Extra omnes, fuera todos: será el martes, día 12, por la tarde cuando sonarán las solemnes palabras mientras se cierran las puertas de la Capilla Sixtina. Con una primera votación esa misma tarde comenzará el cónclave número 75 de la historia, pues antes del siglo XIII no se celebraban, que elegirá al sucesor de Benedicto XVI, el 266 º pontífice de la Iglesia católica. Ya es un cónclave histórico porque designará un Papa mientras el anterior está vivo, tras la insólita renuncia de Ratzinger, y luego vivirán los dos en el Vaticano. Se abrirá una etapa inédita para la Santa Sede, que por otro lado ya vive la elección del nuevo Papa en un clima de cambio de época, ante los graves retos que le aguardan, y con la posibilidad de que sea nombrado por primera vez un pontífice no europeo, tras algunos africanos de los primeros tiempos.
Los cardenales reunidos ayer por la tarde sometieron por fin a votación la fecha de inicio del cónclave, tal como había adelantado al mediodía el portavoz vaticano, Federico Lombardi. En un pulso entre los partidarios de alargar al máximo las discusiones y quienes deseaban adelantar la entrada en la Sixtina, tal como ha permitido un decreto de Benedicto XVI pensado para esta excepcional situación, se ha llegado a un punto intermedio. Tal vez indique que las ideas sobre los candidatos ya están maduras.
El ‘partido romano’ de la mayoría de italianos y la Curia, más organizado y que intenta evitar reformas en el Vaticano tras los escándalos, quería adelantar el cónclave y el resultado fue el decreto de Benedicto XVI que autorizaba a no esperar los 15 días marcados por las reglas si todos los cardenales estaban en Roma. Pero cuando llegaron los extranjeros un núcleo en torno a estadounidenses y europeos, deseoso de transparencia y de reformar el gobierno de la Iglesia, exigió saberlo todo sobre el caso ‘Vatileaks’ y tener tiempo para debatir los problemas abiertos. Además este grupo no estaba organizado y aún debía localizar su candidato.
Se calculaba que el cónclave arrancaría el domingo o el lunes, pero al final se ha aplazado hasta el martes y en realidad se adelanta solo tres días respecto a lo habitual. En 2005 entre la muerte de Juan Pablo II y la elección de Benedicto XVI pasaron 17 días. Esta vez la sede vacante comenzó el 28 de febrero a las ocho de la tarde, aunque ya se sabía desde el día 11, y si el cónclave dura entre dos y cuatro días, hasta el 14 o el 16, a fin de cuentas no habrá mucha diferencia. Es como para pensar si era tan necesario improvisar el ‘motu proprio’ del Papa, pero quizá la Curia no esperaba tanta resistencia a sus proyectos.
Desde la tarde del jueves, cuando llegó el vietnamita Pham Minh Man, el último que faltaba, ya estaban en Roma los 115 electores. Así que ayer por la mañana la asamblea de cardenales cumplió un trámite previo: aceptar los motivos alegados por los dos purpurados que han renunciado a participar en la elección, el indonesio Darmaatmadja, por enfermedad, y el escocés O’Brien, denunciado hace dos semanas por acosar seminaristas. De este modo quedó fijado el número de participantes en el cónclave en 115, los mismos que en 2005. Tienen 72 años de edad media.
Los purpurados empezarán a trasladarse el martes a la residencia de Santa Marta, un edificio de cinco pisos que Juan Pablo II ordenó construir en los noventa dentro del Vaticano para terminar con las incomodidades de los cónclaves anteriores, en los que se dormía en lugares improvisados. Por la mañana celebrarán en San Pedro la misa ‘pro eligendo pontifice’, abierta a todos los fieles. Por la tarde entrarán en procesión en la Capilla Sixtina, donde escucharán una meditación del cardenal maltés Prosper Grech, mayor de 80 años y por tanto no elector.
Después los cardenales votarán por primera vez. Este escrutinio inicial es muy importante. Constituye la primera radiografía exacta de los papables reales después de semanas de rumores y conversaciones secretas. Da una visión inicial de los candidatos más sólidos, anula definitivamente a otros y refleja el reparto de fuerzas entre bandos. A partir de ahí se empiezan a mover las estrategias del cónclave, y por eso se ha establecido que luego los cardenales se retiren a cenar y pasar una noche de reflexión. Luego habrá cada día dos votaciones por la mañana y dos por la tarde, con el mundo pendiente de ver si la ‘fumata’ es blanca o negra.
Si en un primer momento emergen dos candidatos claros, con muchos apoyos, pueden suceder dos cosas. Si uno se desinfla y sus votos confluyen en el otro será un cónclave breve, como el primero de 1978 o el de 2005. Pero si los dos bloques se mantienen empiezan los problemas y se avecina un cónclave más largo, como el de 1978 que eligió a Juan Pablo II. Wojtyla fue una idea sorprendente que hizo fortuna ante el empate de conservadores y progresistas. En esos casos hay que negociar y buscar nombres de consenso, lo que abre la puerta a sorpresas o candidatos de reserva, a veces escondidos para evitar que se quemen al principio. En este agitado cónclave de 2013 se han delineado claramente dos bandos en un clima de tensión y quizá sea más complejo de lo esperado.
APARTADO SURREALISTA: ADOPTE UN CARDENAL
“¡Atención: el cardenal es elegido al azar!”, advierte la web adoptacardinal.org, que asigna un purpurado para rezar por él estos días. Ayer andaba por los 370.000 participantes. Pese a su extravagancia, es apoyada por el Vaticano y su portavoz, Federico Lombardi, le dio publicidad en su rueda de prensa. No tiene desperdicio: “Si quieres dar gracias a Dios por habernos dado un Papa tan maravilloso, sabio y bueno como Benedicto XVI… Si deseas para la Iglesia un nuevo Papa firme en la fe, dócil al Espíritu, piadoso y santo… Deja que te asignemos un cardenal para que lo apoyes”. Hay que registrarse y se participa rezando o ayunando, cada uno “según sus fuerzas y posibilidades”. El último paso es: “¡Reza un momento al Espíritu Santo para recibir a tu cardenal! Después haz clic en el botón de abajo”.
(Publicado hoy en El Correo)