Esta es una entrevista a Giancarlo De Cataldo, magistrado penal de Roma y escritor, a quien la mayoría de ustedes probablemente conocerán por su libro ‘Romanzo criminale’ (en España, ‘Una novela criminal’, Roca Editorial), sobre la Banda della Magliana, que luego fue llevado al cine. Ahora publica en España ‘Los traidores’ (‘I traditori’, en italiano), en la misma editorial, Roca. Esta vez es una novela histórica de casi 600 páginas que reconstruye el largo, tortuoso y desconocido proceso de la unidad de Italia, el ‘Risorgimento’. Es un tema que estuvo de moda el año pasado, al cumplirse 150 años de la proclamación del nuevo estado de Italia, y llevó a redescubrir aquel periodo, considerado por casi todos los italianos como un bodrio incomprensible. Pero en realidad es imprescindible. Y fascinante.
El texto es la transcripción practicamente íntegra de la conversación, en casa de De Cataldo, un tipo encantador y muy interesante. La entrevista fue publicada ayer en El Correo, pero este es uno de los géneros que más sufre en un periódico, pues por razones de espacio quedan reducidas al mínimo. Esto sería lo opuesto y los que van a sufrir son ustedes, pues los límites al final siempre vienen bien, pero quien esté interesado en la cuestión quizá llegue a disfrutarlo. Pondremos algunas peliculitas.
FOTO: ANTONELLO NUSCA.
-¿Qué idea te has hecho de la unidad de Italia?
-Toda la idea del libro nació por culpa de Mario Martone (director de cine, n. del a.), que me llamó en 2003 y me dijo: escribamos un filme sobre el Risorgimento. Y me hizo leer un libro de una escritora italiana que se llamaba ‘Noi credevamo’, de los años sesenta. A mí me pareció una locura porque para los italianos el Risorgimento es una cosa aburrida que estudiamos en el colegio, hecha de viejos con barba que a un cierto punto, no se sabe por qué, hacen la guerra contra los austriacos y los borbones y hacen Italia. Pero como Italia ha sido siempre un país de municipios, lo hemos tomado siempre con un poco de fastidio, porque parecía retórico, o vemos nuestra historia con un poco de ironía, de desapego. Al menos en mi generación no ha habido un gran amor por el Risorgimento, y además en los últimos veinte años hemos tenido en Italia un movimiento separatista, la Liga Norte, contrario a la unidad de Italia, y se ha difundido un doble modo de leer el Risorgimento. Uno dice que era todo un montaje de masones y de los comerciantes piamonteses, que así conquistaron y saquearon el sur. El otro es que el sur es un lastre, que el norte no quería y le ha sido impuesto, que ha traído la mafia y que ha frenado la idea justa, que era el federalismo. Estas son las dos retóricas predominantes. En resumen, a mí me venía a la cabeza una cosa vieja y aburrida.
-¿Y en cambio?
-Empecé a estudiar.
-Te has documentado bien, en el libro se ve.
-Bueno, no te puedes imaginar, es una historia increíble. ¡Es una novela de aventuras! Las cosas más increíbles son verdaderas.
-Se nota que el personaje más interesante para ti es Mazzini.
-Sin duda. He seguido Mazzini porque todos hablan siempre de Garibaldi, pero en el fondo era un héroe fácil, un guerrillero, que combate, nuestro Che Guevara, la bandera roja… Mazzini lo pintaban como un viejo tísico, con barba blanca, que dice siempre: ‘Tienes que estudiar, tienes que trabajar’. Y todos dicen: ‘¡qué coñazo!’.
-Como un cura laico, malísimo,…
-Sí, sí.
-…que mandaba a los jóvenes al matadero.
-¡No, es que eso no te lo contaban! Se decía que Mazzini creía en el pensamiento y en la acción, y en la escuela esta parte de la actividad del conspirador se esconde. En realidad, Mazzini era considerado por la Policía como un Osama Bin Laden de su tiempo, el jefe del terrorismo mundial.
-Sí, esto tiene una lectura muy incómoda, porque durante casi toda su vida fue un terrorista y sus seguidores también, pero hoy tiene calles y plazas en toda Italia.
-Es exactamente esto. Mazzini decía: ‘Yo no soy terrorista. Yo soy regicida. Es un derecho de los pueblos matar a los tiranos’. Y de hecho Mazzini no está involucrado en el atentado de Felice Orsini, que se había separado de Mazzini y se había acercado a los radicales y anarquistas franceses, y lanza las bombas para matar a Napoleón III, el tirano. Y acepta el riesgo de matar inocentes. Es el eslabón para pasar de la teoría del regicidio a la del terrorismo. Los terroristas serán los rusos, Nechayev, ponen bombas y no es que si matan inocentes lo sientan pero lo acepten, es que cree que son todos culpables, como piensa todo terrorista, porque esa gente no se rebela. Pero Mazzini era distinto. Su idea es hacer la revolución en Milán, matar a todos los oficiales austriacos…
-Sí, esa idea increíble de asignar un agente a cada oficial, ser su sombra, y matarlos todos a la vez, el mismo día a la misma hora.
-Exacto. Es que la historia de Italia es sangrienta, hecha de heroísmo, de violencia, como cada vez que se funda un Estado. No te lo dejan hacer gratis. Es que esta historia no la puedes escayolar en una retórica en la que el el rey es un buenazo imbécil con bigotes, Garibaldi tiene la espada, Cavour es astuto y Mazzini es un cura. Fue distinto. ¡Eran jóvenes, eran chavales! Eso es lo que más me ha impresionado, que me ha hecho entrar en una locura de seis años de estudiar el Risorgimento, he encontrado documentos increíbles… He invadido el campo de los históricos, me ha entusiasmado.
Sinopsis: Escena de ‘Noi credevamo’ (2010), de Mario Martone. En el refugio de Mazzini en Londres una simpatizante habla a un grupo de jóvenes italianos expatriados. “Mazzini está poseído de una intensa fe religiosa, que parece guiar a sus discípulos con una fe que ya está dentro de ellos. En los últimos veinte años sus seguidores han muerto por sus ideas con un coraje y una devoción que recuerdan los de los mártires del cristianismo”. Francesco Crispi, personaje histórico que llegaría a primer ministro, entra en el despacho de Mazzini y le pregunta qué es lo que tiene entre manos. Es opio. “No ha sido fácil encontrar esta cantiadd, es carísimo. No es una droga para nuestro bolsillo. ¿Qué quería este hombre que venía de Francia?”. “Explicar su plan para asesinar a Napoleón III”, responde.
FIN
-Pero es un material vastísimo. Podían haber salido dos mil páginas, te habrás tenido que parar. Es un lapso temporal larguísimo.
-Sí treinta años, y sí, me he tenido que parar. Te cuento una cosa divertida, para que te des cuenta de cómo los italianos ven el Risorgimento. Yo hice ‘Romanzo criminale’ en 2002 y me hice famoso. Luego salió una continuación, pero como hablaba de negociaciones entre Mafia y Estado en Italia fue marginado. Ha salido en España, se llama ‘Italia cosa nostra’ (Roca Editorial). El editor me pedía luego una nueva novela y le dije que quería hacer una sobre el Risorgimento. Entonces el consejero delegado de Einaudi salió de Turín, bajó a Roma, me llevó a un bar y me dijo: ‘¿De verdad es necesario?’. Luego fue el aniversario de la unidad de Italia, el año pasado, se habló mucho del tema, y se convirtió en una ocasión para reflexionar sobre el presente.
-Por cierto ¿cómo ves el impacto de ‘Romanzo criminale’ en los jóvenes? Se ha creado casi una moda de aquella época. ¿Te sorprendió?
-Sí, sinceramente sí. Yo quería escribir una novela histórica y política, pero luego se convirtió en un fenómeno por los personajes de los malos. Por el modo en que los conté. No creo que los chicos hagan atracos por el libro o la película, es una estupidez. Lo que creo es que captaron una cosa sutil que está en la novela, que los jóvenes pueden reunirse en torno a un proyecto. Italia es un país viejo, que no da espacio a los jóvenes, y respecto a aquellos años, setenta, ochenta, los chicos han perdido la capacidad de estar juntos y de pensar juntos en un proyecto. Están divididos, y solos. En realidad desde ‘Romanzo criminale’ nunca he escrito una novela sobre el presente, porque no consigo interpretarlo. Daba un poco de asco lo que pasaba en Italia y necesitaba ir a otra parte. Hoy, este federalismo, que durante veinte años era la brújula, ahora no lo quiere nadie. Ha bastado poco. El federalismo es un modelo como otros, no es un tabú. Pero los partidos han cortejado a la Liga Norte, todos compitiendo a ver quién era más federalista, y ahora nos encontramos con un sistema de regiones, a fin de cuentas, destrozado, y con un gran deseo de un estado central fuerte que dé directivas y que las ponga en marcha con personas honestas, no con ladrones. Es una cosa muy simple.
-El caso de la Liga Norte es paradójico, pues la unidad de Italia fue obra en gran parte de gente del norte. Si te paras en el pasado inmediato pierdes la perspectiva.
-Sí, los italianos tenemos escasa memoria.
-Un personaje dice: “Comprendió que lo que le esperaba en el futuro era una interminable teoría de sombras aquí y allá, iluminadas de esporádicas islas de luminosidad”. Es la historia de Italia.
-Sí, es verdad. Este personaje es sardo, y los sardos tienen la más antigua tradición nacionalista en Italia, y no es una casualidad que ese personaje sea sardo. Mientras escribía yo tenía muy presente todo esto de la Liga Norte. Porque los sardos tienen su lengua, viven en un isla, desde hace dos mil son otra cosa, otra historia, otra cultura, y pueden decir: me siento un minoría. Pero en cambio no puedes decir: yo, que he hecho la unidad de Italia, que tengo la industria, la riqueza, los bancos, que he abierto la puerta a la Mafia, porque el norte ha recibido con los brazos abiertos a la Mafia, ahora me siento una minoría y me siento oprimido por Italia. Esto es de risa, ha sido insoportable, y que durante veinte años la izquierda italiana les haya cortejado…
-El famoso ‘malestar del norte’. ¿Pero el del sur?
-Yo soy de Taranto. Allí tenemos este problema enorme de Ilva. Una fábrica que contamina y mata y al mismo tiempo es la única fuente industrial que da trabajo.
-Sí, es un dilema terrible, elegir entre la salud o el paro.
-Sí, pero ¿quién obtiene el provecho? El industrial. ¿Y a quién toca pagar entonces? En Italia cuando ganas es dinero tuyo. Cuando pierdes, es dinero del Estado.
-Parece que Italia solo se comprende bien si se mira como una historia de espionaje. Todo parece subterráneo.
-No todo, atención. Sí, hay mucho, pero tú puedes hacer todos los planes del mundo y si luego no tienes unos jóvenes dispuestos a morir en el campo de batalla se quedan en el cajón. Las dos cosas van unidas. Para mí es emblemática la historia de Garibaldi y la expedición de los Mil. La idea de que Italia se salva subiendo desde el sur es de Mazzini, siempre fue su obsesión partir de Sicilia. Pero Mazzini siempre ha vivido exiliado, condenado a pena de muerte, relegado. Lo hizo Garibaldi. Pero tres años antes no quiere hacerlo. La idea es la misma de Pisacane, solo que con Garibaldi se organiza bien y lo consigue. Pisacane no. Garibaldi es un gran ‘condottiero’, pero también un gran ‘furbone’ (listillo, astuto). No aceptó nunca una batalla que supiera que iba a perder. Cuando perdió fue porque pasó algo imprevisto que cambió el escenario. Cuando fue a conquistar Roma en 1868 es viejo, tiene más de sesenta años, tiene artrosis, no puede ni subirse al caballo, habría tomado Roma si los franceses no hubieran tenido los nuevos fusiles a repetición y les joden vivos. Y pierde por eso. Así que, lo que quiero decir es que había espionaje antes, porque Cavour ya sabía lo de Pisacane. Y él dice, que vayan. Si pierden, les desautorizo. Si ganan, me apunto el tanto. Cavour era un político, un diplomático. Pero Pisacane fracasa y Garibaldi gana. No era solo un complot. El complot es necesario, pero luego hay que dar batalla.
Sinopsis: Secuencia de ‘Viva l’Italia’ (1961), de Roberto Rossellini, cuando le dio por hacer películas enciclopédicas, con un afán pedagógico, para educar a las masas. Creía en el cine como vehículo de transmisión de cultura y se dejó de pretensiones artísticas: se metió en un berenjenal colosal de películas históricas muy académicas. Una pena, aunque haya cosas interesantes, pero ni color con lo que era.
FIN
-Da la sensación de que Italia podía no haber salido nunca. Había mucha gente y mucha voluntad detrás, pero era un escenario complejísimo, con muchos intereses opuestos. Al final el principal factor es la casualidad.
-Sí, la casualidad. Nosotros obtenemos Venecia después de perder una guerra. Fue una ciudad libre hasta el XIX, luego Napoléon conquista el norte de Italia, hace un acuerdo con los austriacos y dice, bueno, Venecia os la doy. Sin disparar un tiro. Sesenta años después, los austriacos gana la guerra, pero le dan Venecia a Francia, y ellos nos la pasan a nosotros. ¿Te das cuenta? Es una historia de la que puedes extraer muchísimas lecciones. Por ejemplo, el atentado de Felice Orsini a Napoleón III es un acto de terrorismo. Al año siguiente el rey de Francia hace lo que Orsini quería obligarle a hacer, la guerra a Austria. Entonces, si uno reflexiona sobre la historia debe decir que la violencia tiene un papel, y también la violencia. Todo esto no se puede esconder, diciendo que no es políticamente correcto. Mazzini se equivocaba, sí, se equivocaba y construía bombas. Algún crítico ha dicho que he calumniado Mazzini, y en cambio los mazzinianos, porque hay una asociación, me han adoptado y me invitaron a dar una conferencia. Que si era un violento, un terrorista,… Yo he exaltado Mazzini, con todos sus límites y todos sus errores, tenía las ideas justas, pero luego era incapaz de ponerlas en práctica. Y tenía una inclinación a la violencia extrema que era típica del hombre religioso, del místico, del fanático, que tiene una visión de que debe destruir Sodoma y Gomorra. Luego pasó la vida rodeado de animales, con esta pureza de los animales para acariciar, el perro, sobre todo el gato, y los pajaritos…
Sinopsis: Inicio de ‘Senso’ (1954), de Visconti, una historia de amor en la Venecia ocupada por los austriacos. Arranca con una ópera de Verdi, que siempre eran ocasión de exaltación nacionalista. Refleja muy bien la situación del momento. Al final del fragmento nos da tiempo a ver a Alida Valli.
FIN
-En el libro, a lo mejor es una sensación mía, no parece que al final haya una gran opinión de los italianos. Mazzini dice: “¿Traidores entre nosotros? No son más que italianos”.
-Sí, sí, dice “¡son unas putas!”.
-Y hay otra frase: “Un italiano, y como tal, lacerado entre abnegación y oportunismo”.
-Esta una cita sutil, y me gusta que la hayas mencionado, porque es de una carta de Aldo Moro durante su secuestro. Cuando busca alguien que le salve da juicios sobre algunos democristianos y de uno dice esto. Usa estas dos palabras, abengación y oportunismo. Es decir, uno dispuesto a todo por el partido, pero también un hijo de su madre, un oportunista. Esta es una de las características de los italianos. Es difícil encontrar un carácter italiano, porque hay muchos. Tienes el italiano astuto, maquiavélico, y al mismo tiempo, gran inventor, genio anárquico,… En realidad todo lo que se dice de los italianos, bueno y malo, es verdad, es muy verdadero. En la novela hay dos antropologías de los italianos que se combaten. Una es la perdedora, la de Mazzini, y otra vencedora, de Cavour,… Pero Italia es las dos cosas. Sin una de las dos, se derrumba, no hay Italia. En el momento en que se compenetran y concurren en una causa común…
-El cinismo y el idealismo juntos.
-Exacto, pero juntos, porque solo el idealista no lo hubiera conseguido, no tiene las armas que el cínico le proporciona. Cuando están juntos se producen grandes momentos italianos. El Risorgimento lo es. El heroísmo de los soldados pobres, analfabetos, campesinos, que mueren en las trincheras de la Primera Guerra Mundial también. La Resistencia, igual. El ‘boom’, en la posguerra, cuando Italia crece, cambia, se hace rica, los italianos se remangan la camisa y se ponen a trabajar. Es como la selección de fútbol, cuando están con el agua al cuello sacan las cualidades. Ahora hemos mandado a casa a una clase política corrupta, fatigosamente intentamos mantener una imagen que no desconcierte a los mercados y salir adelante.
-El título, ‘Los traidores’ ¿por qué?
-Todos son un poco traidores. Gramsci decía que el Risorgimento era una revolución traicionada, esta es la tesis del libro. Podía ser una revolución, pero…
-Sí se ve muy bien en la la película ‘Noi credevamo’. Cuando lo has contado antes he comprendido, porque ahora me parecen dos obras paralelas.
-Sí, así es.
-El resultado, respecto al alto ideal y el gran proyecto de libertad que tenían en mente, es pálido, una traición de principios y la idea original. La última escena causa mucha impresión, con uno de los protagonistas, ya viejo, que se ha dejado la vida en los campos de batalla, va al parlamento y ve en qué se han quedado sus sueños. Se siente todo el peso de la deriva de la historia. Aunque en realidad la unidad de Italia, visto de forma práctica, fue un éxito.
-Porque en realidad luego es un éxito. Italia, los italianos las cosas mejores las hemos hecho cuando hemos permanecido unidos. En la Resistencia la fractura no era geográfica, sino entre quienes querían un país libre y los que querían venderlo a los nazis. Cuando estamos unidos sabemos tener momentos épicos.
-Hay otro hilo que enlaza con la actualidad: Calabria. En el libro es casi un remoto territorio medieval, y hoy es un agujero de violencia e ilegalidad.
-Sí, porque la ’ndrangheta es la organización criminal que ha salido mejor de estos últimos veinte años. La Mafia hizo un cálculo en el 92 y 93, la época de las bombas, para encontrar un nuevo pacto con el poder. Cae la Primera República, pone las bombas, y alguno quizá también las sugiere, y esta es la gran investigación abierta ahora. Pero la Mafia calcula mal. Hace un daño excesivo respecto a la ventaja, y la organización se debilita. En este momento es la más débil de todas. A la ’ndrangheta no la han tocado.
-Sí, ahora se compra los votos por 50 euros en Milán.
-Claro. Mientras en Sicilia hoy es más probable que un político dé trabajo a los mafiosos, ha vuelto la fuerza de lo que antes se llamaba ‘alta mafia’: empresarios, políticos, cómplices,… Pero en Calabria son ellos los que mandan. Tienen una potencia económica enorme, una liquidez increíble. Hacen el PIB de un país de tamaño medio. Y parecen impenetrables porque tienen una estructura familiar, no tienen ‘arrepentidos’. Y algunos de esos ritos de iniciación, con las estampitas de santos, la sangre,… Los encontraron en Duisburg, tras la masacre.
-Y el santuario de Polsi.
-Exacto. Bueno allí ya no van más, desde que salió a la luz. Es turístico. Si tienen una reunión a lo mejor la hacen en Milán. En algún círculo recreativo…
-…dedicado a Falcone y Borsellino.
-Eso es. El poder de la ’ndrangheta es mundial. ¿Sabes cuántos clanes en España se compran barrios enteros porque tienen liquidez, blanquean dinero? En cuanto a la Mafia y la unidad de Italia, es verdad que también tiene su papel.
-La Camorra, por ejemplo, pacifica Nápoles y colabora con las tropas invasoras.
-Eso fue la decisión de un ministro borbónico, Liborio Romano. Pensó: si se va el rey y llega Garibaldi esto va a ser el caos. Pongamos todo en manos de la Camorra. Luego, un minuto después de que Garibaldi se fuera y el nuevo rey se asentara en Nápoles, cogieron a todos los camorristas y los metieron en la cárcel. Les dijo: os he engañado, os he dejado hacer negocios por algunos meses, pero luego lo pagáis. En Sicilia no, la Mafia empieza a entrar en el poder y se convierte en clase dirigente. Hasta los años noventa, una ascensión constante del poder mafioso, que ahora sin embargo está en crisis.
-Otro aspecto interesante es ese Londres tan italiano.
-Lo era mucho más. yo he puesto el mínimo indispensable, pero también he metido mi fascinación por la era victoriana. Los pintores prerrafaelitas, como Dante Gabriele Rosseti, hijo de inmigrantes italianos, y también los ingleses, tienen Italia como mito, el lugar donde nació la belleza, y para representar la belleza creen que tienen que ser italianos.
-La época del Grand Tour.
-Así es, pero también Dante, que es traducido por primera vez, la fascinación de los sonetos de Petrarca, toda la poesía amorosa del mundo está influenciada por él, hasta la ‘beat generation’. Pero se da sobre todo esta fascinación de la representación de los cuadros. La idea es que ser italiano en Londres en aquellos año era ‘guay’. Eran guerreros, aventureros, grandes artistas,… Es un modo para recordarnos, a los italianos, que esa es nuestra fuerza, la cultura, el arte, en eso somos fuertes. Ese es nuestro origen y nuestra tradición. En esos años pasaban cosas increíbles, Panizzi llega a ser director de la British Library, que no estaba mal ¿no? Y Londres era una gran potencia, era todavía el centro del mundo, aún no lo eran los Estados Unidos. Los ingleses hospedan todos los líderes revolucionarios del mundo…
-Marx estaba en Londres…
-Eso es, porque desde su punto de vista piensan que nunca se sabe. Si un día ganan, somos amigos. También hoy los jefes más carismáticos del integrismo islámico han vivido mucho en Londres. Hay una tradición de acogida que es política colonial. Cuando Bernard, que organiza el atentado con Orsini y muere guillotinado, es procesado en Londres es increíblemente absuelto. La Corona seguramente lo sabía y la idea de eliminar este emperador francés le convenía.
-¿Cómo piensas que se acogerá en España un libro como este? Los españoles ni siquiera conocen su historia, la de hace 150 años no digamos, y la de Italia todavía menos.
-Para empezar agradezco al editor su interés, no obstante estos datos objetivos (risas). El punto es que quien no conoce la historia italiana tiene así el modo de comprenderla, todo está explicado, no hay partes oscuras. Es un país con un grupo de jóvenes que lucha por su independencia, y contra los viejos que están en el poder. Y en esta lucha algunos de ellos se corrompen porque les fascina el poder, otros pierden los ideales, otros aman y otros consiguen ganar, pero la victoria tendrá un sabor amargo. En esto creo es una historia universal. Aquí en Italia ha sido muy apreciado ‘Anatomía de un instante’, de Javier Cercas, y está lleno de historia española.
-Pero un capítulo del libro de Cercas se llama ‘Viva Italia’.
-Sí, en el mío era difícil meter viva España.
Sinopsis: Vemos a Felice Orsini que bosqueja el diseño de las bombas para el atentado contra Napoleón III. Junto a uno de sus cómplices, son como naúfragos en un café extranjero y en un momento de desolación, tienen una conversación heladora y esencial en la película. Y no solo en la película:
-Angelo, se me ha metido en la cabeza que tenéis en el alma algo terrible, sucio, sangriento, y que al mismo tiempo os vuelve terriblemente ridículo. Os habéis metido en esto como una vía de fuga, y no entiendo de qué.
-¿No habéis acaso matado vos a un siervo de vuestro tío, un pobre hombre, por motivos futilísimos?.
-Era joven.
-Todos éramos jóvenes, pero después nos convertimos en asesinos, y no hay ningún paraíso que conquistar, lo sabéis.
Tras un instante de silencio, le ordena buscar al día siguiente a un tal Rudio, para ultimar el atentado.
Este tal Rudio es un personaje alucinante, pero no les voy a aburrir más por hoy. Solo una breve semblanza que da la idea de aquellos personajes. Tras el atentado fallido a Napoléon III Carlo di Rudio se salvó de la guillotina, aunque le cayó cadena perpetua. Le mandaron a Cayenne, a la isla del Diablo, pero logró escapar. Terminó en Estados Unidos, se alistó en el Ejército, combatió la guerra civil y acabó en el Séptimo de Caballería. Combatió con Custer la batalla de Little Big Horn, la masacre de los indios capitaneados por Caballo Loco, y fue uno de los pocos supervivientes. Murió tranquilamente en su casa de California en 1910.