>

Blogs

Íñigo Domínguez

Íñigo Domínguez

El búnker de Mussolini

En junio de 1940 Italia entró en la Segunda Guerra Mundial y Mussolini, sin búnker. El de Hitler era una pasada y a él eso le fastidiaba. Había que agenciarse uno. En Villa Torlonia, su residencia oficial, un palacio en medio de unos jardines en las afueras de Roma, pensaron en la bodega. Los Torlonia, riquísima familia romana que le había regalado la mansión en 1929, eran obviamente aficionados al buen vino. A unos cien metros de la casa había un subterráneo donde se custodiaban las botellas. Lo arreglaron, le colocaron un par de salidas de emergencia y el búnker quedó listo. Pero al Duce le molestaba tener que ir corriendo hasta allí y además le parecía un apaño, poca cosa, poco fascista. Se quedaba fuera fumando. Ordenó construir uno como se debe y luego otro más. Esos búnkeres de Mussolini en Villa Torlonia, muy desconocidos y de historia azarosa, se han abierto ahora al público.

Villa Torlonia hoy es un bonito parque municipal y esperando ante la puerta del primer búnker, la vieja bodega, puede sorprender el repentino zumbido de un avión. Son los vuelos que van al aeropuerto de Ciampino, pasan por aquí encima. Una vez dentro la pesada puerta metálica antigás patentada por la empresa Bergomi, de Milán, se abre con el sonido de una alarma antiaérea. Es una idea, para hacer ambiente, de la asociación que ha rescatado este lugar, CRSA Roma Sotterranea. Uno de sus miembros es español, Alfonso Díez, apasionado de historia, y hace de guía por los túneles: “Estamos bajo el lago artificial del jardín, que era un problema. El fondo era blanco, ideal para los bombardeos, así que lo llenaron de fango para disimularlo, pero a Mussolini no le gustó nada, porque precisamente uno de sus éxitos había sido sanear los pantanos del litoral romano, y no le parecía que quedara bien tener uno en casa. Lo tuvieron que desecar y colocar ramas”.

En este búnker, que apenas se usó un año, se ve un pequeño baño y una estancia con una mesa, una silla y un teléfono. En su día también tenía un catre. Pero el refugio se mostró insuficiente y poco seguro. El Duce vivía en la villa con su mujer Raquel y sus cinco hijos, y de entrada montó otro en el sótano de la villa, el único que con seguridad se sabe que llegaron a usar. Ahora además han encontrado al lado unas tumbas del siglo II, así como una falsa cripta etrusca construida por un Torlonia pirado al que le dio por el esoterismo.

Este segundo búnker está bajo el salón de baile, donde fueron recibidos personajes como Walt Disney o Gandhi, pues Mussolini durante los años veinte y treinta era un personaje muy popular e incluso admirado en Estados Unidos. El Duce también construyó refugios en nueve puntos estratégicos de la ciudad, empezando por la casa de su amante, Clara Petacci, que le pillaba en la otra punta de Roma, en Via della Camilluccia. Hay otros, por ejemplo, en Villa Ada, que era la residencia de la familia real, en Palazzo Venezia, el centro de mando de Mussolini, la estación Termini, y un gran subterráneo para 300 personas en el EUR.

En realidad Roma tardó mucho en ser bombardeada. Los romanos vivían más o menos tranquilos pensando que el valor monumental de la ciudad y el Vaticano eran un seguro de vida. Sin embargo en octubre de 1942 se produjeron intensos ataques en Milán, Turín y Génova, y empezaron a preocuparse. También Mussolini, que ordenó entonces construir un gran búnker, ya en condiciones, en el terreno contiguo a la casa y con acceso desde el interior.

El superbúnker, con muros de cuatro metros de hormigón armado, se encargó a los bomberos y debía construirse en tres meses con 240.000 liras. Pero pronto empezaron los problemas, los habituales en Italia. Lo escribe Mussolini en un diario con desesperación: “Ocurrió como siempre en Roma…”. Encontraron ánforas romanas, huesos y lápidas, tuvieron que hacerlo a seis metros de profundidad y no a cuatro, el presupuesto se duplicó… Aquello se eternizaba y se apoderó del Duce un “oscuro” presentimiento: “Sentía que una vez terminado sería completamente inútil, que no lo usaríamos nunca”. Y efectivamente, le arrestaron antes de que terminaran las obras, el 25 de julio de 1943. “¡Hay que escuchar la voz del sub-consciente (sic)!”, concluye. El visitante puede, por tanto, hacer lo que no hizo Mussolini, pasearse por su búnker, unos curiosos pasillos con forma de tubo en planta de cruz.

Ese diario del Duce, encontrado hace poco en los archivos británicos, es una de las pocas fuentes que mencionan los búnkeres de Villa Torlonia. Es un cuaderno llamado “Pensieri pontini e sardi”, escrito por Mussolini entre el 27 de julio y el 27 de agosto de 1943 durante su cautiverio, primero en la isla de Ponza, cerca de Roma, y luego en Cerdeña. Después sería trasladado a Abruzzo, donde fue rescatado por los alemanes y usado como pasmarote en la mitad norte de Italia que quedó bajo dominio nazi. Otra fuente interesante han sido los diarios del hijo del guarda de la finca, un tal Eraldo Pistoni.

El mito de que Roma era intocable había caído días antes del Duce. El 19 de  julio de 1943 los aliados bombardearon la ciudad por primera vez, una fecha que todos los romanos recuerdan porque fue arrasado el barrio de San Lorenzo. Hubo 3.000 muertos y Pío XII fue al día siguiente a visitar la zona. “Es curioso, en Roma ha quedado el recuerdo de aquel bombardeo, porque fue el primero, pero luego ha persistido la idea de que apenas atacaron la ciudad, cuando en realidad luego hubo bombardeos peores, unos 50, y entre 5.000 y 7.000 muertos, el 40% dentro de los refugios”, explica Díaz. Los aliados ya habían ido avisando, desde mayo de 1943 con folletos de propaganda arrojados desde el aire que también se pueden ver en la visita. El primero, del 17 de mayo, muestra un mapa con flechas que se lanzan a Italia desde Argelia y Túnez, ya bajo poder aliado. Italia estaba a tiro. “África es nuestra ¿Se transformará Italia en un campo de batalla?”, amenazaba el pasquín.

La historia pudo ser distinta si se hubiera aprobado en julio de 1943 la Operación Dux, un episodio poco conocido que se recuerda en el búnker. Fue propuesta por el jefe de bombardeos de la Royal Air Force británica, Arthur Travers Harris, apodado ‘el Carnicero’ por sus temibles incursiones en ciudades alemanas. Tenía un plan de “ataque quirúrgico” para acabar con Mussolini arrasando Palazzo Venezia y Villa Torlonia, pero al final fue desestimado. “I agree” (Estoy de acuerdo), escribió Churchill en la respuesta negativa. Livorno pagó el cambio de planes, porque la escuadrilla de Lancaster que regresaba del norte con 85 toneladas de bombas reservadas a Mussolini las descargó sobre esta ciudad, que fue arrasada. Muy quirúrgicos no fueron. Fue justo la víspera del arresto del Duce. Luego la mansión fue cerrada y los búnkeres fueron usados por la gente del barrio, hasta que con el fin de la guerra Villa Torlonia y sus túneles cayeron en el olvido.

 

(Publicado en El Correo)

Temas

Otro sitio más de Comunidad de Blogs de elcorreo.com

Sobre el autor


noviembre 2014
MTWTFSS
     12
3456789
10111213141516
17181920212223
24252627282930