El naufragio de cuatro lanchas neumáticas de inmigrantes que navegaban en condiciones espantosas hacia Sicilia causó el martes más de 300 muertos, y la cifra puede subir. Es la peor tragedia en el Mediterráneo, al menos que se haya sabido, desde que en octubre de 2013 fallecieron 366 personas cerca de la isla de Lampedusa. Y era muy previsible que fuera así, porque la UE lo ha hecho posible con un reciente giro en su política de inmigración.
Fue precisamente después del desastre de 2013 cuando Italia y la UE desplegaron la operación Mare Nostrum. Para acudir al rescate de las embarcaciones que llegaban a la desesperada del norte de África. A partir de entonces no volvió a ocurrir y fueron salvadas 170.000 personas, un récord. Sin embargo a finales de 2014 la UE dijo que eso se acababa. No se podía salir a auxiliar a todo el mundo y en Bruselas pensaban que influía también un efecto de llamada. El 1 de noviembre cerró Mare Nostrum y puso un parche llamado Tritón, con muchos menos medios y el mero cometido de vigilar fronteras, sin salir a alta mar. ACNUR, la organización de la ONU para los refugiados, otros organismos internacionales y ONGs advirtieron que era un error trágico, y que quedaría en evidencia en cuanto comenzara el buen tiempo. Esa hora ha llegado, y ni siquiera hace buen tiempo.
Los 77 supervivientes del naufragio, entre ellos un niño de 12 años que viajaba solo para buscar trabajo, han contado que fueron obligados a embarcarse a punta de pistola. Les mantenían encerrados en Libia a la espera de zarpar, una noche les sacaron y en la playa les aseguraron que el tiempo mejoraría. Pagaron unos 700 euros por cabeza. Había mujeres y niños.
Partieron, según sus testimonios, en cuatro lanchas neumáticas con precarios motores de 40 caballos y afrontaron olas de nueve metros con temperaturas gélidas. Una barca se hundió con cien personas a bordo, otra se desinchó y la tercera enseguida empezó a inundarse. La cuarta fue rescatada por la guardia costera italiana, pero aún así 29 de sus ocupantes murieron de frío y sed. Hasta ayer se pensaba que era la única embarcación, pero luego hubo noticias de las otras tres. En una se salvaron dos de cien. En otra siete de cien. Ninguna en la primera que se hundió. ACNUR aún no confirmaba ayer si efectivamente hay indicios de una cuarta embarcación hundida, lo que elevaría el número de fallecidos a unos 400.
Todos aquellos que habían avisado a la UE de que esto iba a pasar -ACNUR, Cáritas, Amnistía Internacional, Save the Children…- clamaron ayer contra ella y hablaron de una tragedia anunciada. Además insistieron en que muchas de esas personas huyen de países con graves conflictos y son potenciales solicitantes de asilo.
También reaccionó indignada la clase política italiana y el primer ministro, Matteo Renzi, anunció que hoy planteará la cuestión en la cumbre de la UE, aunque enfocó de otro modo la cuestión: “Se puede pedir a Europa que haga más pero el punto político es resolver el problema en Libia, donde la situación está descontrolada. Si queremos poner fin a este Mediterráneo como un cementerio la prioridad es resolver la situación en Libia”. El Papa también ha pedido “que a nadie le falte el socorro necesario”.
ACNUR repitió que la operación Tritón “no tiene la capacidad adecuada de búsqueda y socorro”. “Tenemos que esperarnos otras tragedias de este tipo”, advirtió un portavoz. El Consejo de Europa afirmó que Tritón “no está a la altura y Europa necesita un sistema de rescate eficaz”. En Frontex, la agencia europea que gestiona Tritón, echaron balones fuera y se describieron como unos mandados. Un portavoz aseguró que la idea nunca fue sustituir a Mare Nostrum y recordó que sólo tienen un presupuesto de tres millones al mes.
En enero han llegado a Italia 3.528 personas, más que los 2.171 del año pasado, y ya sin presunto efecto llamada. Sus países de origen son Siria, Gambia, Mali, Somalia y Eritrea.
(Publicado en El Correo)