Hoy es el último viernes que Silvio Berlusconi pasará cuatro horas asistiendo a ancianos enfermos de Alzheimer en un hospital cerca de Milán. Cuando salga habrá cumplido los diez meses de servicio social que le impusieron los tribunales italianos tras ser condenado por fraude fiscal en el caso Mediaset en agosto de 2013. Diez meses es un decir, porque ha ido una vez a la semana, cuatro horas.

En eso se quedó la sentencia de cuatro años de cárcel por la evasión fiscal de más de 500 millones. Tres años se cayeron por un indulto y el año restante se transformó en trabajo social, reducido a diez meses por buen comportamiento. Y ya está, empezó el 9 de mayo de 2014 y se cumplen hoy. Sin embargo, no es que el exprimer ministro vuelva exactamente a la normalidad, porque lo más doloroso de la condena fue su inhabilitación como diputado y su expulsión del Parlamento durante seis años en 2013. Obviamente sigue haciendo política y logró evitar el arresto domiciliario, pero ha tenido que moderar su tono y llevar un perfil bajo: si volvía a criticar a la magistratura podían suspender el servicio social y encerrarle en casa.

Se ha sabido poco de estos diez meses en el hospital. Salvo un vídeo robado (en la foto) ha primado la discreción. Sólo ahora han trascendido en la prensa algunos testimonios de personal del centro, que son elogiosos. Describen a Berlusconi como muy dispuesto, servicial y amable con los internos. Les ha contado chistes, organizaba juegos y a veces les cantaba canciones, como en sus tiempos de artista de crucero. En diciembre, incluso, se llevó a su amigo Fedele Confalonieri, el presidente de Mediaset, su imperio televisivo, para que tocara el piano como en los viejos tiempos. Cantó ‘Rosamunda’ y ‘La vie en rose’. Según ‘Il Messaggero’, no dejó de coquetear con las señoras -“ah, quién sabe, si nos hubiéramos conocido hace años quizá nos hubiéramos enamorado”- y convencer votantes -“un señor que era comunista me ha dicho que si me hubiera conocido antes me habría votado”-.

El magnate no podrá estar tranquilo porque aún tiene graves asuntos en los tribunales y, con una condena firme en su haber, con una segunda le sería difícil evitar la cárcel. Ya mismo, el próximo martes, el Tribunal Supremo dictará la sentencia definitiva sobre el ‘caso Ruby’, donde está acusado de abuso de poder y prostitución de menores. Tratándose de Italia puede pasar de todo. En primera instancia, en 2013, fue condenado a siete años. Tras la apelación, absuelto en 2014. El Supremo puede confirmar su inocencia o mandar repetir el juicio.

Además hay otros procesos abiertos. El más peligroso, por presunta compra de testigos, precisamente en el ‘caso Ruby’. En ese sumario el magistrado podría llegar a ordenar ahora su arresto. Y justo ayer llegaban noticias de otro juicio en Bari, donde se procesa por favorecimiento de la prostitución a Gianpaolo Tarantini y otras siete personas. Tarantini es el amiguete que le llevaba chicas a sus fiestas nocturnas en 2008 y 2009, cuando estalló el primer escándalo sexual del primer ministro porque una de ellas, Patrizia D’Addario, empezó a contar todo. Ayer se hicieron públicas las primeras conversaciones telefónicas, de un sumario de más de mil páginas, entre él y Berlusconi. Nuevo material casposo ‘pulp’ para otro culebrón. “Esta noche tengo aquí dos niñas, una periodista de la RAI y una brasileña de 21 años”, dice el líder de la derecha. En otra charla le pide a Tarantini que le lleve tías porque está con dos altos dirigentes de televisión, “personas que pueden hacer trabajar a cualquiera, y las chicas saben que están ante hombres que pueden decidir su destino”. Y otro día que tenía lumbago su amigo le dice que le enviará “un angelito para el dolor de espalda”. “Sí, da igual el dolor de espalda, hago de todo”, responde Berlusconi.

(Publicado en El Correo)