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Lui (22): off shore

En Italia, como ya hemos contado alguna vez, se aprende mucho inglés. También el inglés de negocios, que es el más exigido en los currículums, y este mérito debe atribuirse en gran medida a Silvio Berlusconi. Casi todos sus procesos judiciales están llenos de complicadísimos artilugios financieros de gestión de dinero negro salpicados de términos en inglés. Hay uno, sobre todo, que sale mucho: las sociedades ‘off shore’, es decir, de ultramar, las empresas registradas en paraísos fiscales ajenas a todo control, donde se puede lavar dinero con gran comodidad.

De estas cosas tan sofisticadas y elegantes llevo oyendo hablar desde que llegué a Italia en 2001, siempre gracias a nuestro hombre. Fue entonces cuando se hablaba del gran caso ‘All Iberian’, el sistema de contabilidad secreta de Fininvest, el emporio audiovisual de Berlusconi. Tenía el tío nada menos que 64 sociedades ‘off shore’ en tres niveles. Según una famosa auditoría de KPMG, en el primero había:

-21 empresas con sede en las islas Vírgenes.
-5 en la isla de Jersey
-2 en Bahamas
-1 en la isla de Guernsey

Luego había otras trece, controladas por las anteriores. Y después, en cascada, otras 22. Es como una gran fila de muñecas rusas, empresas que al final no se sabe ni de quién son, ni a qué se dedican ni nada. Ni idea tampoco de lo que ha pasado con ese dinero. Como señalaba el otro día ‘La Repubblica’, quizá Berlusconi se lo ha traído a Italia con alguna de las amnistías fiscales que ha aprobado su Gobierno, que permiten preservar el anonimato, pero a lo mejor esa fortuna sigue flotando por ahí en islas paradisiacas. Como los protagonistas de ‘Travolti da un insolito destino nell’azzurro mare d’agosto’ (1974), de Lina Wertmuller, que nos acompañarán hoy en estas líneas. El título se las trae, como todos los de esta curiosa señora, que no los tiene de menos de dos líneas. Quiere decir algo así como ‘Arrastrados por un insólito destino en el azul mar de agosto’. Va de una pija milanesa (Mariangela Melato) y su empleado siciliano (Giancarlo Giannini, con su genial cara de loco) que naufragan en una isla desierta.

Sinopsis: Toda la película es un ejercicio un poco retórico, pero que tiene su gracia, de oposición norte-sur (milanesa-siciliano, fíjense en los acentos), rico-pobre, capitalista-comunista. Un cosa ideológica-freudiana muy de los setenta. Ella tiene la típica erre ‘moscia’ a la francesa y él es un macho latino del pueblo. La chica acusa a Genarino de que el naufragio es culpa suya y no acepta consejos: «Malpensado y aproximativo como todos los meridionales, ¿por qué debería fiarme de usted como si fuera suizo? Usted es negado, no se pueden pedir peras al olmo». Entonces Genarino se cabrea y saca el genio. La manda a tomar vientos. Acaba de estallar el conflicto de clases. Eran otros tiempos.

FIN

Volviendo a lo nuestro, lo de All Iberian fue en 2001. El caso -imagino que lo adivinan- prescribió en parte y por otro lado el delito por el que se imputaba a Berlusconi, la falsedad en balancel, fue despenalizado por el interesado nada más llegar al poder en mayo de 2001. Dejó de ser delito y se acabó el juicio.

Pero nunca se acaba de aprender con Silvio. Estas semanas se ha sabido que la compra de su mansión de la isla de Antigua -la isla de la foto que abre este texto- ha sido un poco rara. Un reportaje de ‘Report’, en RAI 3, y sucesivas informaciones de la prensa han contado que la compró a través de una sociedad llamada Flat Point. No es la inmobiliaria de la esquina y no pagó con una hipoteca, como la mayoría de ustedes. No, se trata, otra vez de otra entretenida cadena de cajas chinas de empresas que terminan en Curaçao, Antillas Holandesas. Ya ven que se aprende también mucha geografía caribeña.

‘Report’ planteó que los números eran extraños. Berlusconi pagó 22 millones de euros por cuatro acres de terreno, unos 143 dólares el metro cuadrado, frente a los 8,6 del valor original. Y todo el complejo de lujo no vale más de 700.000 euros. Es decir, un gran negocio para la Flat Point, que no sabe de quién es ni dónde guarda esa fortuna ni por qué Berlusconi les suelta la pasta tan generosamente. Pero es que además el primer ministro envió el dinero a través de Banca Arner, una entidad suiza cuya filial italiana ha sido investigada por el Banco de Italia por ser sospechosa de blanqueo de dinero. Según la prensa italiana, en realidad este banco está estrechamente ligado a Silvio Berlusconi, que posee la cuenta número uno, y toda su parentela de amigos y familiares tiene otra.

Dicho esto, la presentadora de ‘Report’, Milena Gabanelli, concluyó: «¿Esos 22 millones corresponden al valor real de mercado de lo que ha comprado? ¿Y a quién se los ha dado y quién es el propietario de media isla? ¿Él mismo? Es una opacidad que el primer ministro debería disipar». La prensa luego añadió más preguntas: ¿Quién es el dueño de Flat Point y de Banca Arner? ¿Es Berlusconi? ¿En cualquier caso, por qué el primer ministro usa un banco de tan pésima reputación para sus negocios?

La respuesta de Berlusconi no fue contestar a estas preguntas, pues sería para él un cambio de imagen más radical que todos su implantes capilares, sino denunciar al programa. La presentadora dijo, con lúcida composición de lugar, que ella en cambio no podría denunciarle a él, porque el primer ministro bloquea sus procesos con leyes que lo protegen y además ultima una ley de inmunidad. La tercera, a ver si esta vez cuela.

En nuestra película de hoy ya se hablaba de estos temas tan viejos como el mundo:


Sinopsis: Como era de esperar, en estado salvaje el sirviente se viene arriba. Consigue comida y se lo monta por su cuenta, ninguneando a la señora, que se niega a reconocer que ahora él es el jefe. Lo que pasa es que mientras tanto se muere de hambre. Le llama miserable y le dice que debe de haber una ley, omisión de socorro o algo así, que castigue el estar comiendo dejando en ayunas a los demás. Entonces él contesta: «Ya, pero debemos considerar que si hubiera una ley de este tipo estarían en la cárcel todos los ricos del mundo, pero como no la hay, en la cárcel sólo están los pobres». Entonces ella profiere con una agudísima entonación una de las frases de la película: «Comunista del cazzo!». También es una de las ideas fijas de Berlusconi.

FIN

Alguno de ustedes, sin llegar a ser un comunista de mierda, se preguntará si los estados occidentales, la UE, la OCDE y demás familia, todos nosotros, no estamos en realidad embarcados en una batalla sin tregua contra los paraísos fiscales y la especulación financiera, que tan mal se han portado y tienen la culpa de la crisis. Por eso no deja de ser gracioso que el primer ministro de un país del G-8 sea cliente asiduo de las empresas ‘off shore’.

Pero no sólo es Berlusconi quien en Italia tiene estas aficiones. Por ejemplo, el otro día el ‘Corriere della Sera’ revelaba otro récord en este campo. Investigando a otro de los clientes de la Banca Arner, el Grand Hotel de Via Veneto en Roma, los magistrados italianos se toparon con un auténtico juego de la oca de sociedades ‘off shore’: 30 firmas extranjeras y 15 italianas, que con cinco fusiones y diez traslados han tenido en doce años 70 razones sociales en 50 sedes distintas de seis países. Y al final del recorrido aparecía un tal Giovanni Acampora. Ustedes no sabrán quién es, pero en Italia tiene su carrerón. Es un ex-capitán de la Guardia di Finanza (la unidad que investiga delitos económicos) y abogado especializado en tinglados financieros que trabajaba para… Berlusconi. Fue condenado junto a Cesare Previti, mano derecha del actual primer ministro, en los casos IMI-Sir y Mondadori por corromper jueces para que emitieran sentencias favorables a sus clientes. En el segundo caso se trataba del propio Berlusconi, aunque él se libró de la condena por prescripción del delito. Previti y Acampora compraron un juez con dinero de Berlusconi… procedente de sociedades ‘off shore’ de All Iberian.

Viene al pelo otra escena de la película que supera el conflicto de clases. Al final los dos náufragos tienen un lío:


Sinopsis: La pija le pide al chico que le haga lo que Berlusconi hace con la ley desde hace años, parafraseando un viejo chiste de Woody Allen. El problema es que él no sabe lo que significa: «Lo haces aposta para hacerme sentir ignorante, con estas palabras difíciles. ¿Pero qué porquería es esta cosa? ¿Qué manera de hablar?», le reprocha. Le pasa como a mí y los simples mortales con el palabro ‘off shore’. Y luego añade: «En el amor no hay vulgaridad, os la habéis inventado vosotros los burgueses». En fin, que se enamoran.

FIN

A modo de epílogo, añadiremos que el compadreo con el ‘off shore’ tiene otros sospechosos habituales de ilustre rango. El Vaticano, sin ir más lejos, que figura tranquilamente en la lista de paraísos fiscales. Les sonará el IOR (Instituto para las Obras de Religión), el banco de la Santa Sede. En los ochenta estuvo metido hasta el cuello en el gran escándalo de la quiebra del Banco Ambrosiano y luego reapareció en Manos Limpias. Se dedicaba, entre otros fines loables como llevar las cuentas de órdenes religiosas y enviar dinero a misiones remotas, a lavar dinero para la Mafia, la masonería y los grandes partidos italianos. El IOR es un chollo del relativismo moral que sacude nuestro tiempo y contra el que combate Benedicto XVI: es un banco que escapa a todo control, con titulares anónimos de 44.000 cuentas y que puede hacer operaciones con cualquier lugar del mundo sin dejar rastro. Ya hablaremos más de ello otro día, porque si no me salgo del blog. Ahora vuelve a ser noticia porque el Banco de Italia ha dejado de mirar para otro lado, le ha bloqueado dinero y está investigando varias operaciones sospechosas. De todos modos es de justicia matizar que con el IOR está pasando como con la pedofilia: Ratzinger ha decidido hacer limpieza y poner fin a décadas de delincuencia criminal y secretismo, pero le está tocando a él pagar el pato. El Vaticano quiere ponerse en regla, adoptar los parámetros de legalidad internacionales y entrar en la ‘lista blanca’ de países que combaten el lavado de dinero. Aunque estamos en 2010 y la verdad, podían haberlo pensado antes.

Quizá les queda curiosidad de cómo termina la película. Pues cómo va a terminar. Siempre ganan los mismos:


Sinopsis: Giannini grita fuera de sí: «¡Los ricos nos joden siempre. Puttana industriaaaaleee!».

FIN

Es curioso lo que pasa con estas películas de tesis e ideología dialéctica de los setenta. La pija es plenamente actual. El que no es actual es su empleado, porque ha desaparecido la retórica comunista, el anhelo de cambio o revolución, el rencor social. Para lo bueno y para lo malo. Hoy este personaje sería igual, pero seguramente no tendría la más mínima noción política, sería mucho más plano y podría apuntarse a ‘Gran Hermano’. A lo mejor hasta votaba a Berlusconi o la Liga Norte. Ya somos todos como corderitos. Sin ir más lejos, Madonna hizo un ‘remake’ en 2002 de esta película con su marido que debía de ser un tufarro de mucho cuidado.

Parte de su cine no ha envejecido bien, pero algún día tendremos que hablar más de Lina Wertmuller. Aunque sólo sea porque en 1977, tras esta peli que hemos recordado, fue la primera mujer en obtener una candidatura al Óscar como mejor director, por ‘Pasqualino settebellezze’. Siempre con Giannini, su actor fetiche. Y salía Fernando Rey.

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