El titulo del post está inspirado en el titulo de una charla de TED Talks que aunque es de 2006 anda corriendo ahora por ahí: ¿Matan las escuelas la creatividad? Muchos lo conoceréis, pero, antes de comentarlo, lo recordamos. Entretenido e interesante de veras. Pasareis un buen rato viéndolo, incluso aunque lo hayáis visto ya anteriormente. Os dejamos con Ken Robinson
Supongo que todos estaremos de acuerdo en que se trata de una magnifica exposición. Nos hace pensar. Pero, una vez que le das varias vueltas a la presentación, le encuentras varios “peros”.
Empezaremos duro. La verdad es que estoy harto de este tipo de charlatanes. Sin alejarnos de esta exposición concreta, Ken Robinson nos plantea un problema. Pero no nos da ninguna solución. ¿Cómo se fomenta la creatividad en las escuelas de forma efectiva? Y de manera universal, porque de vez en cuando llegan noticias de que tal centro, en cual sitio, esta llevando adelante un sistema pionero con resultados magníficos. No me vale. Un sistema educativo realmente bueno sería uno que pudiera implantarse con éxito en cualquier sitio, con los alumnos y profesores que hubiere. No en un lugar, profesores y alumnos concretos.
Los ejemplos que pone son realmente tramposos. ¿Podemos acaso ser todos William Shakespeare o Gillian Lynne? Podríamos enseñar a nuestros chicos y chicas danza, dibujo, pintura, algo de teatro, música, … como cosas importantes, relegando a lugares secundarios las matemáticas, la ciencia, lengua, literatura,… ¿Sería bueno eso? ¿Quien se encargaría luego de decirle al chico/a: “tu quieres ser como Gillian Lynne, pero no vales para ser como Gillian Lynne”?
Podríamos darle la vuelta fácilmente a todo, con contraejemplos. Sobre el miedo a equivocarse, por ejemplo. ¿Es acaso malo? Lo que hay ahí fuera es el mundo real, no el mundo ideal de algunos pedagogos. Si tu trabajo es pilotar un avión comercial, no es bueno equivocarse. Si trabajas en una pequeña empresa que hace piezas para otra mayor, no te puedes equivocar al hacer las piezas. Algo así podría acabar con la pequeña empresa. Y que decir a equivocarse al volante de tu propio coche. ¿Es malo tener miedo a equivocarse?
Además, ¿son realmente las escuelas las que acaban con la creatividad de los niños? Tomemos el ejemplo del chico que no recuerda la palabra incienso y sale del paso como puede. Probablemente la ocurrencia provocaría una carcajada generalizada que, seguramente, le quitó las ganas de volver a hacerlo.
Y, alejémonos de utopías, no todos los niños son tan creativos. No todos tenemos un genio en potencia dentro. No todos podemos ser Einstein, Shakespeare o Leonardo da Vinci. A lo que tiene que ayudar la educación es a que cada uno encuentre su lugar en el mundo. Hay que formar a la gente para que sea fontanero, electricista, ingeniero, escritor, panadero, vendedor de flores, bailarín o lo que sea, y que esté satisfecho de ser lo que es y, sobre todo, siendo reconocido por el resto de la sociedad de lo importante que es lo que hace. Porque realmente lo es.
No me caen demasiado simpáticos los pedagogos. Supongo que habrán tenido que ver con que, ahora, los profesores tengamos que evaluar las competencias de los alumnos/as. Hasta hace cuatro telediarios, teníamos que evaluar capacidades. Antes de segur, escuchemos a un experto hablar de competencias.
Bueno, lo primero decir que tampoco hay que exajerar las cosas. Yo también soy hijo del viejo sistema educativo (EGB, BUP, COU), también dí francés y, aún hoy, más de 20 años después, soy capaz de hablar en francés para bastante más que para pedir pan. Pero, ¿cual es el problema de todo esto? Pues, además de que hasta hace poco lo fantástico era evaluar capacidades, que puedes escuchar a uno de estos expertos diciendo que ya no es necesario, ni bueno, pasarse semanas y semanas haciendo integrales en bachillerato. El problema es que luego, en Selectividad (bueno, llamémosle así, aunque a esto también le quieren cambiar el nombre), los alumnos /as tienen que ser capaces (¿competentes?) de hacer cualquiera de las integrales que les pueden poner. Porque allí no se evalúan competencias, sino lo de siempre. Por no hablar de que los chicos/as se pasan 16 años de su vida en un sistema educativo en el que no hay que discriminar a los que tienen menos capacidades. Igualdad (por debajo, claro). Pero luego, a los 17 años, se encuentran con 2 años de bachillerato de lucha feroz por lograr una media si quieren acceder a determinados estudios (antes carreras, ahora parece que grados).
¿A qué jugamos? ¿Son buenos los pedagogos para el sistema educativo?