Las nubes nos dieron una tregua y ayer por la tarde pudimos ver la X lunar de la que hablábamos en la última entrada. Y con el Galileoscopio. No pudimos observar hasta las 18:30 hora oficial española, pero allí estaba, bien marcada aún.

Uno de los problemas que presenta el Galileoscopio, al igual que los telescopios originales de Galileo, es que resulta muy incomodo mirar a través de ellos cuando los objetos de observación están muy altos. Como ya dijimos en su momento, el tubo de los Galileoscopios es demasiado largo para acoplarle un prisma cenital al uso. La solución es un trípode muy alto (no sabemos ni siquiera si existen) o, la solución adoptada en nuestro caso, subir el trípode a una mesa. Y observar sentado. Y aún así la observación no puede alargarse mucho por la postura forzada del cuello.

Pero bueno, el día de ayer fue muy triste para los amigos de la Agrupación Astronómica Vizcaína. Por la mañana se nos fue Jesús Escobar, entrañable compañero de la agrupación. Por la distancia, no tuve la suerte de tratar con él tanto como me hubiera gustado, pero era una persona de las que se hace querer. Siempre dispuesto a ayudar, siempre tan amable. Se me hace un nudo en la garganta recordándolo.

Ejemplo de como era, la anécdota que recordaba ayer Esteban Esteban en la lista de correo de la Agrupación Astronómica Vizcaína: “Hace poco me ofreció un dobsoniano muy adecuado para mi aula de astronomía de Durango, que seguro será utilizado por muchos chicos y chicas que acudan allí. Cuando le pregunté cuánto costaba, me dijo: Bueno, gratis no es; me debes un café. Pero se fue sin que le invitara al café.”

Desgraciadamente se nos ha ido demasiado pronto. Jesús, tus compañeros de agrupación nunca te olvidaremos.