Las vacaciones se han terminado, pero les ofrezco una traca final de tono delirante para cerrar la serie, más que nada para aclimatarme al retorno a la realidad italiana y que la transición no sea tan brusca. Mañana volvemos con las impredecibles sagas Cosas normales en Italia, el Diario Mínimo y todo lo demás. Como estos días, debido a mi ociosidad, han sufrido el principal defecto de Internet, la ilimitación de espacio, intentaré ser breve. Ahí va la selección de joyas.
Hemos analizado estas semanas el turismo guiri de vacaciones en Italia, con diferentes variantes. Pero desde luego, las vacaciones en Italia más locas que he visto en mi vida son las de Sidne Rome, inolvidable musa setentera, en ‘Che’ (Qué, 1973) de Roman Polanski. Es una turista americana que nada más llegar la intentan violar tres tipos, escapa de milagro y cae en una villa de majaras donde la toman por huésped. Con el tráiler se harán una idea.
En España fue censurada, claro, no se estrenó y no sé si se encuentra en DVD. La rodaron en Capri, creo que en la villa del productor Carlo Ponti, marido de Sophia Loren. Polanski creyó que iba a ser un éxito pero en Estados Unidos fue un fiasco y sólo le salvó la taquilla europea. Luego se desquitó con ‘Chinatown’ (1974), casi nada. Ahora que me acuerdo, qué miedo y qué risa -algo muy difícil de conseguir en la misma película- pasé de pequeño con ‘El baile de los vampiros’ (The fearless vampire killers, 1967). Y de algo así quería hablar ahora. Seguramente, el turismo más salvaje que nunca recibió Roma fue este:
Aunque no se lo crean eso es Cinecittà, donde ahora se celebra el Grande Fratello, que es bastante más marciano. Es el tráiler estadounidese de ‘Terrore nello spazio’ (1965), de Mario Bava, maestro de culto y pionero del cine de serie B, de terror, gótico y los efectos especiales. Esta película la rodó con cuatro liras y, según contó, sólo tenía como decorado dos rocas que cambiaba de sitio en el estudio en cada escena. Gente pirada como Tarantino y Tim Burton le idolatran y es mucho más popular en Estados Unidos que en Italia, donde es muy desconocido. Algún día tendremos que hablar más de él. Pero para culto fanático, nuestro próximo invitado, que pasó unas inolvidables vacaciones en Roma. El suspense sobre su identidad se mantiene un buen rato, porque antes se pega un un buen paseo en coche por Roma, ideal para recordar cómo eran Piazza del Popolo o el Colosseo con coches. Veámoslo vagar y filosofar como un turista más:
Ah, Bruce Lee, el héroe del cine del colegio. Lo malo es que, de decenas de películas que nos tragamos, al final sólo eran suyas una o dos. El resto eran de Brus Lee, Bruce Li, Brus Li y todas las combinaciones posibles de homónimos falsos, como pasaba con las zapatillas Elidas o, ya más mayor, con la ginebra Lirios. Cómo nos engañaban. Después de ver el vídeo, digámoslo: lo suyo no era interpretar, sino los mamporros. Lo que dice ante las fuentes de Villa d’Este (Tivoli) es que toda esa agua es un desperdicio, «con ella se podrían regar 200 campos de arroz, incluso más».
Esta peli es la penúltima del pobre Bruce, que no sé por qué está muy olvidado. Se llama ‘Way of the dragon’ (El furor del dragón, Bruce Lee, 1972), y en Italia se tradujo, prepárense, como ‘L’urlo de Chen terrorizza anche l’Occidente’ (El grito de Chen aterroriza también a Occidente). Enternecedor. Bruce Lee se veía obligado a ir a Roma porque la mafia local extorsionaba a una amiga que tenía un restaurante chino. Pero lo mejor es el final, que nos va preparando para el crescendo necesario a nuestra despedida. Es el famoso combate en el Coliseo con Chuck Norris (por cierto, uno se siguen tropezando a todas horas en la tele italiana con ‘Walker Texas Ranger’). No se lo pierdan, porque es para morirse:
¿Se han fijado en el calentamiento? ¿Cómo haría eso con la chepa? Precisamente leo hoy en el periódico que el Gobierno de Hong Kong, donde Bruce Lee es héroe nacional, quiere convertir su casa en museo. «El edificio es ahora un hotel por horas», concluye lacónicamente el breve. Piensen lo que quieran. ¿Hay algún lector en Hong Kong que pueda iluminarnos?
Para terminar, como regalo de reyes y ya que no les he podido convidar a roscón les ofrezco de postre final un trozo de pastelón del duro: ¡Sissi emperatriz de vacaciones en Italia! No seré yo quien me meta con la buena de Sissi, ya sé que cuenta con incondicionales, sobre todo entre las chicas, igual que ‘Sonrisas y lágrimas’. Es una de esas películas que ponen siempre en Italia en Navidades, como las del Gordo y el Flaco, que aquí se llaman Stanlio e Ollio (de Stan Laurel y Oliver Hardy). Lo del Gordo y el Flaco en Italia es una pasión nacional, compartida con Francia, que en España nunca ha cuajado. No hacían gracia. Misterios de las idiosincrasias nacionales.
En fin, decimos adiós a las vacaciones embargados por las emociones, con Sissi y familia, hasta con el obispo, desde Venecia, en una feliz atmósfera de ambrosías, almíbar y piruletas. Es todo un poema: el triunfo sentimental de la ‘mamma’ entre los súbditos italianos, adversos al invasor austriaco pero con corazón, de Sissi Schicksalsjahre einer Kaiserin (El destino de Sissi, 1958).
Ha sido un placer. Hasta mañana.