Ya sabía yo que lo fácil iba a ser elegir Papa.
Ya tenemos el país en manos de dos payasos. Menos mal que por lo menos hay uno serio, Beppe Grillo. Berlusconi pondrá los chistes guarros. Pónganse cómodos que nos vamos a reir.
Ah, en la foto tenemos a Beppe Grillo con un clásico gesto italiano que no necesita explicaciones: te pongo el culo así. Saquen sus conclusiones, como las están sacando los políticos de toda la vida. Esto es una toma del poder en toda regla.
El punto ácrata de los italianos está disparado. Entre los que quieren mandar todo a la porra y los que aspiran a trincar hasta el final lo que se pueda.
El único partido clásico con un político profesional, el PD de Bersani, a la gente le aburre y no le entusiasma. Solo dice cosas sensatas, sin ninguna capacidad de hacer soñar, ni tampoco de creérselas. Mucho menos Mario Monti, cuya campaña también se ha basado en decir que no hay que hacerse ilusiones.
No, no, los italianos quieren hacerse ilusiones. Con Berlusconi, de que van a bajar los impuestos y si no, lo pone él de su bolsillo. Con Grillo, de que esto tiene arreglo, a esta gentuza se le puede echar de una vez y las cosas pueden cambiar. Y a ver si tiene alguna idea genial que a nadie se le ha ocurrido hasta ahora. Que sí hombre, el golpe de genio y la ocurrencia siempre son lo mejor para sacar al final las castañas del fuego.
El gran dato humano es el de siempre: nueve millones de tíos y tías han vuelto a votar a Berlusconi y parece claro a estas alturas que aunque le pillen violando farolas jamás en su vida cambiarán de idea. El plan es el de siempre: evasión fiscal, amnistías fiscales, amnistía de abusos urbanísticos, impunidad en los tribunales, garantías de que la corrupción va a poder seguir como hasta ahora,… Esa parte del país que va a lo suyo, como él. Ya estará escribiendo su hoja de condiciones: salvarse el culo en sus procesos y nada de conflicto de intereses, para empezar a hablar.
En cuanto a Grillo estaba cantado y solo queda esperar lo mejor, porque con lo peor ya nos han llenado la cabeza metiéndonos miedo con lo malos y lo revoltosos que son. La gran revolución es que gente de veintipico y treintaipico años, que ya vivía de otra cosa, entrará en el Parlamento a ver de qué va eso para intentar mejorar su país. Hasta ahora esto era imposible. En un partido clásico había que pasar tres décadas llevando cafés para convertirse en un muñeco burócrata. Los ciudadanos quieren hacer política y hacerla bien y sin robar. Quizá no tengan ni idea, quizá haya algún golfo infiltrado, quizá empiecen a discutir entre ellos… pero al menos hay un margen de duda, con los de siempre tenemos la seguridad de que no tienen ni idea, son unos golfos y siempre discuten entre ellos, salvo para subirse los sueldos y robar dinero público con la financiación de partidos.
Aunque nadie lo piense ahora, es probable que a partir de este momento empiece a gestarse la inexorable decepción de Beppe Grillo, como todas, como siempre. A sus votantes les queda al menos ese tiempo indeterminado y huidizo, mientras se mantendrá el hechizo, para disfrutar el momento.
No todo es dramático, hay pequeñas alegrías. Vamos a dejar de ver en el Parlamento a momias como Fini, Buttiglione, Binetti,…
¿Qué pasara ahora? Ni idea. Bersani y Berlusconi intentarán inventarse algo para no repetir las elecciones, un megagobierno galáctico, pero estaremos con la clásica empanada italiana de escasa utilidad para ganar tiempo. En algún momento habrá que volver a hacer elecciones y ahí sí que van a flipar todos. Saben que están acabados y la buena vida como la han conocido hasta ahora se ha terminado. Lo mismo hasta les toca empezar a trabajar.