Beirut empieza a ser una sucursal política de emergencia italiana. En la capital libanesa fue detenido el mes pasado Marcello Dell’Utri, el amigo de Silvio Berlusconi condenado a siete años de cárcel por sus relaciones mafiosas, ante la sentencia final del Supremo que, de confirmarse, le llevaría a la cárcel. Tras aplazarse, se espera para hoy. Pero es que también intentaba llegar a Líbano Amedeo Matacena, exdiputado del magnate hasta 2001 condenado a cinco años por su cercanía a la ‘ndrangheta, la mafia calabresa. Huyó tras la sentencia firme en agosto y estaba bloqueado en Dubai, en libertad condicional tras una petición de arresto italiana, pero sin pasaporte. Lo más grave es que le estaba ayudando en la fuga Claudio Scajola (chico de la foto), cuatro veces ministro con Berlusconi hasta 2010, una de ellas nada menos que de Interior, que fue arrestado ayer en Roma.
Scajola culmina de este modo un carrerón, en el que se ha distinguido tanto por sus ridículos como por el raro honor de haber dimitido por ellos, caso único en Italia. Dos veces, un récord. La primera vez fue siendo ministro de Interior en 2002: le pillaron insultando a un asesor del Gobierno asesinado poco antes por las Brigadas Rojas, diciendo que sólo era “un rompepelotas que quería la renovación del contrato”. No fue un problema para que, pasado un tiempo, le volvieran a poner de ministro y pelillos a la mar. Eso hizo posible la segunda dimisión, aún más famosa. Fue por ese enredo tan inverosímil en el que la red corrupta de contratos públicos que untaba peces gordos le pagó un pisazo con vistas al Coliseo ¡sin que él se diera cuenta!, “alla mia insaputa”, frase que luego se ha hecho célebre como una de las excusas más divertidas oídas en la política italiana, y mira que las hay. Pero con lo de ahora Scajola se ha superado, y se ha metido ya en un territorio muy chungo.
El caso de su arresto confirma que en Líbano el entorno mafioso del partido de centroderecha de Berlusconi tendría misteriosas garantías de protección, que se empiezan a conocer, y demuestra una vez más el tipo de gente que rodea al exprimer ministro italiano, pero hay más. Es una operación de la DIA, el FBI italiano contra las organizaciones mafiosas, que ha conllevado registros en siete regiones y secuestros de empresas. Todo esto porque los fiscales hablan de una red secreta de apoyo a alto nivel de la ‘ndrangheta, que en este momento es la mafia más potente y peligrosa.
También han sido detenidas otras seis personas, entre ellas la madre y las secretarias del fugitivo y del propio Scajola. La pareja de Matacena, con otra orden de arresto, está en paradero desconocido. “Los hechos demuestran el papel de sujetos que, no siendo mafiosos, prestan sus capacidades profesionales o sus redes de amistades influyentes a intereses criminales”, apuntan los fiscales. Eso es precisamente el delito de concurso externo en asociación mafiosa por el que han sido condenados Dell’Utri y Matacena. La insidiosa zona gris del poder mafioso en Italia.
En las conversaciones grabadas a Scajola con la compañera del huido, el exministro revela una “total servidumbre” a sus intereses. Sabía los detalles de la fuga, era informado constantemente, ha movido sus contactos para conseguir hacer entrar a Matacena en Líbano e incluso estaría involucrado en las operaciones para ocultar su patrimonio. El fiscal Federico Cafiero De Raho, impresionado de las relaciones de todo un exministro con un fugitivo, ha concluido con amargura con una nítida radiografía de Italia: “Hay una confusión entre el bien y el mal, blanco y negro, y este es uno de los aspectos que hacen más difícil la colaboración de los ciudadanos y el Estado. Los ciudadanos no están seguros de quién es su interlocutor y no tienen confianza en las instituciones”.
(Publicado en El Correo)