Permítanme una historia de cuando estuve hace poco en Tirana:
El fútbol albanés ha sido noticia, por primera vez en décadas, tras el incidente del dron en el partido contra Serbia. Esto no quiere decir que no tenga sus historias, y nada mejor para escuchar algunas que asomarse al epicentro del fútbol nacional. Se trata del estadio de Tirana, que es como uno de segunda división muy desmejorado. El Qemal Stafa parece exactamente lo que es: un estadio construido por italianos en los años treinta.
Aún así, con sus 20.000 asientos, es el único internacional del país. Entre sus encantos destaca un bar, de acceso directo desde la calle con una escalinata y siempre abierto, que da a la misma tribuna. Es un antro delicioso tapizado de bufandas futboleras de todo el mundo, cerveza como dios manda y una buena tele de pantalla plana. Regenta el garito Arben Xega, de 52 años, que es del Dinamo de Tirana, y también del Inter. Una charla con él es muy instructiva.
El evento más famoso del estadio es el partido probablemente más largo de la historia: tres horas y media. Fue un amistoso surrealista, Real Madrid-Gramozi, equipillo de segunda división, en enero de 2010, con un frío que pela. ¿Cómo se explica? Con los 2,5 millones de euros que el magnate local del petróleo, Rezart Taçi, le soltó a Florentino Pérez. El Gramozi es el equipo de la familia Taçi, por si había alguna duda. Los merengues de Pellegrini llegaron, jugaron y se marcharon en el día. Con Cristiano Ronaldo, Kaká, Benzema y compañía.
Fue un partido muy balcánico. Marcaron los albaneses a los dos minutos. A Guti le sacaron una amarilla. Quedaron 1-2, pero el encuentro será recordado por un apagón en en el descanso. Duró más de hora y media pero allí no se movió nadie. Ni los espectadores, enfurecidos, que habían pagado una pasta y acabaron haciendo hogueras en las gradas para calentarse, ni los jugadores blancos, que querían irse y parece que llegaron a vestirse y todo, pero toparon con la negativa del presidente. Dijo que ni hablar, 2,5 millones son mucho dinero. Florentino se hizo fuerte en el bar.
“Se metieron todos aquí, la directiva, los ministros, policías, en media hora acabé las existencias”, recuerda Arben. También fue un día memorable para la caja del establecimiento. “Pérez era muy simpático, y me dio un montón de regalos. Un llavero, un escudo del equipo, ah, y un reloj de plástico. Se lo di a mi hijo y ¡todavía funciona! ¡Era bueno!”.
La Taçi Oil Cup, nombre del evento berlanguiano del millonario albanés, ya estaba en su tercera edición. Para las dos primeras se entendió, cómo no, con Silvio Berlusconi. Taçi también tiene su currículum, y no solo por ser también presidente de la federación albanesa de ajedrez: un mes antes del partido con el Real Madrid estuvo 15 días en el trullo por sacudir a un periodista que investigaba sus presuntas corruptelas. Taçi llegó a intentar comprarse el Milan, pero solo consiguió alquilarlo para dos amistosos.
No obstante, este estadio ha conocido también la gloria sin pagar. El Dinamo de Tirana y el Partizane, en choques europeos, han jugado aquí contra el Barcelona, el Inter o el Ajax. Arben también recuerda partidos de la selección contra la Alemania de Rummenige o, recientemente, con el Portugal de Cristiano Ronaldo. Ganarles 0-1 en septiembre, en la clasificación para la Eurocopa, fue un éxito que disparó el orgullo nacional. Luego alguno se emocionó más de lo debido en el partido contra Serbia.
El fútbol, en las regiones del bajo imperio UEFA, es todavía una cosa entrañable. En la Kategoria Superior albanesa -Primera División- juegan solo diez equipos, a algunos les patrocinan zapaterías y casi no hay extranjeros, salvo algún argentino, obviamente, brasileños extraviados y varios africanos. Aún así Arben se burla, y es una mofa nacional, de que en el Kukes no juega nadie de allí, de la ciudad. Todavía están en ese nivel.
Es bonito comprobar cómo el fútbol albanés, sin aspiraciones y sin famosos, vive en su pequeña escala las mismas pasiones del fútbol de los ricos. En Tirana, de entrada, hay tres equipos de solera: Dinamo, Partizan y KF Tirana. Arben, que jugó en los juveniles del Dinamo, sufre porque lleva unos años en segunda y ya no es el que era. Cuenta que el Dinamo era el club del ministerio de Interior, con afición de policías y espías, mientras que el Partizan de Tirana, el odiado rival con el que comparten el estadio, era del Ejército -de ahí su nombre, por los partisanos-. En Moscú era igual con el Dinamo y el CSK, costumbres soviéticas. El derby era, por razones obvias, una cosa tranquila. Ahora es distinto. El llamado derby de Albania, por ejemplo, entre KF Tirana y el Vllaznia Shkodër, de Skodra, acaba siempre mal. En septiembre los ultras invadieron el campo, se pegaron en el césped, arrancaron los asientos y dejaron veinte heridos. Pero la federación tampoco bromea: al Vllaznia le han caído 10 partidos a puerta cerrada y al Dinamo, 15. Le hacen eso a Arben en su estadio y le arruinan el bar.
(Publicado en El Correo)