Como quizá ya saben, el sábado hubo una gran manifestación del Partido Demócrata (PD) de Walter Veltroni en Roma. Ellos dicen que había dos millones y medio de personas. La Policía dice que 200.000. Diga usted una cifra a ojo viendo la foto de abajo y tendrá la misma fiabilidad. En fin, lo normal en un país donde se exagera e ir al grano se considera una falta de tacto. También el 2 de diciembre de 2006 hubo una gran manifestación de Berlusconi contra el Gobierno de Prodi en la plaza de San Giovanni y él dijo que había 2,2 millones de personas, aunque la Policía lo dejó en 700.000. Curioso, porque San Giovanni es mucho más pequeño que el Circo Massimo.
Es más, si alguien, prensa o políticos, tuviera el menor apego a la objetividad bastaría recordar, como explicó una vez la Policía, que el Circo Massimo mide 140.000 metros cuadrados y, con cuatro personas por metro cuadrado, como mucho entran 560.000. Por no hablar de San Giovanni, que mide 39.000 metros cuadrados, más de tres veces menos.
En fin, en estas prescindibles consideraciones sobre la diferencia entre la realidad y lo que se hace pasar por real, lo que nos interesa aquí hoy es la cobertura mediática de la manifestación del sábado del PD. Para la televisión pública, las tres cadenas de la RAI que controla el Gobierno de centro-derecha de Silvio Berlusconi, no existió más que en los informativos. Para las tres cadenas de Mediaset, el imperio audiovisual de Silvio Berlusconi -el mismo señor, no es un caso de homonimia- menos todavía. Hubo tres cadenas que se conectaronen directo: Sky y RAI News 24, que se emiten por satélite, y La 7, la cuarta cadena privada, que ven cuatro gatos.
Lo llamativo es que en aquel 2 de diciembre de 2006 (en la foto de arriba), cuando fue Berlusconi el que se manifestó contra el Gobierno, sus tres cadenas le dedicaron largos especiales en directo, con reporteros en el gentío en distintos puntos, analistas en tertulia en el estudio y toda la redacción desplegada.
Durante el Gobierno de Prodi, los informativos de Mediaset-Berlusconi dedicaban un 33,45% del tiempo a la oposición, es decir, a él, y un 32,1% al Ejecutivo. Ahora, un 63,3% al Gobierno de su jefe, es decir, a Berlusconi, y un 16,7% a la oposición.
¿Conflicto de intereses? Esa expresión hace años que ha perdido cualquier significado en Italia, a fuerza de usarla a diario. Si no, vean lo que dijo el otro día Berlusconi a los industriales italianos reunidos en una cena en Villa Madama: «No sé cómo podéis aceptar que la RAI ponga vuestros anuncios en programas que sólo difunden pánico y desconfianza».
Es un caso único de jefe de Gobierno que intenta desviar financiación de la televisión pública, un conflicto de intereses en el conflicto de intereses. Es que Berlusconi tiene la teoría de que en la RAI, pese a tenerla bajo control, hay infiltrados comunistas. Está pensando, más que nada en RAI 3, la de menor audiencia, cuyos telediarios son casi normales. RAI 3 es la cadena que en el reparto que se hizo en su día de la televisión entre partidos -por eso hay tres- le tocó a los comunistas.
Para Berlusconi la televisión debe reflejar un mundo feliz de telepromoción y consumo alegre, un nimbo confortable de buenas noticias donde no sea necesario estrujarse demasiado la sesera. Se ha escrito mucho, y se sigue haciendo, del papel de la televisión berlusconiana, un mundo satinado de mediocridad, concursos y chicas, en la modelación del italiano medio actual, convertido luego en votante del propietario de esa televisión. Según decía el otro día el ‘Financial Times’, que es todo menos un diario de extrema izquierda, la situación informativa en Italia está alcanzando “niveles de Corea del Norte”.
A todo esto, la televisión italiana, con todos sus defectos y dejando a un lado los informativos, es mejor que la española, que es un horror de serie B. Piensen lo que quieran y saquen sus conclusiones para el futuro.
En 1981, un año después de que comenzara a emitir la primera cadena de Berlusconi, Canale 5, Nanni Moretti ya se hacía una idea de por dónde iban a ir los tiros en ‘Sogni d’oro’ (Sueños de oro).
Sinopsis: Tras la final del concurso, el presentador dice: “Una apoteosis, una verdadera apoteosis para Gigio Cimino; el toque gélido de la derrota para Michele Apicella, que quiere saludar, quizá por la última vez, al público que una vez lo idolatró”. Y Michele saluda.
Pues eso.