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Manu Arregi Biziola

El navegante

¡Feliz perihelio!

¿Lo habéis pillado? Supongo que muchos no. Incluso es probable que algunos de los que sepáis algo de astronomía nunca hayáis reflexionado sobre ello. Y es que, a pesar de que el calendario por el que nos regimos es de inspiración astronómica, el punto elegido para el comienzo de año es totalmente arbitrario. Veamos por qué.

En la órbita de la Tierra hay varios puntos “especiales” que podrían ser elegidos como “punto cero” para el conteo de número de orbitaciones –permítaseme el palabro- alrededor del Sol, unos más apropiados que otros. Y dos de los posibles candidatos andan bastante cerca del día elegido, lo cual contribuye a acrecentar la perplejidad del Sol del chiste.

Uno de esos días especiales es el solsticio que llamamos de invierno en el Hemisferio Norte –en el Hemisferio Sur ese día comienza el verano-, el pasado 21 de diciembre. Otro, menos apropiado, fue ayer, 3 de enero. La Tierra pasó por su perihelio, punto de su órbita elíptica más cercano al Sol. Nuestros años, sin embargo, comienzan el 1 de enero, un día totalmente arbitrario. Más adelante veremos por qué. De momento hablemos de solsticios, perihelios y estaciones.

Como la Tierra describe una órbita elíptica alrededor del Sol, tendemos a pensar que es verano cuando estamos más cerca del Sol -perihelio-. Ese razonamiento lo puede echar abajo uno mismo, dándose cuenta de que cuando es verano en el Hemisferio Norte, en el Hemisferio sur es invierno y viceversa. Ayer pasó la Tierra por el perihelio ¿notasteis alguno el calorcito extra?

Las estaciones se deben, en realidad, a la inclinación del eje de rotación de la Tierra. En la imagen superior podéis ver a la Tierra bañada por los rayos solares el 21 de diciembre. Por la posición del eje, el Sol da de lleno en el Hemisferio Sur y calienta mucho. Al Hemisferio Norte, sin embargo, los rayos llegan de refilón y calientan poco. Y a latitudes superiores al círculo polar Ártico estos rayos ni siquiera llegan. El Sol no sale y es siempre de noche en esta época. En el punto opuesto de la órbita terrestre como, lógicamente, la orientación del eje de rotación no varía, la situación se invierte. Lo podemos ver en la siguiente imagen, en las que además, se marcan solsticios, perihelio y afelio (punto de la órbita más alejado del Sol). La imagen no es de este año en el que el solsticio fue el 21 de diciembre y no el 22.

Desconocemos si El señor enviñeteado entiende el chiste en toda su profundidad. Visto desde fuera, celebramos el inicio de año un día sin sentido, el 1 de enero, situado entre dos que si podrían tenerlo, solsticio de invierno el 21 de diciembre y 3 de enero, perihelio.

¿Por qué celebramos entonces el inicio del año el 1 de enero? Como escribíamos el otro día, celebramos el día de la Circuncisión. Resulta que, gran paradoja, Jesús de Nazaret era judío. Según la tradición nace el 25 de diciembre y, siguiendo la costumbre judía, a los ocho días –se cuenta también el propio 25- es circuncidado y recibe nombre. Y ahí estableció la Iglesia que comenzara el año.

En realidad esto era ya así en tiempos de los romanos y el cristianismo lo adoptó. El año de los romanos comenzaba en marzo, con el reinicio de las campañas militares tras el invierno. Nos lo
recuerda el nombre de algunos meses. Septiembre, por ejemplo, es el séptimo mes contando desde marzo. Lo adelantaron a enero porque a primeros de año se elegían los cónsules. Así podían llegar a tiempo a las campañas de marzo. Esto sucedió en el año 153 a. C. Hemos leído por ahí que Julio Cesar, al instaurar el calendario juliano en el 46 a.C., trató de establecer como inicio del año el solsticio de invierno, pero el Senado se opuso. De lo que no hemos encontrado
información es de por qué los romanos del año 153 a. C. dejaron una semana entre solsticio e inicio de año. Una semana porque, en aquel entonces, el solsticio era el 24 de diciembre y no el 21. Podéis leer más sobre esto en ¡Liberad a Olentzero!

Para terminar, decir que la mera casualidad ha hecho coincidir en nuestro tiempo fecha de solsticios y perihelio y afelio. El eje de rotación de la Tierra tiene un bamboleo similar al de una peonza. Lo podéis ver, súper-acelerado, en la imagen contigua. Es un movimiento lento, llamado movimiento de precesión. Lo que veis en la imagen lo hace la Tierra en 26 000 años, aproximadamente. Ese bamboleo del eje irá separando solsticios, que han tenido lugar, y lo volverán a tener, en cualquier punto de la órbita terrestre, despejando la actual posible confusión actual, en el que se producen a las dos semanas aproximadas de perihelio y afelio. Los solsticios tienen lugar cuando, digamos para entendernos, el eje de rotación apunta en dirección al Sol y en dirección opuesta, y nada tienen por tanto que ver con la órbita terrestre.

La Tierra pasó por el perihelio ayer 3 de enero de 2010 a las 00:09 UT, 01:09 hora oficial española. Así que, con un día de retraso, ¡FELIZ PERIHELIO!

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