>

Blogs

Íñigo Domínguez

Íñigo Domínguez

Pasen y vean

A lo mejor han visto ‘El hombre elefante’ (1980), tremenda película de David Lynch, pero quizá no saben quién la pagó. Es un dato curioso: la produjo Mel Brooks. Sí, sí, el cachondo, el director de ‘Los productores’, ‘El jovencito Frankestein’ y otras obras maestras. Había visto ‘Cabeza borradora’, la primera película de Lynch y quedó tan impresionado que se ofreció a producirle la segunda. Por supuesto, sabía que su nombre se asociaría con una comedia disparatada y podría afectar a la película o distorsionar su significado, así que no aparece en los créditos y ocultó su presencia en toda la campaña de promoción. Fue una muestra de tacto. Comercial, pero también ése es, o sobre todo ése, un tacto díficil de dominar. Mel Brooks es un tipo serio, no como otros.

El pasado 6 de noviembre, miércoles, el Papa celebró en la plaza de San Pedro, como todos los miércoles, su audiencia general. Es decir, es el día en que sale a la plaza a ver a la gente y decir unas palabras. Como todos los miércoles y todos los papas, luego se acercó a los enfermos que todos los miércoles de todos los pontificados acuden allí a saludar al Papa. Ese día había uno particular, un hombre con una gran deformidad en el rostro al que Francisco abrazó. Hubo algunas fotos, en la que se veía poco más que la nuca y una oreja del enfermo. Suficiente para imaginar el resto, el drama de este pobre hombre. Los principales diarios españoles dieron al día siguiente la noticia de forma escueta, con textos breves, o ni la dieron. La foto aparecía casi siempre pequeñita o en algunos casos ni aparecía. En resumen, que el Papa ande abrazando enfermos no es noticia. Se supone que se dedica a eso. Sólo fue un poco noticia porque estaba allí ese señor, pero no interesaba.

 

 

Dos semanas después, la semana pasada, el diario sensacionalista británico Daily Mail publicó unas cuantas fotos de este hombre, grandes y tremendos primeros planos que mostraban su rostro desfigurado. Le habían entrevistado en su casa. Entre las propuestas informativas que le acompañaban, un reportaje para chicas sobre cómo conseguir un buen culo. Pero esto es normal, es el Daily Mail. Lo que siguió fue la clásica apoteosis de emulación maquinal de todos los medios digitales y, al día siguiente, incluso impresos. Diarios serios, importantes, que ahora resulta que tienen como referencia al Daily Mail, ya no es al revés, si alguna vez lo ha sido. Todos para poner la foto de este hombre, Vinicio Riva, que se convirtió en fenómeno de circo, porque lo de menos eran los textos, un relleno para justificar la foto, que es lo que arrastra entradas en la web, que son los números que atraen la publicidad. La coartada era inmejorable: no es lo que parece, hablamos del Papa, de su gran humanidad y de la caridad cristiana, esto es una noticia seria. De repente su historia interesaba muchísimo. Pero no nos engañemos, aquí sabemos todos que lo que se movía era la foto. Y no me digan lo de la historia humana de este pobre hombre, porque la prensa italiana la contó igual y sin poner la foto, todavía hay clases.

Así que todos en fila haciendo clic para ver al hombre elefante, como en la película. Obviamente, cobrando. Porque los medios esas fotos las pagaron. No sé cuánto dinero se movió entre el martes y el miércoles en el mundo mediático por las imágenes de la cara de Vinicio Riva, aunque me hago una idea, pero sí sé una cosa: no hace falta que fueran muy caras para que sean más de lo que él gana en un año. Cobra 268 euros al mes de pensión. Se ha escondido muchos años, pero apenas ha asomado la cabeza han hecho dinero con él. Ya no hacen falta atracciones de feria, ahora tenemos la prensa global.

‘El hombre elefante’, de Lynch, es sobrecogedora. Mejor les pongo ‘La donna scimmia’ (1964, literalmente, la mujer mono), de Marco Ferreri, con guión del gran Rafael Azcona. Es lo mismo pero a la italiana, un estudio maquiavélico sobre la crueldad humana y el dinero.

El título en España fue ‘Se acabó el negocio’. Pues eso.

Esto es lo que había escrito en un principio. Pero luego pensé que debía trabajar un poco y hacer al menos un par de llamadas, porque en esta historia hay dos personas fundamentales. La persona que sale en la foto y el fotógrafo.

Llamé a Chris Warde-Jones, el fotógrafo, un buen tipo y un excelente profesional que trabaja en Roma. Hablamos un rato, le expliqué mis inquietudes con este asunto, que no sabía si escribir algo, y me dijo esto: “Sí, yo también tenía dudas, porque me parecía una intrusión en la vida de alguien. Pero luego, cuando entré en su casa, descubrí que era una persona muy amable, una bella persona, nos entendimos bien, y entonces me tranquilicé. Vi que lo que hacíamos allí era contar cómo era su vida, no lo vi como algo negativo, sino que servía para hacer comprender que es un ser humano como los demás. Él se tomó bien las fotos desde el principio, le pedí posar, hacer su vida normal, viendo la tele, preparando un café”.

Le dije a Chris que comprendía la situación a nivel personal, pero que una vez que él ha entregado sus fotos, desconfiaba del negocio que se hace luego con ellas.

“Sí, entiendo lo que dices, pero no me siento culpable de nada. Otras veces he hecho fotos a actores y actrices famosos, y esta es una persona más. No sé si se vende o no se vende bien, yo he hecho mi trabajo. A veces, cuando fotografío a alguien famoso, creo que se venderá muy bien y saldrá en todas partes y luego pasa inadvertida. No puedes saberlo. Lo que espero es que sirva para contar una historia, para que la gente sepa que hay personas así, quién es esta persona, contar cómo es su vida, que quiere hacer una vida normal y que es intolerable que le obliguen a levantarse de un autobús, como le ha pasado. Hay que ayudarle a entrar en la sociedad, y quizá así le ayudamos. También puede pasar que dándole a conocer se arreglen algunos de sus problemas: por ejemplo, es escandaloso que se tenga que pagar él mismo sus medicinas y el Estado no le ayude nada. A lo mejor con el eco de la noticia su vida mejora”.

Luego cogí el teléfono y llamé a Vinicio Riva. Me respondió con amabilidad, con la voz cansada, pero me dijo que era mejor que hablara con su tía, Caterina. Insistió en que prefería hacerlo así. Me dio el número y la llamé. Era una señora muy maja, con acento véneto. Le pregunté  cómo se sentía su sobrino con esta repentina atención encima:
“¡Es una cosa maravillosa! No duerme por las noches de la emoción. El Papa no se fijó en su enfermedad y le abrazó igual, no se lo esperaba. Le saltaba el corazón. Volvió que parecía otra persona, con más coraje para salir a la calle, le ha transmitido el coraje para afrontar la vida. Antes siempre decía que le miraban mal, que le evitaban, que no le hablaban, pero ahora no tiene miedo. No tiene miedo de la gente”.

Le pregunté cómo se sintió cuando le hacían las fotos.

“No, no le molestó. Nunca ha querido fotos, y casi no tiene, pero cuando le pidieron permiso dijo que sí, convencido, que ahora ya no tiene miedo a la gente”.

Le pregunté si no le molestaba que alguien hiciera dinero comerciando con esas fotos.

“No sé si alguien lo hace, no lo he preguntado, da igual. Pero a raíz de las noticias nos ha llamado una asociación de enfermos de Nápoles para ayudarnos económicamente. Menos mal, porque es una vergüenza: mi sobrino cobra 268 euros al mes de pensión y sólo las curas y medicinas para las piernas le cuestan 100, pero es que encima con los recortes de la Sanidad ahora nos van a quitar el enfermero que nos ayudaba. Desde hace tres años venía dos veces a la semana, el martes y el viernes, dos horas cada día, a cambiarle las vendas y medicarle. Para mí era una gran ayuda, porque llevo 13 años haciéndolo. Pero a partir de enero nos lo quitan. Si lo queremos lo tenemos que pagar, a 20 euros la hora, y con mi pensión es imposible. ¡Estos políticos están enfermos del cerebro! ¡Ellos se suben el sueldo y a la pobre gente nos dejan abandonados! He escrito una carta al presidente de la República, al de la Cámara de Diputados y al del Senado para protestar… Perdone que me desahogue con usted, pero por favor escriba estas cosas, no sé si usted puede hacerlo o le puede crear problemas”.

Le dije que ningún problema y les deseé lo mejor. Luego pensé que el mundo puede ser un lugar muy puñetero y que esta es una profesión complicada, donde a veces es difícil orientarse y saber lo que está bien y lo que está mal. Pero tengo clarísimo quiénes son los buenos y los malos en esta historia, que siempre es lo más difícil.

Otro sitio más de Comunidad de Blogs de elcorreo.com

Sobre el autor


noviembre 2013
MTWTFSS
    123
45678910
11121314151617
18192021222324
252627282930