalando a la Tarántula (NGC 2070).

Todo rodeado por un tenue halo oval-redondeado. Bueno, ya me estoy yendo por lo descriptivo. .. Recuerdo, en mayo de 1987, haber observado la supernova (SN 1987 A), a simple vista, desde el campo.

Sí, apoyarse en una roca y contemplar las Nubes Magallánicas es fantástico. Ver parte de la estructura, en la Nube Mayor, a simple vista sabiendo que es otra galaxia, impresiona y se disfruta muchísimo. Y, que me pasa por la cabeza al mirar estas galaxias… Pues, por un lado es como contemplar una obra de arte… eternamente me sorprendo y no me canso de mirarlas. Por otro lado, siempre analizo la imagen, pienso y me pregunto por sus dinámicas, formación, su viaje hacia nosotros, las distancias que nos separan, sus tamaños, etc. Claro que se siente la inmensidad, lo insignificantes que somos, pero eso me pasa con cualquier parte del cielo. Otras veces imagino sus movimientos, rotaciones, etc.

Es muy gratificante contemplarlas, acabo de hacerlo desde el patio de casa; hoy hubo tormentas, pero ya se está despejando el cielo, sobre todo al sur. Desde la ciudad son solo manchones tenues y difusos, pero no pierden su encanto.

Rodolfo Ferraiuolo

Es buena esta época del año para hacer una escapadita al hemisferio sur. Es la mejor época para observar las nubes de Magallanes. Cuando en nuestros cielos invernales veo Orión, recuerdo que, más hacia el sur, están las nubes de Magallanes. Lo podéis ver es esta foto de Akira Fujii

Tenéis a Orión arriba a la izquierda. Y, abajo, las dos Nubes de Magallanes. En realidad, el bueno de Akira nos ha hecho una pequeña trampa, en deferencia a los habitantes del hemisferio norte. En realidad, Orión se ve al revés desde el hemisferio Sur, como se muestra en esta foto que fue APOD hace unas semanas. Pero esa es ya otra historia.