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El otro Matteo

La derecha italiana está desaparecida, arrastrada por el declive de Silvio Berlusconi y abducida por el hombre del momento, el primer ministro Matteo Renzi. Tanto el partido del magnate, Forza Italia, como la escisión de su exdelfín Angelino Alfano, Nuevo Centro Derecha (NCD), son aliados pusilánimes del Gobierno y la única oposición es el movimiento de Beppe Grillo, que como es sabido vive oculto a los medios. Los debates políticos televisivos, droga nacional, llevaban meses desesperados porque no hay un líder de la oposición. Matteo Renzi no tiene a nadie delante. Hasta que por fin ha aparecido otro Matteo en la derecha, Matteo Salvini, líder de la Liga Norte, y la cosa se ha vuelto a animar.

Salvini, secretario de la Liga desde diciembre de 2013 y que intenta renovar la formación tras la debacle de chanchullos familiares de Umberto Bossi, es un alter ego mediático de Renzi. Le empata la baza generacional: tiene 41 años, frente a los 39 del primer ministro. Como él, casi no ha trabajado en su vida, pasó por dos concursos televisivos que ahora dan risa y entró joven en política. Aunque Salvini se pasó 16 años en la universidad y al final lo dejó y Renzi se hizo Derecho. Lo demás es parecido: desparpajo, ideología ligera, frases de efecto, tuits compulsivos… Pero si Renzi es el niño bien Salvini va de malo. Tiene pendiente y aunque antes se ponía corbatas ahora juega más la carta del chavalote del pueblo: barba de dos días, jerga y tono de bar, alguna estupidez racista para su público de siempre y sobre todo para el potencial en tiempos de crisis, la chulería de los ‘leguistas’ más pedestres y una colección de chaquetas de chándal con mensajes intercambiables. Ahora lleva una que pone ‘Emilia’. No es su mujer -es divorciado, con un hijo de ese matrimonio y otro de su actual pareja-, sino que se refiere a Emilia Romagna, la región de Bolonia donde hoy domingo se celebran elecciones. Es su primer test serio.
Salvini últimamente no para. Se patea las ciudades, está cada día en un programa de la tele -donde garantiza una subida de dos o tres puntos de audiencia- y se presenta allí donde hay líos vecinales con extranjeros. En Bolonia, precisamente, quiso visitar un campamento gitano y un grupo de exaltados de izquierda le rompió el coche. Las imágenes tuvieron eco, no tanto la polémica posterior de las autoridades, que le acusaron de haber ido sin escolta adrede, a buscar el lío. “No juegue al escondite con la escolta”, le riñó el ministro de Interior, Angelino Alfano. Las imágenes del incidente:
Pero Salvini no es solo imagen, está pergeñando un proyecto que rompe las costuras tradicionales de la Liga. Cuando ganó las primarias marcó el camino: “El euro es un crimen contra la humanidad. Antes desaparece el euro, antes podré retomar la batalla por la independencia”. Es decir, Salvini ha metido en el armario los disfraces de vikingo de la Liga Norte y la ficción de la Padania para pensar en un electorado vasto, en clave antieuropea y a escala nacional. Su musa es Marine Le Pen (chica de la foto). Salvini quiere intentar lo mismo en Italia, una fuerza populista y de extrema derecha que aglutine el descontento y el mundo conservador, extraviado en la resaca del berlusconismo. La Liga Norte ya era eso, pero en su zona. Le falta llegar al resto del país, algo nada fácil porque se han pasado veinte años insultando a los paletos, vagos y ladrones del sur, de Roma para abajo. Pero ahí anda. El miércoles anunció que en las próximas citas regionales se presentarán en todo el sur “pero con un nombre distinto, como Liga de los Pueblos”.
Los sondeos le ayudan. Renzi pierde fuelle y él es el segundo líder más popular con un 30%. La Liga es el único partido que crece y se situaría en un 11%, tras el 4% de las generales de 2013. La prueba de que en la derecha se preocupan es que esta semana, antes de los comicios en Emilia Romagna, ya no le invitan a las cadenas de Berlusconi. Salvini se entrena como único joven valor de la derecha para el futuro e intenta robar la escena. También los contactos: hace un mes se tomó un café en Milán con Putin, el amiguete de Berlusconi. Salió emocionado. Venía ya entregado de Moscú, donde había estado la semana anterior y tuiteaba admirado como si estuviera en el paraíso: “No clandestinos, no limpiacristales, no campos de gitanos. Chicas a las dos de la mañana en el metro sin miedo”. Todo lo que vaya contra Europa le viene bien, hasta Putin. Ahora a ver si cuela.

 

 

 

Sinopsis: Esta joya arqueológica, hallada por el programa satírico ‘Striscia la notizia’ -de una cadena de Berlusconi, por cierto- se regodea en la presentación que Salvini hace de sí mismo: “Me llamo Matteo Salvini y no hago nada” (“nullafacente”, dicho en una sola palabra significa exactamente eso). Puede ser una tradiciónde los líderes de la Liga, porque Umberto Bossi simulaba en casa que era médico y salía por la mañana de casa como que iba a trabajar, aunque nunca dio ni golpe hasta que entró en política. Salvini al menos aclara que está inscrito a la universidad. El programa luego hace bromas con un jeroglífico que resuelve de forma bárbara. La respuesta es “Incassare tangente”, cobrar una comisión ilegal. Y añade: “Soy de Milán, me entiendo”. Tenía 20 años, era 1993, en plena operación Manos Limpias contra la corrupción. Ese año, precisamente, el ‘nullafacente’ Salvini salió de concejal en el ayuntamiento de Milán. Y hasta hoy.

(Publicado en El Correo)

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