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Íñigo Domínguez

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Lui (3)

Un fin de semana cualquiera de Berlusconi, según el relato de la prensa. El sábado volvió de salvar al mundo, en la cumbre de emergencia de París por la crisis financiera (a la izquierda). Para rebajar la tensión, fue directamente a una fiesta en una discoteca superpija de Milán, el ‘Lotus’ de viale Monte Grappa, en la zona de corso Como. Había sobre todo jóvenes de la Universidad Bocconi y la Universidad Católica, futura élite del país.

Con su ‘look’ informal de los últimos meses -chaqueta con camiseta o camisa sin corbata, que le hace aún más joven de lo que ya es con los ‘lifting’ y los implantes capilares- el magnate se mezcló en la muchachada y luego subió a la sala ‘privé’ del primer piso. Tomó un cóctel sin alcohol y fruta fresca. Naturalmente se formó una pequeña corte a su alrededor entre amigos y chicos devotos de la discoteca. Berlusconi se da más baños de masas al día de lo que la oposición se ducha de media por higiene personal. A ver si aprenden.

Le dieron las seis de la mañana impartiendo perlas de sabiduría: «Dentro de una hora empiezo a trabajar, pero me siento fresco. Si duermo tres horas ya tengo energía para hacer el amor otras tres. Ojalá lleguéis a los setenta en mi estado de forma». Salió con veinte chavales una hora después del cierre de la discoteca. «Amigos del sobrino de un amigo constructor, nada que ver con la política», aclaró. Como había periodistas esperando en la puerta (qué profesión), hizo declaraciones de lo divino y lo humano. Por ejemplo, el Milan: «Se lo tengo que decir a Ancelotti, Ronaldinho es un hombre de área, es una pena hacerlo salir de la izquierda, además en la izquierda están los comunistas (risas)…». También dio consejos a los italianos sobre cómo gestionar sus ahorros en la crisis.

A los chicos de la velada en el ‘privé’ les puso como ejemplo a él mismo, para variar. Le contaron que trabajan en grandes empresas con sueldos bajos y él les animó a montar empresas. Contó que tras cada examen superado brillantemente en la universidad hacía una fiesta para todo el vecindario. Lleva las relaciones públicas en la sangre. Luego siguió con su historia: el éxito, la política, las ligas y las Copas de Campeones del Milan,… Los chicos, impresionados, le agradecieron «la lección de vida». Hasta se propusieron allí mismo formar un Círculo de la Libertad (las organizaciones locales del partido de Berlusconi), según la idea de uno de ellos, 33 años, sobrino de un vecino de la villa de lujo de Berlusconi en Cerdeña.

Al día siguiente, domingo, fiesta de partido del Pueblo la Libertad (arenga en la foto aplacando a las masas). Discurso de Berlusconi sobre todos los temas de actualidad y alguno más. Repite su idea de empezar a gobernar por decreto, porque la política es muy lenta. Entre las prioridades inaplazables de Italia, por ejemplo, convertir en delito hacer pintadas, por decreto. Luego, cena de partido. Mil euros el cubierto.

En cualquier país si el primer ministro hace algo parecido harían suplementos y ediciones especiales del telediario. Aquí es sólo una anécdota más, y no de las mejores, pues hay números repetidos. Por supuesto en la tele esto ni aparece. Uno sólo se entera en los periódicos. Los corresponsales extranjeros tampoco consiguen vender estas historias a sus medios, porque ya cansan y no aportan nada nuevo. Y yo no sé ya ni por qué las cuento.

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