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Íñigo Domínguez

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Lui (33): Anatomía de un tramposo

Ya habrán visto, si lo han visto, pues en algunos medios ha pasado casi inadvertido, que este sábado el ex-primer ministro italiano Silvio Berlusconi se libró de ser condenado por soborno en el ‘caso Mills’, uno de los más claros contra él. El fiscal pedía cinco años de cárcel. Ha sido una nueva derrota de la Justicia italiana. Hace dos años, cuando prescribió el filón previo del caso, el juicio al propio David Mills, recuerdo que casi nadie dio la noticia. Entre que la sentencia salió tarde, que ya nadie se asusta de nada que tenga que ver con Berlusconi y quien sabe si por alguna cosa más. Y eso que entonces era primer ministro. De la tele mejor nos olvidamos, estas cosas no quedan bien en televisión. Europa ya está vacunada y ni se molesta en escandalizarse. Además estos juicios de Berlusconi son asuntos engorrosos y complejos. No cabe nada en el titular. Sin embargo, vamos a dejar constancia del asunto en este pequeño rincón del hiperespacio. Digamos que este caso encierra implicaciones que acabarían con cualquier hombre público de Occidente. Si fuera con Sarkozy o Merkel abriría todos los informativos. Imaginen: «Sarkozy sobornó a un testigo en un juicio y encima se libra porque el delito ha prescrito».  La historia enrevesada de este juicio, que muchos italianos ya ni saben seguir, es una acumulación increíble de fechorías para burlar la ley desde el poder. Se pueden resumir en doce momentos estelares, la esencia de cómo actúa el ‘Cavaliere’ y su idea de la democracia.

1. Berlusconi sobornó a un testigo, el abogado británico David Mills, para que mintiera y le encubriera en dos juicios contra él en 1997 y 1998. Lo reconoció el propio letrado en una carta que acabó en manos de la Policía y destapó el caso en 2004. Luego lo ha confirmado doce veces en interrogatorios y declaraciones, antes de retractar. El magnate le pagó 600.000 dólares en 1999, cuando llevaba ya cinco años en política, era diputado, había sido primer ministro e iba a serlo en 2001.

2. Mills (chico de la foto) le encubrió en un juicio por corrupción a la Guardia di Finanza y en el caso All Iberian, por financiación ilegal del PSI de Bettino Craxi. En el primero Berlusconi estaba acusado de cuatro sobornos a agentes que hicieron inspecciones en Fininvest, su imperio audiovisual. Fueron condenados los policías y el jefe de servicios fiscales de la empresa, un exoficial del mismo cuerpo, Salvatore Sciascia, premiado luego con un escaño en el partido del magnate. No quedó probado que Berlusconi estuviera al corriente.

3. Mills era abogado de Fininvest y fue quien diseñó un entramado de 64 sociedades ‘off shore’ en paraísos fiscales para desviar grandes fondos de dinero negro de la compañía. Esa caja secreta de Berlusconi es parte de la base de su éxito político y empresarial. De ahí ha salido el dinero, por ejemplo, para financiar partidos políticos de forma ilegal y obetner favores (PSI de Craxi), corromper funcionarios(caso Guardia di Finanza) o comprar jueces (caso Mondadori).

4. Sin ese testimonio falso, quizá Berlusconi hubiera sido condenado en 2001. Además de hipotecar su carrera política le habría dado antecedentes penales, lo que habría impedido la aplicación de atenuantes genéricas en procesos posteriores. Por ellas obtuvo luego la prescripción en otros juicios.

5. El soborno a la Guardia di Finanza impidió descubrir que Berlusconi era socio oculto y dueño de la primera cadena privada de pago italiana, Telepiù, aunque en ese momento la ley se lo prohibía. De haber sido pillado podía haber perdido la concesión de sus otras tres cadenas privadas, pilar esencial de su éxito político.

6. Al destaparse el caso, Berlusconi aprobó en 2005 la llamada ley Cirielli, que redujo los tiempos de prescripción. La caducidad del caso Mills pasó de quince a diez años.

7. Aún así el magnate corría peligro, así que aprobó una ley de inmunidad judicial, que lo sacó del proceso en octubre de 2008. Fue declarada inconstitucional en octubre de 2009, pero para entonces ya había hecho su servicio.

8. Porque Mills sí fue condenado en primera y segunda instancia. Sin embargo en Italia las sentencias no son firmes hasta el tercer grado, el Supremo, y solo cuenta esa. Prescribió por dos meses en febrero de 2010. Pero el tribunal consideró probado que Berlusconi sobornó a Mills y, es más, condenó al abogado a pagar 250.000 euros, por daños a la imagen del Estado, a la presidencia del Gobierno… que en ese momento era ocupada por el sobornador, Silvio Berlusconi. El informativo público de RAI 1 dio la noticia como “absolución” de Mills.

9. Sin la inmunidad, luego declarada ilegal, Berlusconi habría sido juzgado con Mills y condenado en primer y segundo grado como corruptor. Al final le habría salvado de la prescripción, pero habría quedado probada directamente su culpabilidad.

10. Como el Tg1 de la RAI, Berlusconi celebró la prescripción de MIlls como una absolución. Le fastidiaba, no obstante, que la sentencia no dijera que no hubo delito y que era inocente. Si fuera el protagonista de una película americana renunciaría a la prescripción y se haría procesar para probar su inocencia. Pero ni loco, claro. Así que trató de huir de la sentencia por todos los medios. Su juicio se abrió por fin en noviembre de 2009, pero tenía que empezar desde el principio, porque un tribunal no puede juzgar dos veces el mismo caso, y ya habían condenado a Mills. Otra ventaja de haber salatdo en marcha del juicio. Berlusconi aprobó entonces la ley del legítimo impedimento, un escudo judicial de año y medio por la incompatibilidad del proceso con su agenda de primer ministro. Se paró otro año, de abril de 2010 a marzo de 2011, hasta que esa ley también fue declarada inconstitucional. Pero había hecho su trabajo. Luego, hasta la dimisión de Berlusconi hace el pasado mes de noviembre, solo pudo ser procesado los lunes, su único día libre. Entre otros ardides y las vacaciones hubo seis vistas en siete meses.

11. El juicio prescribía a mitad de febrero y los últimos tres meses han sido una carrera para llegar al menos a la sentencia de primer grado, pero con continuas maniobras dilatorias de la defensa. Mills hasta alegó problemas de corazón para retrasar su declaración. Como último truco, al acercarse la sentencia, el 27 de enero los abogados de Berlusconi recusaron al tribunal, por considerarlo parcial, quitándose teatralmente las togas en la sala de forma airada. En la foto, su abogado Niccolò Ghedini, un zorro de loas tribunales. Era la tercera recusación de los jueces del caso, más seis en otros juicios. Todas rechazadas, pero sirven para ganar tiempo. La respuesta tardó un mes. Suficiente: el caso expiró por diez días.

12. Si hubiera fallado eso había cartuchos en la recámara. Sus abogados podían haber abandonado la defensa y se hubiera tenido que nombrar un abogado de oficio, que habría pedido un aplazamiento para estudiar el caso. También podían haber solicitado una última declaración espontánea de su cliente antes de la sentencia, a la que tiene derecho, un truco que ya usó en el caso SME en vísperas de la sentencia para que le diera tiempo a aprobar una ley de inmunidad, que también fue declarada más tarde inconstitucional. Por el camino han quedado también otros tres intentos de torpedear el juicio jugando con el reloj mediante leyes aprobadas por su Gobierno. Una, el delirante ‘proceso breve’, que anulaba los procesos que no superaran las tres instancias en seis años y medio, una utopía en Italia. Otra reducía aún más los plazos de prescripción a los imputados sin antecedentes. Una tercera alargaba los procesos obligando a los jueces a aceptar todos los testigos citados por la defensa.

Primera reacción de Berlusconi tras el fallo: “Se ha hecho justicia a medias”. Es que el pobre quería la absolución. Estaba muy ofendido.

Ha quedado probado que Berlusconi sobornó a Mills, aunque nuestro hombre prometió solemnemente que no le conocía de nada: «No conozco a David Mills, lo juro sobre mis cinco hijos. Si fuera verdad, me retiraría de la vida política, dejaría Italia» (20 de junio de 2008).

Los dos diarios afines al magnate, Libero e Il Giornale,  titularon al día siguiente de forma idéntica: “Berlusconi-fiscales, 25-0”, en referencia a 25 procesos y ninguna condena firme. Sin embargo en diez de sus juicios era culpable pero siempre se libró de alguna manera: con dos amnistías, dos aboliciones del delito de falsedad contable aprobadas por su Gobierno y seis prescripciones. Además del caso Mills, en las otras cinco quedó probado que financió ilegalmente al PSI de Bettino Craxi, compró a un juez para hacerse con el control de la editorial Mondadori y falseó al menos tres veces los balances de su grupo empresarial para ocultar fondos de dinero negro.

Para iluminar a aquellos a quienes les resulte incomprensible la defensa de nuestro héroe, o votarle, o adorarle, el espíritu de los seguidores de Berlusconi se resume en este fragmento de un artículo de Giuliano Ferrara, punta acorazada de sus periodistas de combate. Lo escribió en su diario ‘Il Foglio’ al día siguiente de la sentencia:

“La sentencia Mills redime una Italia tal vez irreverente, quizá no impecable, pero menos cínica de aquella que la persigue apretando los dientes y considerándose infaliblemente honesta, una Italia que pone en la balanza un poco de presunta culpabilidad y una discreta necesidad de libertad, una sonrisa benévola que tiene objetivos personales y políticos ante una verdad que pretende llevar toga mientras viste el uniforme de un odio político y cultural evidentísimo, y elige lo que considera lo mejor. Salirse con la suya quiere decir muchas cosas. Quiere decir ser listos, ricos, audaces y presuntos culpables (y Berlusconi es un presunto culpable haga lo que haga) y ganar los procesos de una forma o de otra. Quiere decir también evitar una trampa, dejar como tontos a los lobos vestidos de sacerdotes de la Justicia que te quieren morder, quiere decir defenderse de lo faccioso y los prejuicios. Quiere decir, como en los cuentos de Boccaccio y Cervantes, poner en juego la ironía, la fuerza del carácter, una sutil forma de sabia locura, en vez de la oscura melancolía de un regimen institucional vicioso”.

 

Como pueden comprobar, es otra forma de verlo.

Berlusconi tiene otros cuatro juicios abiertos. Prescribirán también, salvo el de ‘Ruby’ por prostitución de menores y abuso de poder. Como es reciente caduca en 2025 y es su mayor preocupación. Con 75 años, aspira a la presidencia de la República.

Veamos un trozo de ”Totótruffa’ (Camillo Mastrocinque, 1961) con el timo del ‘vespasiano’, nombre de los urinarios públicos que había por Roma hasta hace unos años, en honor del emperador que los inventó:


 

 Sinopsis: Totó y su cómplice se ponen a plantar un urinario delante de un restaurante, para desesperación de su dueño. “¡Aquí, donde la gente come!”, protesta. “Hay otras funciones igualmente importantes”, replica Totó, que se hace pasar por ingeniero. Así que el pobre hombre va donde el otro y recurre a la frase clásica para estos casos, con los gestos de las manos correspondientes: “¿No habría modo de arreglar esto entre nosotros? En confianza, ¿usted cree que el ingeniero come?”. “Sí, come, come”, constesta. Así que prueba. Totó reacciona airado, preguntándole si está loco y le advierte que acabará en la cárcel. El hostelero le pide al menos que espere a que presente un recurso al ayuntamiento, pero Totó le señala que ya hay clientes esperando, por un niño que está allí mirando. Entonces le cuentan que en otro restaurante han conseguido alejar el cacharro con una oferta para los niños pobres. Le dice que ha dado 50.000 liras, aunque el cómplice añade 5.000 más, su comisión. Cerrado el trato Totó le dice al niño que vaya a mear a su casa porque allí se suspenden las obras. Luego, al irse, se saltan el semáforo en rojo.

 

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