¿Un aficionado a la Astronomía diciendo que no se regalen telescopios? ¿Se habrá vuelto chiflado derepente? Para nada. Regale un Galileoscopio, unos prismáticos, un planisferio, un libro de astronomía,…pero no un telescopio. Me explicaré.
La astronomía es una afición complicada, que requiere de mucha perseverancia y paciencia. Un telescopio mínimamente decente vale, por estos lares, unos 200 euros. De ahí para abajo, se venden cosas que no merecen ese nombre. Cierto es que en Lidl acostumbran a salir por Navidad ofertas interesantes por debajo de ese precio, sobre todo un refractor de 70 mm, pero este año, de momento, no hay noticia de que vaya a salir nada.
Así que pongamos que, mínimo, 200 euros. Gastar ese dinero, sin ton ni son, nos parece una barbaridad. Para que un telescopio sirva para algo más que para acumular polvo, hay que saber Astronomía. No basta con montarlo, apuntar a cualquier parte del cielo y esperar ver algo, como me pasó a mí con mi primer telescopio. Por eso es mejor regalar un libro de Astronomía, unos prismáticos o un planisferio. Antes del telescopio, hay que aprender astronomía. Ya llegará el momento del telescopio.
Huyamos, especialmente, de esas cosas que se venden como telescopios en tiendas de juguetes o grandes hipermercados. Para entender por qué lo digo, si veis uno montado, poner el ojo en el ocular. La imagen no tiene nada que ver con la que os pueden dar unos prismáticos. Horrorosa. Por eso, mejor prismáticos.
Hay casos excepcionales en los que sí recomendaría regalar un telescopio. Mi primer telescopio lo tuve con 14 años. Un verano, fuimos a pasar el día a Donosti y, paseando por la calle, me quedé pegado al escaparate de una óptica. Miraba un flamante telescopio, marca Carton de 10 cm de apertura y un metro de focal. No recuerdo bien los detalles, pero sí que, inesperadamente, mis padres entraron en la óptica y me lo compraron. 52 000 pesetas (300 euros). Una pasta para la época. No es algo que mis padres hicieran habitualmente. Al contrario. El dinero no se gastaba alegremente en aquella época, y menos en el capricho de un niño. Pero mis padres me habían visto intentar construir un telescopio con una lupa rota, un tubo de cartón y plastilina -nunca lo conseguí, porque no sabía óptica ni encontré una segunda lente- y pensaron que le daría buen uso. Nunca se lo agradeceré lo suficiente, pues con aquel telescopio pude ver el cometa Halley en el 86. Es decir, regale un telescopio si ve verdadero interés previo.
¿Que lo que queremos es intentar incentivar un posible interés o encenderlo? Pues ahora tenemos una solución buena y económica. El Galileoscopio. Por menos de 25 euros tenemos un telescopio sencillo en apariencia pero muy ingenioso en diseño. Y que nos mostrará unas imágenes de calidad más que aceptable. Y además hay que montarlo, con lo que aprenderemos más.
Decíamos que el Galileoscopio es ingenioso porque está muy bien pensado. Nos referimos, sobre todo, a los oculares. Hay que montarlos, como es resto del telescopio, y son dos. Uno dos dará 25 aumentos y el otro 18. Con este segundo la imagen, al contrario que en los telescopios al uso, la imagen es directa y no invertida. Con el veremos, aproximadamente, lo que vio Galileo. Pero es que, además, con un pequeño tubo accesorio, podemos unir ambos oculares y tener un tercer ocular con el que alcanzamos 50x.
Sorprende lo pequeña que es la caja. Pero también calidad de imagen que da una cosa tan sencilla. La única pega, a tener en cuenta, es que solo viene el tubo. Necesitaremos, para un cómodo empleo, un trípode fotográfico. Viene preparado para esto con una rosca. Si es trípode largo, mejor. Se pueden encontrar, bastante económicos, en tiendas de fotografía y grandes supermercados. Cuanto más robusto sea, menos bailará con el aire. Pero tampoco hace falta comprarse un super-trípode para este sencillo telescopio. Para que os hagáis una idea de cómo es, en la foto de arriba tenéis a mi hijo mayor con el Galileoscopio.
¿Qué podemos observar con el? La imagen que da de la Luna es sencillamente increíble para lo sencillo que es. A 25 aumentos se ve magnifica. Meterle 50 aumentos depende de las condiciones que tengamos, pero cuando lo probamos, no estaba nada mal. Otra de las cosas buenas del Galileoscopio es que le podemos meter otros oculares que tengamos, porque el orificio es el estándar de 1,25”. Como pega, el que no pudimos acoplarle un prisma para una observación más cómoda. Con el alargamiento que supone el prisma, el sistema queda demasiado largo para “pillar” foco.
En Júpiter, se pueden seguir perfectamente las evoluciones de los cuatro satélites galileanos, como lo hizo él. E incluso se pueden ver las dos bandas oscuras centrales, aunque un tanto al límite.
Nos levantamos una mañana de mediados de octubre para ver Saturno y Venus, visibles antes del alba en aquella época. Lamentablemente estaban aún demasiado bajos y no podemos dar fe de lo que puede dar de sí el Galileoscopio en estos objetos. Mi hijo menor escuchó mis movimientos y se levantó también con la esperanza de ver algo. Lamentablemente, por estar bajos, dos pelotorras bailarinas fue lo único que vimos. Le podéis ver en pleno intento en esta otra foto. Sobre que se verá, nos aventuramos a decir que Saturno le quedará un poco justo. No olvidemos que Galileo solo pudo ver algo parecido a un planeta con orejas. Pero este telescopio es mejor y, los que tengan buena vista y paciencia, podrán observar el anillo, sobre todo ahora que empieza a dejar de estar de canto. Las fases de Venus las veremos seguro, y será interesante ir siguiendo (pronto llega una presentación vespertina de este planeta) como cambia la fase.
Sí pudimos probarlo con la Gran nebulosa de Orión. Un tanto decepcionante, pero se ve bastante bien.
En definitiva, un aparato de lo mas recomendable. Para más información, os podéis descargar el
Manual de montaje. O ver el montaje en este video:
Y podéis pedirlo aquí. Aunque tardan demasiado en enviarlo. Pero, en la península, de momento, hay una manera más sencilla y rápida de conseguirlo. Si nos escribís (mnarregi@gmail.com), os cuento como.