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Íñigo Domínguez

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Un día en el circo

Ante la decisiva votación del próximo martes en la Cámara de Diputados, una moción de confianza contra Berlusconi que puede hacerle dimitir, los números son muy inciertos. Quizá pierda o quizá gane por muy poco, aunque tampoco así va a ir a ninguna parte. El reto ahora es ver hasta cuándo se prolonga la agonía: si se zanja el martes o seguimos mareando la perdiz. Pero el martes hay que contar los votos a favor y en contra. En este escenario de suspense, hay un gran movimiento de cambio de chaquetas y de curiosos personajes como los que vamos a ver a continuación. Por ejemplo, en esta rueda de prensa hilarante que tuvo lugar el jueves. Tres diputados (chicos de la foto) que, de repente, dejan la oposición y se teme que se pasen con Berlusconi. Como les llaman traidores, han decidido juntarse en un nuevo grupo parlamentario (Movimiento de Responsabilidad Nacional) y así al menos se hacen compañía, aunque cada uno viene de su padre y de su madre. Veamos como lo explican. Les advierto que es mejor que una escena de los hermanos Marx:

Sinopsis: El que habla primero es Massimo Calearo, elegido con el PD de Veltroni, pasado luego al API de centro de Rutelli y ahora en transición hacia no se sabe dónde. A su lado está el honorable y ostentóreo Domenico Scilipoti, que estaba en IDV, el partido más antiberlusconiano que existe, del ex-magistrado Antonio Di Pietro. A la izquierda del todo, Bruno Cesario, que también era del PD, luego de API y ahora tampoco se sabe.

Dice Calearo: «Para empezar, hoy por hoy, no sé si lo habéis notado, nos une una corbata. La tenemos los tres igual y lleva el símbolo de nuestro país. (…) Y tenemos tres posturas distintas: yo estoy convencido de abstenerme el martes, él está convencido de… (mira los apuntes porque ni él se aclara) de no dar la confianza al Gobierno, mientras el amigo Cesario votará a favor de la confianza. Nos hemos dicho, sin embargo, que tenemos que hacer un tramo de camino juntos y que gane el mejor. Nosotros querríamos llegar el día 14 a votar los tres juntos (y siguió, aunque en el vídeo no sale: «aunque esperemos que no se llegue al martes»). Puro Groucho en la república de Fridonia.

Inciso: Scilipoti aclaró luego que «en este momento estoy orientado a votar no, pero el día 14 no lo sé». A propósito, la insignia que llevan los tres es una especie de símbolo oriental con la bandera italiana, invención de Scilipoti: «Es un concepto espiritual, una revisitación patriótica del ying y el yang. Lo he hecho con mis propias manos». No, si todo tiene más miga de lo que parece.

Sigue una intervención del pasional Scilipoti, que vendría a ser Chico, el liante: «¡Nosotros tenemos una gran, gran debate en el seno de estos tres parlamentarios, que se preguntan cuáles podrían ser las condiciones de seguridad para el país!».

Y luego, el plúmbeo colega Cesario, que podría ser Harpo, el mudo, pero en triste: «Es el momento de la responsabilidad, y por eso nos llamamos Movimiento de Responsabilidad Nacional».

Añade Scilipoti: «Sin traiciones, aquí no hay gente que traiciona, hay gente que no ha unido el cerebro al mogollón, aquí hay gente que quiere hacer el parlamentario (…) ¿Pero usted cree que yo puedo estar dentro de un partido en el que se habla de medicina no convencional y acupuntura y se dice que son brujería?»

Inciso: es que Scilipoti es médico homeópata. Es más, cuando a su líder, Antonio Di Pietro le dijeron que le traicionaba y se largaba con Berlusconi dijo perplejo que eso era imposible, que era de fiar porque era un médico buenísimo y a él le había atendido siempre fenomenal.

El vídeo salta ahora a otra rueda de prensa muy entretenida, protagonizada por Antonio Razzi, otro del partido de Di Pietro que se pasa al centro-derecha. Fue famoso hace dos meses, en la anterior moción de confianza del 29 de septiembre, porque denunció el cortejo descarado de los hombres de Berlusconi, que hasta le habían ofrecido pagarle la hipoteca (mutuo) de un piso de Pescara. Es lo que le preguntan en ese momento. La respuesta es un clásico italiano para desdecirse: «È stata una battuta». ¿Cómo traducir ‘battuta’? Pues que ha sido una frase hecha, dicha por decir, que no iba en serio, medio en broma, que no hay que tomarla literalmente. Además añade que no es verdad. Pero eso ya lo veremos luego.

Entonces le recuerdan que anteayer ha declarado que votaría como dijera su jefe, es decir, Antonio Di Pietro. Lo que pasa es que luego ha cambiado de jefe, porque se ha pasado a otro partido. Lo explica así: «He tenido 48 horas de reflexión. Ayer me vino a ver a Pescara el amigo Porfidia, con argumentos distintos, digamos que… que me siento tranquilo y esto ha cambiado la…»

¿Quién es este Porfidia? Americo Porfidia es otro que estaba en IDV con Di Pietro, lo fichó porque era alcalde de un pueblo cerca de Nápoles y tenía su público. Luego fue investigado por extorsión y hace unos meses se pasó con a un minipartido del centro-derecha, ‘Noi sud’ (Nosotros sur). Es a donde se va ahora Rezza: son tres y con él, ahora, cuatro. Porfidia ha explicado místicamente la conversión de Razzi: «He estado cerca de él en estos meses, en el largo proceso intelectual que ha producido esta elección». Le preguntaron a Razzi que en qué quedamos: si había sido un largo proceso intelectual o 48 horas, y éste respondió con una sonrisa.
El vídeo termina con la irrupción de un colega despechado que le reprocha su traición. Es una escena que se repite mucho estos días.

Antes de seguir con el circo, detengámonos un momento en el honorable Antonio Razzi y el asunto de la hipoteca, por dejar las cosas claras. Basta ver una entrevista suya de hace dos meses, antes de la anterior votación de confianza del 29 de septiembre. Entonces defendió ardientemente su integridad. Les aseguro que se trata de la misma persona de antes:


Traducción:

-Honorable Razzi, usted estaba entre los diputados que se consideraban ‘papables’ para este grupo de responsabilidad nacional (ya entonces se manejaba esta prosopopeya salvífica) ¿Es verdad?
-Sí, ha habido acercamientos de amigos que conozco desde hace cuatro años, pero he sido siempre coherente con lo que soy. Yo he sido elegido con el partido de Italia de los Valores (IDV) y quiero continuar como tal, hasta la muerte, esperando que Di Pietro, mi presidente, me tenga a su lado. Hasta que él me tenga yo estaré ahí. También por respeto hacia aquellos que me han votado. Yo he tenido cerca de 3.500 votos (su escaño es de italianos que viven en el extranjero), ¿quién va a decirles a estas 3.500 personas que he sido comprado por un partido de fulano y mengano? Es una cosa que no está bien. Es como lo veo yo y lo deberían ver los demás diputados que no se deben dejar comprar, porque el ciudadano no quiere estas cosas, porque si el ciudadano te ha elegido para representarlo es un deber de cada parlamentario hacerlo.

Luego habla de ley electoral, que no permite la elección directa en Italia, sólo en el extranjero, que es donde ha salido él con esos 3.500 votos. Pero la periodista va al grano:

-Usted hablaba de acercamientos ¿cuándo han sido?
-Ya desde antes de las vacaciones de verano y, sinceramente, debo decir que también ayer por la noche, apenas llegué a Roma.
-¿Pero qué significa, explique cómo es?
-Bueno, las propuestas son atractivas. Yo he dicho, personalmente, que aunque tengo que pagar todavía una hipoteca prefiero no aceptar nada, porque la hipoteca me la quiero pagar yo.
-¿Pero le han ofrecido pagar la hipoteca en su lugar?
-Sí, quizá con ofertas buenas, con puestos buenos,…
-¿Qué significa puestos?
-Ser no sólo parlamentario, sino tener un cargo…
-¿Y de entrar en el Gobierno?
-Bueno, también de esto hemos hablado, pero ya sabe que las palabras se las lleva el viento. La propuesta concreta es la de ser reelegido seguro, en Italia, no en el extranjero. ¿Qué quieres mejor que esto, una candidatura segura? Y he dicho: ‘Sí, es bello, pero yo soy un obrero y estoy orgulloso de ello’. Porque los obreros no se compran así como así, no soy una mercancía, soy una persona.

Se refiere a su pasado como emigrante en Suiza hace medio siglo.

FIN

No sé si habrán podido reponerse de la impresión. El jueves le preguntaron en la rueda de prensa a quién había que creer, si al que decía estas cosas o al de ahora. Respuesta con una sonrisa: «No era verdad nada. Hacía sólo propaganda para Di Pietro». Y santas pascuas. Naturalmente, queda la incertidumbre de la hipoteca. Es una tensión con la que viven muchos ciudadanos.

Pero no se debe desdeñar la entrevista de Razzi que acabamos de ver, aunque él lo haga. Se trata de una utilísima lección abreviada de cómo funciona esto de comprar diputados en Italia. Resumiendo, los sistemas son:

-Dinero. El truco más usado son supuestos pagos de trabajos de asesoría, dividido en partes. La tarifa, según dijo Calearo el otro día a un diario, anda por los 350.000 euros. No es nuevo y ya se habló de ello hace dos meses con un ejemplo de libro. La Fiscalía de Roma ha abierto una investigación, pero es una tontería, nunca van a pillar a nadie.

-Poltronas. Los interesados suelen aparecer luego de subsecretario de algo o le meten por ahí en algún consejo de administración de una administración pública, y a vivir.

-Reelección. Ser diputado es el mejor chollo, no hay que hacer nada, se cobra un sueldazo, se mangonea y se ejercen influencias. Además después de media legislatura se tiene derecho a una fastuosa pensión vitalicia. Sí, sí, de por vida.

Es precisamente es esta última variante donde se ha especializado el inefable Francesco Pionati, el periodista de la RAI que hacía las crónicas del Parlamento para el telediario y que, tras entrar en política, salía en la tele de portavoz de la UDC de Casini haciendo lo mismo. «La mayor parte de la gente cree todavía que sigo siendo periodista. No les corrijo porque a fin de cuentas no conviene», ha reconocido. Luego plantó a Casini y acabó en la órbita de Berlusconi con su propio partido enano intentando robarle las lentejas a su ex-jefe con la ADC, Alianza Di Centro. El partido enano monopersonal es la verdadera senda de los idealistas en este país. Siempre llega la oportunidad.

Pionati ahora hace un callado y valioso trabajo de rastreo del sotobosque parlamentario para Berlusconi. Según ha confesado en una de las descacharrantes entrevistas de Antonello Caporale en ‘Repubblica’, se pasea por el Parlamento, ve a uno de los 35 diputados de Fini que se largaron con él tras romper con el magnate y les pregunta de sopetón: «Hola pavo, ¿quieres morir en Navidad?». Tiene gracia ¿no?. Lo dice en romanesco, que es más socarrón: «Vuoi morì?». «Explico a mis pavos que están locos si celebran la Navidad», argumenta. El símil del pavo se explica de la siguiente manera. Si hay elecciones anticipadas Fini se presentará con su nuevo partido, pero es difícil que saque un número de votos suficiente para recolocar a los 35 diputados que tiene ahora. Se calcula que quizá saque unos 20. Es decir, sobran 15. La táctica de Pionati es acercarse a los peor colocados en la carrera por el escaño, los que menos pintan, porque el fin de la legislatura significa su fin como diputado, y adiós sueldazo: «Si quieres sobrevivir, el día 14 aprieta el botón de Berlusconi, futuro asegurado». Se supone que el magnate es el único que puede ofrecer poltronas, porque tiene los puestos que los de Fini han dejado libres. Si no, Pionati le echa una mano: «Mi partido, la costilla católica del centro-derecha, sacó 120.000 votos en las últimas regionales. Son tres parlamentarios. Yo ahora estoy solo, tengo sitio para dos».

Puede que no sea mala idea. Miren el empaque de un acto de puesta de largo de ADC:

Sinopsis: Se trata de un vídeo de un histórico programa satírico, ‘Striscia la notizia’, que muestra un mítin. Señala a Pionati, «que sigue pareciendo un enviado especial del telediario en el lugar de un desastre» y luego enseña el entusiasmo de los presentes. Es el clásico auditorio de amigos, conocidos y cuñados, haciendo bulto quizá con la esperanza de conseguir colocación. Siguen dos elementos que no pueden faltar en Italia en cualquier acto conservador: un cura y una tía buena, de madrina. Es ella la que presenta el himno del partido, y aquí viene lo bueno: parece una canción de ‘Barrio Sésamo’. El locutor del programa se descojona de risa y hasta propone un karaoke, que me evita la engorrosa tarea de tener que traducírselo. Pionati, qué crack. ¿A que dan ganas de apuntarse a su partido? Vamos, no me sean pavos.

FIN

Se debe añadir al repertorio de técnicas de fichaje la ya conocida de los favores. Recuerden a Berlusconi en 2007 intentando enchufar en la RAI a una moza que interesaba a un senador de la oposición al que quería llevarse al huerto para hacer caer el Gobierno.

Otro ejemplo es el de Paolo Guzzanti (chico de la foto). Hablábamos el otro día de él. Es el que abandonó indignado a Berlusconi denunciando la ‘mignottocrazia’ (putocracia). Pues bien, ahora resulta que a lo mejor el martes vota a favor de él. Aunque él dice que es sólo «una provocación». Es otro clásico italiano, como la ‘battuta’. Consiste en decir algo a ver qué pasa, o directamente una parida que luego se maquilla como ocurrencia provocadora. Lo que ha dicho es que si Berlusconi acepta cambiar el sistema electoral «le daremos nuestro voto». Es una forma de hablar curiosa, porque tras romper con Berlusconi es el único diputado de su formación. Veamos cómo lo ha explicado hoy al ‘Corriere della Sera’:

-¿Por qué dice ‘nuestro voto’?
-Es verdad que tenemos un solo diputado, pero no decido en solitario. Milito en el Partido Liberal Italiano, con Carlo Scognamiglio como presidente y Stefano de Luca de secretario, un partido de verdad que ayer reunió la dirección.
-¿Y qué han decidido?
-Yo no estaba, tenía una cena en Reggio Emilia. Estoy contento de no haber estado porque la dirección, después de un par de horas de discusión, ha deliberado dar mandato a su parlamentario, o sea a mí, para que vote en función de lo que Berlusconi diga sobre sistema electoral y privatizaciones.
-Así que gana tiempo usted también. En días de compra de diputados no es elegante. ¿Sabe que corre otro rumor sobre usted?
-¿Cuál?
-Que ‘Il Giornale’ (periódico de Berlusconi) está pensando si le renueva el contrato, así que…

Guzzanti explica entonces que, en efecto, es colaborador del diario y cobra 7.000 euros al mes, aunque no escribe desde hace un año. Pero le quedan siete u ocho meses de contrato.

-¿De verdad que no tiene nada que ver con el voto del martes la renovación del contrato?
-No, no tiene nada que ver.

En fin. Ya veremos lo que vota el martes. Hasta aquí hemos llegado por hoy. No sé si se han hecho una ligera idea de lo que es la política italiana, como un circo: sus partidos enanos, sus personajes equilibristas e imprevisibles, su amplia ambigüedad transformista, el desapego por los huecos ideales, las grandes dosis de morro, la retórica fabulosa, el reino del puro interés personal y la ausencia en amplios sectores del interés general. El mayor espectáculo del mundo.

Para terminar, vamos a profundizar en ese delicioso arte de adaptarse al viento que sople, pero con sutileza y elegancia, para garantizar la propia supervivencia, algo que bien mirado es una cosa muy seria. Lo hacemos con el inmenso Aldo Fabrizi en la película ‘Vita da cani’, (Vida de perros), del maestro Monicelli, de 1950. Va de una compañía de cabaret cutrona que hace giras por los pueblos, siempre muertos de hambre y sin una lira, como en el ‘Viaje a ninguna parte’ del maestro Fernán Gómez.


Sinopsis: Aquí vemos a la compañía llegando al hotel de un villorrio donde actúan esa noche. Esta tropa podría perfectamente ser la imagen de uno de esos pobres partidos enanos que vagan por el Parlamento en busca del sol que más calienta. Tras arreglar el asunto de las habitaciones, aunque el dueño no se fía (y hace bien, porque no le van a pagar), Fabrizi dice a su secretario que va a resolver un asunto crucial para su actuación, que se basa en chicas guapas, pero también en parodias y números cómicos (vamos, como cierta política en Italia): la clave es saber ‘come la pensano’ en el pueblo, cómo piensan. Es decir, qué ideología predomina en el pueblo, de qué pie cojean, para adaptarse en consecuencia y hacer los números sobre política en la línea adecuada. Así que va a hablar con el camarero para enterarse. Veamos este prodigio camaleónico de sobreentendidos.
-Bonito este pueblo, ¿usted es de aquí?
-Sí.
-Se debe de vivir bien.
-Bah, antes (una volta)… pero ahora…
Fabrizi alza las orejas ante el dato:
-Ah, antes… en la época de…
-Ya…
-¿Cómo piensan aquí?
-¿Qué quiere decir cómo piensan aquí?
-Quiero decir, políticamente,… cuál es la corriente más…
-¿Y usted cómo piensa?
-Bueno, yo soy actor, estamos un poco por encima de la política…
-¿Pero cómo piensa, perdone?
-No tenga miedo, de todos modos yo me voy, somos amigos… Puede decirlo, no es que… Somos más o menos… ¿Cómo piensa usted?
-Dígalo primero usted.
-Bueno… es que… hay otro modo de pensar.. yo pienso…
-Ah, entonces usted piensa como yo. Muy bien.
Pero eso a Fabrizi no le arregla nada. Le pide que se olvide del café y le explica que son actores, que debutan esa noche en el teatro y como tienen que hacer escenas políticas…
-¡Entonces sacudidles bien!
Pero Fabrizi sigue sin saber a quién.
-Ya.. ¿pero podemos? ¿sin miedo?…
-Ciertamente.
Y ya se harta:
-Mire joven, explíqueme claramente porque nosotros afrontamos la muerte (como los diputados), sacudir a esos ¿a quién?
-¡A los camaradas!
Por fin el hombre se relaja, dice que le regala una entrada, porque mejor que vaya sin la mujer, y se va con misterioso aire de complicidad. Luego saluda a una jovencísima Gina Lollobrigida y se va.

A continuación hay una escena de camerino que nos podemos saltar y empieza el espectáculo. Vemos a Fabrizi disfrazado de Stalin en plan payaso, preparado para un número que ridiculiza a los comunistas. Pero en eso un tipo del teatro le dice que le daría un abrazo. Fabrizi se piensa que es un admirador. «Desde luego si viniera a Italia las cosas cambiarían», añade. Fabrizi responde extrañado que siempre ha trabajado en Italia, pero el tipo le saca de su error. Entonces comprende. Le explica que en el pueblo son todos comunistas, salvo uno, justo el camarero del bar de su hotel. Fabrizi se maldice por su mala suerte, pero ya es demasiado tarde, el otro actor no tiene ni idea del cambio de planes y sigue con el guión. Fabrizi intenta hacérselo entender y salvar los muebles, pero nada. Fracaso total.

¿Comprenden? Es fundamental jugar bien las cartas y no equivocarse con las propias opiniones. Deben coincidir siempre con lo más conveniente. Lo demás es un suicidio. Peligra la vida del artista. En eso andan ahora un buen montón de diputados italianos, sin dormir por las noches, pensando en la hipoteca. El número final, con risas y lágrimas, será el martes. Qué nervios.

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