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Íñigo Domínguez

Íñigo Domínguez

Lui (34): algo se muere en el alma

  Berlusconi ha dicho hoy por enésima vez que no se presentará a las próximas elecciones, y casi casi parece que esta vez va en serio. Pero habrá que verlo. Quién sabe si es el final de una larga amistad. Dice que lo hace por amor, como todo. Aunque los suyos son amores incomprendidos. E incomprensibles.

  Recordarán que dijo en su día que el suyo era el partido del amor, frente a los del odio, la depresión y el aburrimiento, los de la izquierda. Todos nos reímos, claro, y siempre que argumenta cosas de este tipo no le tomamos en serio. Como cada vez que le pillan untando de pasta a alguien que podría chantajearle o darle problemas en un juicio. Somos unos malpensados, porque para él es pura generosidad. Hay que ponerse en su lugar. Desde luego hay cientos de ejemplos de regalos desinteresados a sus conocidos, porque es alguien que necesita que le amen. También es clásico que su reacción ante los enemigos sea intentar comprarlos, cosa que a menudo le ha funcionado, como con muchos diputados. Del mismo modo asegura que nunca ha pagado por una mujer, aunque muchas de las que pasaban por su casa luego eran recompensadas, sobre todo si se quedaban a dormir. Pero todo es amor.

  Últimamente Berlusconi no para de soltar pasta a amigos y amigas que a esa condición añaden casualmente la menos noble de constituir un peligro potencial. El ‘caso Ruby’ está siendo una mina. No es para menos, porque está acusado de prostitución de menores y abuso de poder, siendo entonces primer ministro, y se arriesga a una condena en un par de meses, en vísperas de elecciones generales. Así que parece no reparar en gastos.

  Lo último es que ha comprado los pisos de su guitarrista de cabecera, el ínclito Mariano Apicella, con quien ha grabado discos, y del pianista que ameniza las verbenas de su mansión de Arcore, Danilo Mariani. Y ya es casualidad, lo ha hecho con el juicio ‘Ruby’ en marcha y antes de que ambos declararan el viernes como testigos de la defensa, pues estaban en todos los saraos y veían si se desmelenaban o no con el ‘bunga bunga’. ¿Adivinan la declaración de Apicella, el aparcacoches lanzado al estrellato mediático? “A Berlusconi nunca se le ha escapado la mano con una señora”, testificó. Mariani tampoco fue menos: “No había contactos físicos, solo apretones de manos”.

  El diario ‘Il Fatto Quotidiano’ ha revelado que Apicella vendió en junio de 2011 su casa de 105 metros cuadrados en Albano Laziale, en las afueras de Roma, por 313.000 euros a la inmobiliaria Dueville, controlada por Berlusconi. Unos 50.000 por encima del precio de mercado, asegura, un negocio en plena crisis inmobiliaria. Sobre todo viendo las fotos, pues es un bloque de apartamentos de lo más tristón. No es Antigua, no, pero nuestro héroe se lo compró. Apicella, que rebaja el importe a 280.000, ha explicado que Berlusconi le ayudó porque se le presentó la ocasión de comprar un chalé en otra zona nobel del pueblo pero no conseguía vender su piso. Con Mariani, autor del himno del partido del ‘Cavaliere’, la misma canción: en enero le vendió una modesta casa en Sarteano, Toscana, para comprarse un chalecito.

Esta fue la respuesta de Apicella a la pregunta de si le parece normal que un imputado le compre una casa a un testigo de su proceso: “¿Qué, no se puede? ¿Es pecado? (…) La verdad es que a todos os devora la envidia. ¡Sííííí, porque todos querríais ser amigos de este santo varón, Berlusconi, y en cambio, es amigo mío, y encima me quiere, toma!”.

  El magnate también debe de querer mucho a Nicole Minetti, imputada por inducción a la prostitución por organizarle las juergas. Le paga sus abogados y desde 2009 le ha regalado 402.000 euros. Tuvieron un pequeño romance, contó ella, pero luego pasó al departamento de fichaje de tipas cañón para verbenas, y ya puestos, fue calzada en las listas electorales y colocada de diputada regional de Lombardía, como bien saben todos. Sin embargo las escuchas grabadas poco antes de que estallara el escándalo, cuando veía que iba a pagar el pato, dejan claro que estaba hasta el gorro:  “Hay un límite a todo y me importa una mierda si es el primer ministro. Es un viejo y basta. Yo no me dejo dar por el culo así. Se está comportando como un mierda sólo para salvar su flácido culo (…) Me ha metido en unos líos que sólo Dios lo sabe (…), le he protegido el culo y no se puede permitir hacerme eso”. Dice mucho ‘culo’, como ven, pero Minetti también se demostraba capaz de lúcidos análisis políticos de la teoría y práctica berlusconiana, como cuando comentaba con una de las chicas: “Cae él y caemos nosotras. A él le viene muy bien meternos a ti y a mí en el Parlamento, porque dice: ‘Mira que bien, me las he quitado de encima y el sueldo lo paga el Estado’”. Y escribió en un mensaje a otra: “Él no me llama. Le doy miedo. Cuando se cague por ‘Ruby’ llamará y se acordará de nosotras”. Claro que se acordó, es un sentimental. Sus abogados convocaron a todo el tropel de tías para darles instrucciones de lo que debían decir si las llamaban a declarar. El amor se hizo extensivo a unas 30 chicas de sus fiestas, varias de ellas alojadas gratis en el ya famoso bloque de pisos de la Olgettina, pues ha admitido que les paga gastos y facturas porque el escándalo les ha arruinado la vida al hacerlas pasar por putas. Y es que así, argumenta, “no van a encontrar novio”. Y con Nicole Minetti se ha seguido portando fenomenal.

  Si retrocedemos con nostalgia a las mujeres del pasado nos encontramos con el primer lío chungo, el de la napolitana Noemi Letizia, 17 años, menor de edad, con la que empezaron los escándalos de faldas en 2009 y se gestó el divorcio del estadista. Nunca acabó de explicar su relación con la chica, invitada a sus fiestas, pero en 2010 su madre empezó a recibir miles de euros de una cuenta secreta de Berlusconi, que en esa casa era mano de santo. El amor volvía a fluir en forma de transferencia bancaria. La madre de la muchacha, Anna Palumbo, lo dijo bien claro: “Noemí ha crecido en los valores del Evangelio y en el mito de Silvio Berlusconi”. Menos mal que era por este orden, aunque a Berlusocni probablemente le fastidie.

  También es conmovedora la ternura de nuestro amigo con Giampaolo Tarantini, ese del escándalo de Patrizia D’Addario que, según su versión, le llevaba putas a su casa de Roma y la villa de Cerdeña, pero sin decirle que lo eran, para que el pobre anciano se pensara que todavía ligaba como un campeón. A Berlusconi le debió de sentar muy mal. Pero claro, el escándalo también arruinó la vida de Tarantini, y seguramente se le rompió el corazón. Luego estuvo pagándole un sueldo de 40.000 euros al mes “para que pudiera mantener su tenor de vida”. “Solo he ayudado a una familia en dificultad, con hijos pequeños, que a causa de la intervención de los magistrados ha pasado del bienestar a la miseria, no creo que sea un delito ayudar a quien lo necesita”, explicó.

  A Tarantini le soltó además 500.000 euros, pero se los quedó un intermediario, el inenarrable Walter Lavitola, detenido por presunta extorsión a Berlusconi tras una misteriosa fuga por Sudamérica. Según declaró su hermana a los fiscales, le exigía cinco millones por no contar lo que sabe -cosas como comprarle senadores para hacer caer al Goberno de Prodi en 2008, según dice en una carta- y le mandó al magnate un fax o un mail con la copia de un billete de avión para Italia y la emotiva frase: “Vuelvo y te rompo el culo”. ¿Cariñoso, no? Entre amigos del alma ya se sabe.

  Pero sobre todo Berlusconi debe de amar con locura a Marcello Dell’Utri, cofundador de su partido y, según los tribunales, un enlace de la Mafia. En marzo, antes de la sentencia del Supremo que debía confirmar su condena por asociación mafiosa y enviarle siete años a la cárcel, el ‘Cavaliere’ le compró su mansión del lago de Como por 21 millones, doble del precio de mercado, 14 de los cuales acabaron el día antes del fallo en Santo Domingo. Además ya le había pagado una reforma de la casa por 9,5 millones, su valor total, entre 2008 y 2011.

  La Fiscalía sospecha que Dell’Utri se iba a fugar al Caribe en caso de condena -no se sabía donde estaba ese día, aunque en su contestador telefónico respondía una voz en español-, pero al final el Supremo ordenó repetir el juicio. Le investigan por presunta extorsión a Berlusconi. Después, según ha contado ‘L’Espresso’, Dell’Utri ha agilizado los trámites para hacerse la ciudadanía dominicana y ya tiene el pasaporte, una elección interesante, porque es un país que no tiene convenios de extradición con Italia. Sería algo parecido al exilio de Bettino Craxi en Túnez. No obstante el propio Dell’Utri lo desmintió hace unos días con todo su morro: “Ya lo dije hace dos años, he hecho política por legítima defensa (desde 1996 ha sido diputado, eurodiputado y senador). Puede ser que me toque volver al Parlamento de nuevo. Espero que no, pero no lo puedo excluir. (…) Santo Domingo es bellísima, pero al cabo de diez días me aburro. No hay nada que hacer. Ya se lo he dicho, me parece que me toca volver a presentarme”. Claro que sí, ese es el espíritu de la cosa pública. ¿Ustedes no le votarían? Aunque fuera por amor, es que está sufriendo.

  Pero el que no se presenta ahora parece que es Berlusconi. ¿Qué va a hacer toda esta gente sin él? ¿Qué pasará con su banda de delincuentes? ¿Qué pasará en la derecha italiana, casi sin partido? ¿Y en Italia? El partido de Berlusconi está al borde del colapso, se hunde en los sondeos. No se sabe si más con él o sin él. Ha caído al 14% de los votos, frente al 37% obtenido en 2008. Ya ni se habla con Angelino Alfano, el tonto inútil, que no útil, que pasaba por ser su relevo, aunque solo se lo había creído él. Parece que habrá unas primarias internas que pueden ser como el circo de los hermanos Marx o una rueda de reconocimiento. Pero antes de nada serán las elecciones de este fin de semana en Sicilia, que van a ser muy interesantes, como siempre.

  Para terminar, les menciono una película francesa del año pasado que no está mal. Se llama ‘Tous le soleil’, de Philippe Claudel, y la cito porque los dos protagonistas son italianos, Stefano Accorsi y Neri Marcoré. Este último interpreta un personaje muy gracioso, un italiano loco que vive haciendo el vago en casa de su hermano  en Estrasburgo y se considera refugiado político, pues se marchó de Italia cuando ganó Berlusconi. Este es el tráiler, con bonita música de ‘pizzica’:

Y esta es la escena, uan de las pocas que he encontrado, en la que una funcionaria entrevista a Marcoré tras su solicitud de asilo:

Sinopsis: La funcionaria le señala que en la casilla de nacionalidad ha escrito ‘apátrida’, pero quiere saber de qué país es. “De un país que ya no existe”, dice él. Como insiste, le aclara que es Italia, y ella dice que eso no puede ser, porque es una democracia. Entocnes el otro se exalta, lo niega, y empieza a despotricar contra Berlusconi. La mujer recoge los bártulos mientras le echa en cara que el asilo es para gente realmente desesperada. “¿Y mi situación no es desesperada?”, clama él mientras ella se larga.

Esta película no se ha estrenado en Italia y nadie ha hablado de ella. A lo mejor ahora sí. Ya lo mejor vuelve también el loco este.

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