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Manu Arregi Biziola

El navegante

Un paseo astronómico-científico por Londres 3 – Observatorio de Greenwich

Tercera y última crónica del viaje a Londres. El que quiera leer directamente los detalles de la visita a Greenwich, puede saltar directamente unos párrafos más abajo.

Tras abandonar la Abadía de Westminster y haber disfrutado de la obligada visita a la tumba de Newton, nos acercamos al Big Ben, pasamos por Downing Street, donde vive, en el número 10 el primer ministro inglés. No se ve nada porque no dejan entrar a la calle. Y desde el callejón no alcanzamos a ver la famosa puerta.

A pocos metros del Big Ben hay un embarcadero en el rio. Desde allí parten los barcos que llevan a Greenwich. Nos acercamos a ver los horarios, pues pensábamos ir al día siguiente, pero vemos que sale uno en 10 minutos. En tres segundos decidimos que es mejor ir hoy, evitando así las prisas y posibles agobios de hacerlo el mismo día de regreso.

Y así es como nos vemos a las 13:00 en la cubierta de un barco, rumbo a Greenwich. Queda a unos 10 km del centro de Londres y la mejor manera de llegar hasta allí es bien en tren, bien en barco, por el Támesis. En barco se tarda aproximadamente 1 hora y cuesta 9 libras ida. 12 si es ida y vuelta. El tren es mucho más rápido pero, salvo que haga mal tiempo, el viaje en barco es precioso. Recomendamos no colocarse en los primeros asientos de la cubierta superior. El sonido del altavoz con el piloto dando todo el rato explicaciones de lo que vamos viendo resulta insoportable. Si disponemos de todo el día y salimos temprano, podemos aprovechar la parada en Tower Bridge, que queda un tanto apartado del centro, para visitarlo y continuar a Greenwich más tarde. La única pega del barco es que, al menos ahora en invierno, el último de regreso es a las 4 de la tarde. Demasiado temprano.

Una vez en Greenwich aprovechamos para comer en un mercado callejero cubierto. Por cierto, el primer puesto que hay es de lo mas curioso. “Spanish Tapas”, anuncia. Patatas bravas por solo 3 libras. La comida es de las de llevársela, pero la carne con arroz que nos comemos en el inmenso parque está deliciosa.

Bueno, al grano. En Greenwich hay varios museos y edificios para visitar. Como no sobra el tiempo, entramos tan solo en el Museo Marítimo y en el Royal Observatory. Interesante el museo marítimo, para nosotros sobre todo por la magnífica colección de astrolabios de diversas culturas que tiene. Como el resto de los museos, entrada gratuita.

El museo marítimo es prácticamente lo primero con lo que te encuentras al llegar aquí en barco. Localizar el Royal Observatory, al que las guías que llevamos apenas si prestan atención, no es sencillo, salvo que sepas donde está y como es. Está muy mal indicado como ir. Pero lo veréis fácil. Son los edificios de la colina al fondo.

Royal Observatoty of Greenwich

Se reconoce el emplazamiento del observatorio por la bola roja que lo preside. Se trata de la Timeball. Esa bola baja a las 13:00 en punto, marcando la hora oficial a los barcos que navegan por el Tamesis. La tradición comenzó en 1833 y no es a las 12:00 por que a esa hora los astrónomos estaban ocupados estudiando el mediodía solar. Si coincide que estás allí, bien, pero tampoco es algo a lo que merezca demasiado ir. Lo podéis ver en el video.

Por lo demás, la visita resulta de lo más interesante. Entrada gratuita, salvo para el planetario. No sabemos si habrá que pagar por entrar en la cámara oscura. Falta información e indicaciones y nos enteramos de su existencia a posteriori. Nos apasionan las cámaras oscuras y nos da mucha pena no haberla visitado. Es reciente, de 1994, leemos por ahí. Si vais a Greenwich, no dudéis en visitarla. Se muestran preciosas imágenes como la que veis aquí al lado.

Hay un interesante museo con varios objetos, entre los que destacaríamos el que más nos llamó la atención: la lente y los termómetros con los que William Herschel descubrió la radiación infrarroja. Podeis reproducir el experimento siguiendo las indicaciones de esta página.

Entre las cosas que hay, pero que no vimos, el tubo de uno de los grandes reflectores de Herschel. Bueno, parte de él- Lo podéis ver aquí. No entendemos que hace tirado en el jardín el telescopio con el que redescubrieron algunos satélites de Saturno. Por cierto, que en Madrid hubo uno de estos, que no llego a ponerse en marcha, pero cuya reproducción puede visitarse en el Observatorio Astronómico de Madrid.

Se visita también la casa del primer astrónomo real y responsable de la construcción del Observatorio de Greenwich, John Flamsteed. La casa es la coronada por el timeball. La casa se mantiene decorada de acuerdo a la época y parte del mobiliario, e incluso alguna peluca, pertenecieron al propio Flamsteed. Le da a uno la impresión, si tiene la suerte de visitarla sin demasiado público, que se va a encontrar con el famoso astrónomo real en cualquier esquina de la casa.

Subiendo las escaleras, se accede a la sala donde trabajaba. Tremenda sorpresa -por lo mal que preparamos el viaje-. Este lugar nos suena tremendamente. Es la famosa sala octogonal. Conserva los instrumentos con los que observaros los astrónomos reales y uno vuelve a tener la sensación de que Flamsteed o su sucesor Edmund Halley aparecerán en cualquier momento.

Otra vez en el exterior, un precioso y original reloj de Sol en el que el hueco de la sombra de las colas de dos delfines nos da la hora. Si a uno le gustan los relojes de Sol, tiene mucho que visitar en Londres. En esta página tiene un catálogo bien completo. Y aquí más pistas y fotos.

No podríamos terminar sin mencionar aquello que atrae a la mayoría de visitantes hasta aquí. El Meridiano 0. Curiosamente, el meridiano que se toma como cero en la actualidad dista unos 100 metros del aquí pintado. Podéis consultar las razones aquí. Incluso se puede comprobar con Google Earth. Pero es algo que desconoce la mayoría de los visitantes y hay que hacer cola para sacarse la típica foto con un pie a cada lado del meridiano. Sorprende ver que la casa de Flamsteed no está orientada de acuerdo la meridiana, como se puede comprobar en esta maqueta en la que el meridiano de Greenwich es la hilera de baldosas grises en la parte izquierda. Es por eso que la sala octogonal no sirvió para realizar todas las observaciones que se pretendía.

En fin, que Greenwich es un lugar que precisa de un día entero para verlo como es debido. Tenéis más pistas de lo que allí hay en El beso en la Luna y Cuaderno de Observación.

Aquí lo dejamos. Como habéis podido comprobar, mucho que ver en Londres, seguro que más que lo que pudimos nosotros abarcar en dos días y medio allí. Espero que lo relatado os sirva de ayuda si alguna vez viajáis la capital británica.

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