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Drones y bombardeos contra los barcos de las mafias en Libia

La estrategia que impulsa Italia para atajar el descomunal flujo de inmigrantes que se embarcan a la desesperada hacia Europa desde Libia pasa por pararlos allí antes de que salgan. Tras el terrible naufragio con unos 850 muertos, según las últimas estimaciones, y ante el consejo extraordinario que se celebrará mañana en Bruselas,  la idea que plantea el Ejecutivo de Matteo Renzi y que estudia la UE es atacar las bases y embarcaciones de los traficantes en los puertos libios. Para ello el Gobierno de Roma apunta al uso de drones espía para localizar los puntos exactos y ataques posteriores con drones o aviación militar para destruirlos.

La propia portavoz de la Comisión en materia de inmigración, Natasha Bertaud, confirmó ayer abiertamente que piensan en una “operación militar” contra las mafias que organizan los viajes y confirmó que esa es la línea. Aunque no entró en detalles, mucho menos en hablar de drones, y todo se decidirá el jueves. Tampoco concretó nada sobre esto el plan de diez puntos aprobado el lunes en el consejo de ministros de Exteriores e Interior, que hablaba de un “esfuerzo sistemático para capturar y destruir las embarcaciones utilizadas por los traficantes”.

A nadie se le pasa por la cabeza una acción militar terrestre en Libia, así que las opciones son de mar y aire. En cualquier caso necesitará de un aval de la ONU, un requisito complejo que no se consigue de la noche a la mañana. La UE ya se está moviendo para obtener un mandato de Naciones Unidas, lo ha dicho la alta representante de Política Exterior, la italiana Federica Mogherini. La presidencia de turno del Consejo de Seguridad es de Jordania, sensible a la cuestión, y se espera al menos una declaración en tiempo breve. Para la resolución la espera será más larga.

Entretanto, en el frente diplomático y siempre con la meta de cerrar en origen las rutas de inmigración, la UE quiere llegar a acuerdos con los países que hacen frontera con Libia, de modo que sea allí donde se corte la vía de paso. Son seis, y bastante complicados: Túnez, Argelia, Niger, Chad, Sudán y Egipto. Se supone que ya están en ello.

El modelo que inspirará la intervención militar será el de la operación Atalanta, el despliegue de naves militares en la costa de Somalia y el Oceáno Índico que desde 2008 protege a los pesqueros y mercantes europeos. España lo conoce bien por los ataques y secuestros a atuneros vascos que sufrió en 2008 y 2009. El esfuerzo internacional, amparado en resoluciones de la ONU, logró amortiguar el problema. La operación comenzó con vigilancia y arrestos en alta mar, pero al final ha llegado a acciones contra las bases logísticas de los piratas en la costa somalí.

La situación libia no es igual, pero las naves de los traficantes están en el punto de mira porque se sospecha que empiezan a tener problemas para encontrarlas. Zarpan decenas de barcos cada día, desde hace varios años, y la flota comenzaría a escasear, opinan en Frontex, la agencia europea de vigilancia de fronteras. Las embarcaciones cada vez son más viejas, ruinosas y más atestadas de gente. Es más, en la última semana los contrabandistas han disparado en dos ocasiones a las naves de rescate para recuperar los botes vacíos, una vez que los inmigrantes habían sido salvados. Es decir, llegan a seguir a distancia a las embarcaciones para intentar llevarlas a puerto de nuevo y volver a usarlas.

En Italia, que tiene un papel protagonista en esta crisis, Renzi era ayer optimista sobre la acogida a sus pretensiones, pues ha captado cierto cambio de mentalidad y que “por primera vez, toda Europa se ha mostrado atenta y solidaria”. Pronto se sabrá si es uno de sus faroles, y si la emotividad del naufragio dura más de dos días en Bruselas. Italia pide el secuestro y destrucción de barcos con uso de drones y aviación militar, misiones de policía en los lugares de donde parten, una acción de policía coordinada entre países de la UE, centros de acogida en los países de origen de los inmigrantes para crear corredores humanitarios y trabajar por estabilizar Libia. En este último aspecto, el decisivo, está volcado el delegado especial de la  ONU, el español Bernardino León, que negocia con las partes de la guerra civil en este país y en este momento es moderadamente optimista de lograr resultados a corto plazo.

Italia también ha arrancado la promesa de que se reforzará la ridícula operación Tritón, reducida al control de fronteras y con escasos medios, que el pasado 1 de noviembre sustituyó catastróficamente a la llamada Mare Nostrum, que el año anterior logró salvar a 170.000 personas. La UE piensa en doblar el presupuesto de Tritón de 2,9 millones a 6, pero es que Mare Nostrum recibía 9. También se estudia ampliar el radio de acción más allá del límite de las 30 millas fijado ahora, pero habrá que ver si llega a las 50 y más allá de Mare Nostrum. Es decir, la pregunta es si la UE va a sacar la pata de donde la metió o va a disimular.

Otro eterno deseo de Italia, siempre rechazado y que ha vuelto a repetir esta vez, es poder repartir entre los 28 países comunitarios parte de los inmigrantes que recibe y formulan peticiones de asilo. Supone saltarse el tratado de Dublín que impone que sea solicitado en el primer país que se pisa y que el intereasado resida en él mientras espera. Italia hospeda ahora a 70.000 personas que están en esta situación. Sin embargo, la tragedia ha abierto esta vez una pequeña fisura en el frente europeo contrario a esta medida y el lunes se barajó hacer un experimento con 5.000 personas. No es mucho, pero sí tendría un gran valor político si saliera adelante, pues sería la primera vez que se da un mínimo paso de solidaridad en esta dirección. Pero hay que esperar al jueves, porque el plan puede acabar en el cesto de la basura.

Los países del norte suelen acusar a Italia de quejica: en 2014 Alemania tuvo 173.00 peticiones de asilo y Suecia, 75.000, y no piden ayuda a nadie, frente a las 63.000 de Italia. España atendió 5.900. El problema es que la repentina avalancha de desembarcos colapsa el sistema en los centros de acogida en Italia. En ese sentido la UE sí se plantea enviar a Sicilia refuerzos de funcionarios comunitarios para agilizar las tramitaciones de asilo. También se exige un esfuerzo para tomar las huellas digitales a todos los que llegan. Ya se debería hacer ahora, pero en la práctica Italia es un coladero y miles de inmigrantes luego hacen perder su pista. Esto ha creado muchos roces entre la UE e Italia: de los 170.000 rescatados en 2014 luego ‘desaparecieron’ unos 65.000. Del mismo modo en Bruselas piensan en devoluciones y repatriaciones de quien no tenga derecho a asilo. Mañana, la solución. Al menos sobre el papel, mientras miles de personas se siguen lanzando al Mediterráneo cada día.

 

“El capitán estaba borracho y fumaba hachís”

“El capitán bebía vino, estaba borracho y fumaba hachís mientras estaba al timón, poco antes de que el barco se hundiera”, ha contado uno de los 28 supervivientes del desastre del domingo. El número de muertos estimado finalmente por la Fiscalía de Catania, que investiga el caso, es de 850. Ese capitán, por sorpresa, estaba entre los náufragos rescatados y fue detenido ayer, junto a otro cómplice. Se llaman Mohammed Alì Malek, tunecino, de 27 años, y Mahmud Bikhit, sirio, de 25. Han sido identificados y acusados por los otros pasajeros salvados (son los de la foto).

El estado de ebriedad del capitán habría contribuido a que sus maniobras fueran erróneas al acercarse al mercante luso ‘King Jacob’, que se disponía a ayudarles. Es más, también es posible que causara el accidente al abandonar el puente para mezclarse y esconderse entre la multitud  e intentar salvarse. Por tanto, esta es la conclusión de los fiscales italianos, el barco no se no habría hundido solo porque el pasaje se abalanzó sobre un lado por el ansia de ser rescatado. Ayer apuntaban que también chocó contra el buque portugués, y parte de la responsabilidad es del capitán. El mercante no tendría culpa alguna y además tiene experiencia en este tipo de situaciones porque ha participado ya en cuatro operaciones de auxilio con la guardia costera.

Los testimonios confirmarían también que había cientos de personas encerradas en la bodega del viejo pesquero, de no más de 30 metros de eslora. Los supervivientes son eritreos, somalíes, sudaneses y bengalíes. Pasaron un mes encerrados en una especie de granja y zarparon de un puerto cercano a Tripoli la noche del 16 de abril. Su travesía duró tres días hasta el momento de la tragedia.

(Publicado en El Correo)

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