Una leyenda urbana decía que en Roma no había mafia, aunque en la calle cualquiera te decía que es una ciudad podrida hasta la médula. Ahora se acaba de descubrir la mafia de Roma, con todas las letras, y todo el mundo comenta que se lo imaginaba. El caos de la capital italiana, el total colapso del mínimo servicio público, no podía explicarse sólo con la negligencia y corruptelas crónicas de los políticos. Tenía que haber algo más. Y vaya que si lo había. Según la Fiscalía, se llama Roma Capitale. Así han bautizado a esta nueva organización mafiosa, según el artículo penal 416 bis que describe este tipo de asociación delictiva. Es la primera vez que se aplica fuera del sur de Italia, de los territorios históricos de las mafias, y es la primera organización que surge desde la Sacra Corona Unita, en 1981. Es original y con un matiz político neofascista.
En Italia ha sido un shock nacional, un grado más en la depresión colectiva por la degeneración de la vida pública del país. El martes fueron arrestadas 37 personas, otras 39 están siendo investigadas y han sido secuestrados bienes por 204 millones. Entre los implicados, el anterior alcalde de Roma, Gianni Alemanno, del partido de Silvio Berlusconi. Alemanno (chico de la foto, el de más abajo)provenía del partido exfascista, Alianza Nacional, y con él entró toda una tropa de personajes dudosos de la extrema derecha, algunos con antecedentes y matones de estadio. Durante su mandato, de 2008 a 2013, creció en el ayuntamiento un submundo de complicidades político-mafiosas que se apoderaba de adjudicaciones públicas y untaba dirigentes, de todo color político, con sueldos mensuales de 700 a 15.000 euros. La banda también tenía policías amigos que le advertían de si se movía algo contra ellos. Les ha dado igual el cambio de gobierno, porque tenían infiltrados en todos los partidos y, de hecho, dos asesores del actual alcalde, Ignazio Marino, del Partido Demócrata (PD) de Matteo Renzi han dimitido.
Puede parecer un cuadro clásico de corrupción, similar al que ha salido a la luz en las últimas grandes obras públicas italianas, como la Expo de Milán, el gran dique Mosè de Venecia o la reconstrucción de L’Aquila tras el terremoto. Pero hay rasgos mafiosos de manual y se asemeja más bien al ayuntamiento de Palermo en los sesenta, con una ciudad vampirizada por el crimen y todos los partidos implicados para que a nadie le interese descubrirlo. Las empresas de la banda gestionaban todo tipo de servicios, desde la recogida de hojas -y así está Roma, llena de hojas e inundada-, a las basuras o, lo más increíble, los centros de acogida de inmigrantes y los campamentos gitanos. “Con ellos se gana más que con la droga”, dicen dos de los detenidos en una conversación grabada. El prefecto de Roma valora si debe disolver el ayuntamiento por infiltración mafiosa.
Los fiscales han advertido que esto “es sólo el principio” y no se sabe lo que puede salir tirando del hilo. En una foto, por ejemplo, aparece en una cena de 2010 la plana mayor de los implicados con el actual ministro de Trabajo, Giuliano Poletti. Muchos políticos se justifican ahora diciendo que esta gente parecía honesta y nadie lo hubiera sospechado. Es un panorama ambiguo de compadreo e ilegalidad ya rutinario en Italia. La Policía ha bautizado la operación ‘Tierra Media’, nombre de la región de ‘El Señor de los Anillos’, de Tolkien, por una de las escuchas, una lección de mafia que da al teléfono el capo de la banda, Massimo Carminati (el señor de la foto de arriba): “Es la teoría de la Tierra Media. Los vivos están arriba y los muertos abajo. Y nosotros estamos en el medio. Porque en este mundo de la tierra media todos se encuentran, y tú dices: ‘¡Coño! ¿Cómo es posible que un día yo puedo estar cenando con Berlusconi? A los del mundo de arriba les interesa que alguno del mundo de abajo les haga cosas que no puede hacer nadie, y entonces todo se mezcla”. Pura mafia.
La mafia de Roma, nacida en la ciudad y formada por romanos, no tiene rituales de afiliación ni la compleja estructura jerárquica de Cosa Nostra, la ‘ndrangheta o la Camorra. Tampoco ha llegado a cometer homicidios, pero ejercía la misma capacidad de intimidación con graves amenazas y, sobre todo, bastaba la fama del capo, Massimo Carminati, de 56 años. Llamado ‘el Tuerto’ tras perder un ojo en un tiroteo con la Policía es un personaje con un currículum criminal impresionante que arranca en un mito del crimen de los setenta. Cuando se decía que en Roma no había mafias, se añadía siempre la salvedad de que sólo lo consiguió la Banda de la Magliana, popularizada hace unos años por la película y la serie ‘Romanzo criminale’, de 2005, titulada en España ‘Roma criminal’. Carminati era uno de sus miembros, apodado ‘il Nero’, el negro. El mote se debe a que era fascista. También militó en los NAR (Nuclei Armati Revoluzionari), grupo terrorista de extrema derecha de los años de plomo que cometió 30 homicidios. Estuvo implicado, aunque salió airoso, en el atentado de la estación de Bolonia en 1980, con 85 muertos, y en el asesinato del periodista Mino Pecorelli en 1979, por el que se acusó, y absolvió, a Giulio Andreotti.
Como cualquier buen terrorista facha en Italia, tenía contactos con la rama sucia de los servicios secretos y participó en atracos famosos, como el de la caja de seguridad de los tribunales de Roma, donde se llevó 147 cajas con dinero y documentos confidenciales. Por alguna razón siempre se ha ido librando de la cárcel. Carminati, que tenía en casa 25 cuadros valiosos, de Pollock a Warhol, controlaba el mercado de cocaína de Roma y los bajos fondos. Se ha repartido la ciudad por zonas con otros tres capos, aunque sigue siendo ‘ciudad abierta’ para los clanes sicilianos, calabreses y napolitanos, que pueden operar pidiendo permiso. Pero Carminati se presentaba como ‘il Re di Roma’, el rey de Roma.
El momento de su captura:
(Publicado en El Correo)