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Íñigo Domínguez

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Grecia pasa por el aro

Sigo en Atenas. Publicado en El Correo de hoy:

Grecia acepta seguir sufriendo en Europa

  Grecia ha pasado por el aro una vez más. Por miedo, madurez o resignación, los griegos aceptaron ayer seguir en el duro destino de sufrimiento que les imponen los severos planes de austeridad marcados por la UE a cambio de seguir recibiendo dinero para no quebrar. En las cruciales elecciones de ayer, las segundas en seis semanas tras el fracaso de las anteriores, dieron el triunfo al conservador Antonis Samarás, líder de Nueva Democracia (ND) y defensor de respetar lo pactado con la ‘troika’ de prestamistas, formada por la UE, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Están enviando a plazos 240.000 millones a Atenas desde 2010.

  Ante la tentación de romper lo acordado para renegociarlo y probar una vía incierta y contra corriente, la del partido de extrema izquierda Syriza de Alexis Tsipras, los griegos han tomado su decisión: asumen que vendrán más años de recortes, de subidas de impuestos, de nuevas penurias sobre una población con un 30% de personas bajo el umbral de pobreza, empezando por el nuevo ajuste de 11.500 millones que debe ser aprobado ya mismo, y no conciben el riesgo de quedarse fuera de Europa. Ha sido un paso muy atormentado y ahora la UE, con Alemania a la cabeza, debería estar a la altura para comprender sus sacrificios y atenuar sus exigencias. Por primera vez, pasado el temporal, anoche llegó una cesión por boca del ministro de Exteriores alemán, Guido Westerwelle, que se dijo dispuesto a dar “más tiempo” y ser “solidarios” con Grecia.

  El euro quedó salvado de momento, al menos por este flanco y quizá hasta la próxima crisis griega, pero ha dado un gran paso para que desdeAtenas no surjan nuevas amenazas a corto plazo. La mejor noticia de ayer es que habrá un Gobierno -era técnico desde noviembre, tras la dimisión de Giorgios Papandreu, y hace un mes fue imposible obtenerlo de las elecciones- y por fin se abre en Grecia una nueva fase de estabilidad. Para comprobar la expectación previa bastaba ver las tertulias de la televisión griega, con hasta ocho invitados hablando a la vez, arrancando ya a las siete de la mañana en todos los canales. Europa y el mundo respiraron anoche, a eso de las nueve, cuando empezó a estar claro que ganaba Samarás y sacaba entre cuatro y cinco puntos a Tsipras. Aunque a medida que avanzaba la noche la distancia se redujo a menos de tres puntos.

  El líder conservador habló poco después como quien acaba de salir de una sesión de exorcismo: “Hoy los griegos han elegido seguir unidos a Europa, esta es una victoria de toda Europa. Pido a todos los partidos que tienen el mismo objetivo que se unan en un Gobierno sólido”. Y siguió diciendo lo que toda Europa quería oír, usando incluso el inglés para que el mensaje llegara rápido: “Respetaremos nuestras firmas y los compromisos adquiridos por Grecia, y trabajaremos para sacar al país de la crisis. No se pone en duda la pertenencia de Grecia a Europa”. No obstante Samarás, que en la oposición desde 2009 era muy hostil a los planes de austeridad porque sofocaban el crecimiento, ha prometido en la campaña que renegociará algunas condiciones y pedirá más tiempo.

  A Samarás le basta ahora el apoyo de los socialistas del PASOK, tercer partido, para formar un inédito Gobierno de unidad nacional. Son enemigos desde hace cuatro décadas, que han pasado alternándose en el poder, y en realidad son los responsables del desastre en las cuentas públicas tras décadas de despilfarro, clientelismo y corrupción, pero son las únicas formaciones ortodoxas, seguras para la UE, en un cuadro político que hace un mes se rompió en otras cinco formaciones radicales de todo signo. Lo cierto es que sucedió porque Samarás insistió en ir a las urnas y liquidar el Gobierno técnico que sostuvo brevemente con el PASOK tras la dimisión de Papandreu para aprobar el segundo plan de rescate. Han tenido que pasar dos meses infernales para encontrarse en el mismo lugar y con el mismo socio, aunque mandando él, que es lo que quería. Aunque por poco no lo cuenta. Así es la política griega. Y habrá que ver cuánto duran juntos sin pelearse.

  Con una participación similar a la del 6 de mayo en torno al 60%, la redistribución como voto útil de los apoyos a partidos que se quedaron fuera del Parlamento ha hecho que el reparto de fuerzas se mantenga prácticamente como hace un mes. Fue entonces cuando estallaron las sorpresas, con el hundimiento del PASOK como fuerza referente de la izquierda y el ascenso del partido neonazi Amanecer Dorado. Pero la asignación de escaños se alteró ayer de forma decisiva por el aumento de casi diez puntos de las dos primeras formaciones. Con el premio de 50 escaños, a ND le salen los números con una sola alianza, mientras en mayo ningún partido lograba encajar coaliciones imposibles de tres o cuatro siglas.

  Se cumplen así los deseos de toda la comunidad internacional, que ha presionado enormemente a Grecia para que hiciera lo que ha hecho. Tsipras ha sido descrito, fuera y dentro, con toda la prensa en su contra, como un irresponsable que llevaba al país al desastre, pero lo cierto es que ha aglutinado la ira contra los partidos tradicionales, el deseo de cambio y de soluciones nuevas a una situación empantanada a la que, en la vida diaria, se sigue sin ver salida. De nada le ha servido a Tsipras asegurar que quiere mantener a Grecia en el euro y en la UE, y que su victoria no suponía volver al dracma automáticamente, pero al final el dilema electoral ha quedado reducido a eso. También ha pesado su inexperiencia, con 37 años.

  Para un pequeño país de once millones de habitantes ha sido una gran responsabilidad sentir el peso de decidir, no solo el futuro de sus hijos, sino el del euro y la UE, al borde de una desintegración en cadena. Tsipras, en todo caso, ha logrado un éxito histórico, pues no se debe olvidar que en 2009 Syriza obtuvo el 4,6% de los votos. En mayo subió doce puntos, y ayer, diez más, según los resultados provisionales. Las elecciones de ayer quizá no han hecho más que retrasar un triunfo de Syriza hasta los próximos comicios. Siendo la única alternativa a las políticas seguidas hasta ahora y liderando la oposición, a Tsipras le basta esperar el probable desgaste del nuevo Gobierno, ver pasar el cadáver de su enemigo, para ganar sin problemas en una nueva cita. Si Grecia se sigue ahogando, no cambia nada y la gente no ve la luz al final del túnel la radicalización política será imparable. No depende solo del Gobierno de Atenas. Ahora lo que les pide el cuerpo es ganar a Alemania en la Eurocopa.

¿Y LOS NEONAZIS?

  El segundo foco de atención de ayer, al margen del suspense del ganador, era el partido neonazi Amanecer Dorado, gran sorpresa de las elecciones de mayo con un 6,9% de los votos, más de 400.000 papeletas. Había mucho interés en saber si sus primeras exhibiciones de estilo, como entrar en formación marcial en el Parlamento, o que su portavoz se liara a bofetadas con dos diputadas en la tele, les habían restado, o incluso sumado, apoyos. Su líder, Nikos Michaloliakos, ha redoblado su retórica incendiaria con llamadas a reconquistar Estambul y Esmirna, mientras en la calle crecían las rondas de patrullas callejeras de ‘cabezas rapadas’ vestidos de negro que dan palizas a inmigrantes. Parece haber sido su forma de hacer campaña. Y les ha funcionado porque nada ha cambiado: repite un resultado similar, pero con un grado más de éxito al subir, según los resultados provisionales de anoche, de sexta a quinta fuerza política en el Parlamento de Atenas.

  No es un ascenso propiamente dicho, pues la escalada de un puesto se debe a la caída del partido comunista (KKE). Ha sufrido una sangría de votos útiles que se han ido a Syriza y, al perder cuatro puntos, queda relegada a última formación con escaños. Sin embargo el solo hecho de que Amanecer Dorado se consolide es uno de los datos esenciales de ayer, que debe hacer reflexionar sobre los efectos indeseados de unos planes de austeridad draconianos que han hundido la vida de los griegos en apenas dos años. Algunos sondeos les restaban votos y se podía pensar que el resultado de mayo fue fruto de un pasajero desahogo visceral de muchos ciudadanos, ahogados por la crisis y hostiles con los inmigrantes. Pero se confirma que es un fenómeno nuevo, vertiginoso -pues en 2009 el partido era inexistente- y sorprendente en un país que sufrió el fascismo, la ocupación nazi y una dictadura militar hasta 1974.

 

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