27. La cuchara de Totti
Un amigo que se muere de risa con las historias de Totti, el grandioso jugador de la Roma, quería un recuerdo de verano. Para comprender la dimensión de Totti debe decirse que es un romano de pura cepa, rayano con el borono, que aspira a ser un Beckham de Trastevere, sobre todo por su mujer, la azafata televisiva Ilary (pronúnciese Ilery, en inglés a la italiana). Su boda con sombrero de copa, apoteosis de lo kitsch, fue retransmitida por canal de pago (ver foto) y seguida por 1,3 millones de personas. A su hija la han llamado Chanel.
En Italia le tachan de analfabeto para arriba, pero da igual, es muy majete. Tiene una gracia innata y seguramente inconsciente. Se lo rifan en los anuncios y, ya que es el tonto de los chistes, reunió los mejores en dos libros, cuyos beneficios donó a Unicef. Sus memorias se titulan ‘Mo je faccio er cucchiao’ (‘Ahora les hago la cuchara’, en dialecto), por una de sus mejores anécdotas. Semifinales de Eurocopa 2000, Italia-Holanda, penaltis. Diálogo de Totti y Di Biagio. D.B.: “Estoy acojonado”. T.: “A quién se lo dices ¿has visto qué grande es el portero?”. D.B.: “Vaya ánimos que me das”. T.: “No te preocupes, ahora les hago la cuchara”. D.B.: “¿Qué? ¿Estás loco?”. Totti va al punto de penalti y lo lanza de vaselina. Golazo, clase e ironía: Francesco Totti. Ganó Italia. Claro, que en la liga le ha salido mal alguna vez y se han reído de él.
FIN
Ahora, con las posibilidades técnicas del maravilloso mundo de los blogs, podemos ver aquel momento memorable. Recuérdese que Holanda había fallado dos penaltis durante el partido y terminó cero a cero, y que se jugaba en Amsterdam.
Completemos el asunto con una recopilación memorable de ‘cucharas’ de Totti. Por cierto, que por ahí se ve el famoso gesto al banquillo de la Juve en tres tiempos: silencio-cuatro chicharros-a casa:
28. Mártires del fútbol
Es la última de fútbol, lo juro, pero tenía que hablar de dos símbolos sentimentales del ‘calcio’ romano, que comparten una calle pese a ser rivales. Luciano Re Cecconi y Agostino Di Bartolome representan la época dorada y maldita de sus equipos, cuando ganaron sus ligas más queridas, pues las últimas son más modernas, cotizando en bolsa. Re Cecconi, el ‘ángel rubio’, era el único normal de la Lazio de los setenta, una tropa de cuidado de macarras fascistoides. Todos llevaban pistola. Justo él, que no tenía, entró en una joyería y para hacer el gracioso dijo: “¡Esto es un atraco!”. No era el sitio adecuado. Llevaban dos robos. El joyero lo mató de un tiro. Esa Lazio ganó la liga del 74, la primera, pero no jugó la Copa de Europa por una paliza que les dieron en el vestuario a los ingleses del Ipswich Town el año anterior.
Di Bartolomei era otra alma pura en un fútbol de rapaces. No quería jugar la final europea de la Roma con el Liverpool en 1984 porque sabía que su club había comprado al árbitro en semifinales. El castigo divino fue perder la copa en su estadio en los penaltis. Fue su último partido romano. Luego estuvo en el Milan, pero llegó Sacchi y el fútbol moderno y él se quedó viejo. No se hizo a la jubilación y acabó pegándose un tiro en 1994. En una nota dijo que se sentía en un agujero. Ese día se cumplían diez años de la final con el Liverpool.
(Publicados en El Correo en agosto de 2007)