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Historias de viaje

Escrito por Ane Garces Eneriz

Arranco una hoja de mi cuaderno de viaje y la convierto en una pequeña aportación al carnaval de la física. Dejo de un lado la ciencia e intentare parar los engranajes de las ecuaciones y las leyes de la física por un instante haciendo una pequeña inmersión mitológica.

La mitología es la gran olvidada de la astronomía de hoy en día, en la era de la tecnología las historias de las que la astronomía se nutrió desde sus inicios pierden todo interés. Los grandes telescopios apuntan hacia HR5340 sin acordarse de que es Arcturus, el guardián de las osas, o astrónomos analizan el espectro de HR1713 sin pensar por un instante que es Rigel, el pie izquierdo del gigante Orión. Pero es en la mitología donde se guarda gran parte de la sabiduría cultural popular, por ello he decidido hacerle un pequeño homenaje con este post.

Brasil, mayo de 2010

El aporte cultural que la diáspora africana trajo a estas tierras es enorme, y claramente perceptible en muchos de los aspectos de la vida cotidiana. Ejemplos claros son la deliciosa feijoada o los sonidos de samba que surgen en cualquier lugar sin la necesidad de demasiados pretextos ni preparativos.

Entre estas aportaciones está la religión afro-brasileña Candomblé que tiene una gran cantidad de seguidores aquí, tiene su origen en la sabiduría y creencias que los sacerdotes esclavizados trajeron desde África. Candomblé es una religión animista que se basa en el culto de los orixás, personajes relacionados todos ellos con las fuerzas de la naturaleza. Son diversos los rituales e historias mitológicas que envuelven a cada orixá, y entre ellos querría destacar una orixá llamada Iemanjá. Algunas de las historias sobre Iemanjá la relacionan con fenómenos astronómicos, entre otros ella fue la orixá de cuyo vientre nacieron las estrellas.

En una de esas noches cálidas y mágicas que nos brinda este país, y bajo ese cielo maravilloso y tan desconocido para mi del hemisferio sur, alguien me quiso explicar como Iemanjá salvo a Orum, orixá que representa al Sol, de su extinción.

Orum estaba exhausto porque desde la creación del Mundo brillaba sobre la Tierra noche y día, y no había dormido nunca. El estaba a punto de apagarse, de extinguirse, mientras que los humanos que habitaban la Tierra estaban a punto de morir calcinados. Con su brillo eterno Orum maltrataba la Tierra, la quemaba día tras día.

Los orixas estaban muy preocupados, así que se reunieron en busca de una solución, y fue Iemanjá quien la encontró. Ella guardaba en sus faldas algunos rayos de Sol, así que los proyecto sobre la Tierra y mandó que el Sol descansase, para después brillar de nuevo. Los rayos reflejados crearon otro astro, Oxum, la Luna. Mientras el Sol descansaba, Oxum con su luz fría refrescaría la Tierra, y los seres humanos no perecerían de calor.

Y así gracias a Iemanjá, el Sol descansa de noche para recuperar fuerzas mientras las estrellas que nacieron de su vientre guardan su sueño hasta el amanecer.

Hoy es casi noche de luna llena, así que miro a Oxum que está esplendida y la noche se convierte en un poco más mágica.

Una vez explicada la historia y antes de recordar que es la Tierra girando sobre su propio eje la que da lugar a los días y las noches, os dejo bajo la protección de Orum para los que comiencen el día, y bajo la de Oxum para los que lo terminen.

Hasta una próxima edición del carnaval.

Esta entrada, escrita por Ane Garces, participa en la VII edición del Carnaval de la Física que este mes acoge este blog. El lunes publicaremos el resumen de los artículos que participan en esta edición.

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