Volví de Cuba -fui por el viaje del Papa, no se crean- y me encontré con que el mundo berlusconiano se sigue derrumbando a marchas aceleradas. No había superado la consternación por la expulsión de Emilio Fede de su telediario personal (ya hablaremos de ello otro día) y me sobreviene el cataclismo de la Liga Norte. Umberto Bossi ha dimitido. Esto no sé si podré asumirlo, pero se lo cuento para hacer terapia de grupo.
Por si no lo han seguido o se pierden es fácil de resumir: la millonada que recibía la Liga de financiación pública de los contribuyentes -ya saben, el famoso y escandaloso robo del ‘reembolso de gastos electorales’ de todo partido italiano- se dedicaba también a pagar gastos privados de la familia Bossi y el entorno cercano de pelotas y trepas profesionales, conocido en el partido como el ‘círculo mágico’. En la caja fuerte del tesorero mangante del partido, Francesco Belsito, había una carpeta que se llamaba simplemente ‘The Family’. En concepto de reembolso la Liga ha recibido solo en los últimos años 63 millones de euros, aunque sus gastos electorales eran solo de ocho millones. Y la familia y allegados de Bossi se habría merendado unos 3,5 millones, según los primeros cálculos que emergen de la investigación de tres fiscalías que esta semana han pasado a ser cinco.
La peor parte, de momento, se la ha llevado Renzo Bossi, ‘el Trucha’. Estaba llamado en los designios de las estrellas y por la voz de ultratumba de los antepasados vikingos a ser el sucesor del gran líder. El delfín, para entendernos, pero se quedó en trucha. De ahí su nombre, y no es broma, se lo puso su propio padre por eso.
El bueno de Renzo, que tan buenos ratos nos ha hecho pasar, se ha pulido algo así como 440.000 euros en cenas, coches, viajes, gasolina, guardaespaldas y, qué sé yo, supongo que hasta gominolas, porque ahora tiene 23 años, pero empezó a retozar en la política con 21. Fue entonces, encasquetado en las listas de las elecciones regionales de 2010, cuando salió elegido diputado de Lombardía, la región de Milán. Supongo que se sintió todo un estadista cobrando 12.000 euros al mes y sentado al lado de una tía cañón como Nicole Minetti, la organizadora de las juergas de Berlusconi, llegada al puesto por méritos similares a los suyos, aunque bastante más estomagantes. Ella al menos era higienista dental, azafata sexy televisiva y ‘madrelingua inglese’, expresión que ha dado mucha coña y significa, no crean, que tiene el inglés como lengua materna. Pero el gran Renzo tenía razones para considerarse un triunfador, porque no ha dado un palo al agua en su vida: no se le conoce oficio conocido y ha suspendido tres veces selectividad. En fin, como su padre, cantante melódico con el nombre artístico de Donato que en casa fingía ser médico y salía cada mañana con el maletín y la bata como para ir a currar, aunque luego se iba al bar o zascandilear por ahí. Hasta que su mujer le pilló y le mandó a la porra. Renzo nació con su segundo matrimonio. Su madre, por cierto, es una de esas jubiladas italianas de oro, que pilla la pensión de profesora desde los 39 años. En suma, que Renzo no ha visto trabajar en casa a nadie en su vida.
El día en que Renzo se sentó en el parlamento lombardo fue un día aciago para la región, pues el sistema estaba llegando a su máxima degeneración y estaba en muy buena compañía: a día de hoy están investigados o imputados por corrupción nada menos que once de los ochenta diputados. Hay que sumar a la lista negra a Renzo, que de momento no está acusado formalmente de nada pero ya ha dimitido. Pobre chaval, ni eso ha aprendido, todo el mundo sabe que hay que agarrarse a la poltrona como sea y luego no pasa nada. Como se nota que es nuevo.
¿Saben una cosa? Yo al Trucha le comprendo. Piensen que ha crecido desde que era un bebé pensando que su padre era Dios bendito descendido a la tierra para liberar a los pobres padanos oprimidos y que eso de la Liga Norte era el pueblo elegido. Hasta se puso a la venta en vídeo entre los militantes la boda por lo civil de Umberto Bossi con su madre, como si fuera un acontecimiento histórico de la dinastía fundadora. Hay fotos del pobre Renzo con seis años vestido con el uniforme de la guardia padana. Con diez ya iba a los mítines y observava embelesado al pie del escenario el gran camelo, a su padre arengando a las masas. Les contaba el fantástico cuento de la Padania, un lugar maravilloso donde mana hidromiel, la bebida de Odín y Thor, arruinado por la llegada masiva de negros y carabinieri de acento siciliano. Cómo no se lo iba a creer un niño si veía a miles de adultos que caían como conejitos. Bossi hasta presumía de tenerlo duro. Ése fue uno de los grandes lemas y argumentos electorales de la Liga, que lo tenían duro. Huy qué miedo. Piensen en el niño, a cualquiera le vendría encima un complejo de Edipo de caballo.
La Liga, cuando empezó, era la política por cojones, diciendo las verdades como en el bar. Ellos sí que eran auténticos. Todos robaban menos ellos. No hay que olvidar que entonces aplaudían la operación ‘Manos Limpias’, esgrimían cuerdas de horca en el Parlamento para linchar a los corruptos y acusaban a Berlusconi de mafioso. Nacieron como movimiento popular antipolítico, fruto del hartazgo ciudadano por el vergonzoso sistema de los partidos tradicionales y, en lo que les tocaba en el Norte, por el mamoneo absoluto de pasta que se cocía en Roma, mientras el poderío económico estaba en Milán y alrededores. Tenían razón, las cosas como son, pero luego se les fue muchísimo la olla. El suyo era un nacionalismo puramente económico, pero había que adornarlo y se pusieron místicos. Unos genios, oigan. A cualquiera que lo hubiera dicho antes le habrían tomado por loco, pero nunca hay que subestimar la credulidad de las masas. Bossi y compañía se inventaron las procesiones de druidas en el río Po, los rituales paganos célticos, los juramentos con calabazas y todas las tonterías que a uno se le puedan ocurrir. Desde miss Padania al mundial de fútbol de pueblos oprimidos, donde siempre metían unas goleadas de escándalo a los pobres tibetanos. Y nada, se creían campeones del mundo:
Nada como vivir en el propio mundo de colores. Así que pónganse en el lugar de Renzo, que casi vivía el show de Truman, pero con elfos, pitufos y Robin de los Bosques. Imaginen que el pobre, que hasta hace poco presumía de no haber bajado nunca más allá de Roma, ha crecido pensando que todo esto es el mundo real o incluso normal. Además el culto al líder máximo se extendía por emanación natural a sus vástagos. ‘La Padania’, el diario del partido, que bien podía llamarse ‘Pravdania’ y que no desentonaría en Corea del Norte, ha exaltado sistemáticamente a los hijos del gurú. Les felicitaba el cumpleaños, sacaba fotos de sus hazañas deportivas y les hacía la pelota de forma estratosférica. Así que también ellos se creían la pera limonera. Estos chicos han vivido en un desprendimiento total de la realidad, en definitiva. Con los niños eso no se hace, y menos poniéndoles esos nombres de inspiración pseudocéltica: Roberto Libertà, Eridano Sirio,… En eso el Trucha era el más normal. Encima ayer Umberto Bossi tuvo las narices de echarles la culpa de todo en un mítin y pedir perdón a la militancia por las fechorías de sus hijos. Si es que la culpa es de los padres, hombre, como se oye comentar en los columpios ante los niños malcriados. Bossi, en veloz declive de gurú sagrado a abuelo cebolleta, lo que ya era desde hace años, ya ha entrado en otra fase expiatoria clásica: los medios le sacan compungido yendo a misa de Pascua.
No sé qué habrá visto también el amigo Renzo en estos años en su casa para pensar que era normal moverse por ahí sin dinero, como hacía Gianni Agnelli, pidiéndoselo al chófer o al partido, como si fuera la cosa más natural del mundo. Vamos, por derecho divino. Ahora se le habrá caído el mundo encima. Si no le vigilan acabará mal, en algún concurso televisivo.
Entre los muchos desparrames de esta empanada mental, Bossi logró para la causa que la RAI se marcara una superproducción con reparto internacional para cantar la gesta de Alberto da Giussano, personaje de leyenda medieval que se habría enfrentado en el siglo XII al emperador germano Federico I ‘Barbarroja’. La Liga Norte lo tiene como inspirador de sus batallitas y es el soldadito que aparece en el escudo del partido. La peli se llamó ‘Barbarossa’ (Martinelli, 2009) y ya ven que hasta ficharon a Rutger Hauer como malo.
Pues sí, ellos se ven así, gracias al dinero pagado por la televisión pública en co-producción para una película de 30 millones de dólares que fue un fracaso en taquilla, pero en la que, según dicen, hasta metieron a Bossi de noble lombardo en un cameo. Aunque se rodó en Rumanía con extras rumanos y hasta gitanos, con lo malos que son, ¡sacrilegio! Para mentener el encantamiento del mago Merlín también se ponen escenas de ‘Braveheart’ antes de los mítines, para emocionarse. Pero bueno, en algunos momentos importantes de la vida todos debemos asomarnos a ese abismo que hay entre lo que uno querría ser o se cree que es y lo que en realidad es. En eso están los chicos de la Liga tras romperse el hechizo. La verdad es que son más bien como los bárbaros patosos de ‘Attila, flagello di Dio’ (Castellano y Pipolo, 1982), joya del cine italiano cutrón:
Sinopsis: Los bárbaros llegan en un gran carro rústico, el ‘carroccio’, símbolo de la Liga Norte, curiosamente, aunque entonces ni existía. Los romanos les preguntan quiénes son. Dicen que son los bárbaros y su intención es destruir Roma. “Por donde yo paso ya no crece la hierba, querido”, apunta Attila, con el descacharrante acento que hizo famoso al actor, Diego Abatantuono, en varias películas de la época, una parodia del esfuerzo de un inmigrante del sur por parecer del norte. Como el romano no entiende, Attila se calienta: “¿Es que sois sordos? ¿Sois una tribu de minusválidos?” Y deletrea con una frase célebre del cine italiano cutrón: “¡A como atrocidad, doble T como terremoto y tragedia, I de ira de Dios, L como lago de sangre y A de ahora voy para allá y te rompo los cuernos!”.
FIN
El pobre Renzo tiene disculpa, pero son más difíciles de comprender estas hipnosis colectivas italianas. El invento de la Liga Norte, Umberto Bossi, Berlusconi,… a uno de estos personajes lo ves la primera vez y a los dos minutos ya te imaginas perfectamente el percal. No le dejarías las llaves del coche ni loco. Son vendedores de crecepelos, con todo el salero que quieran. Lo que no entiendo es que algunos italianos necesiten veinte años pra calarles. Ahora tenemos a todos estos militantes de la Liga Norte estupefactos y descarriados, con unas facturas de psiquiatra tremendas. Ya les habían embaucado con la obligación de las terribles corbatas verdes, color oficial del partido y que solo llevan ellos en el hemisferio norte, y ahora esto. En general, no sé qué va a pasar con la derecha en este país, porque está totalmente patas arriba. Y como la izquierda está parecido, las próximas elecciones van a ser apasionantes.
Vamos a ver, ¿ustedes habrían contratado como tesorero a alguien con el siguiente currículum? A saber: portero de discoteca de buen tonelaje, chófer de politicos de medio pelo hasta pillar el volante de un ministro de Berlusconi en 1994. Tras tirar el carné de Forza Italia y hacerse el de la Liga Norte, alegres visitas con vino y ‘focaccia’ a la casa de Bossi. En algún momento aparecen dos licenciaturas falsas en Malta y Londres, Luego, asistente al tesorero de la Liga y, de regalo, subsecretario del Gobierno de Berlusconi. Hasta que fallece el tesorero en 2010 y, por fin, tesorero con todos los honores. Este es el carrerón de Francesco Belsito, tesorero de la Liga en el centro del escándalo por mangonear la pasta. Es el chico de la foto, en un evento náutico padano.
Ahora todos caen de las nubes. También el ex-ministro Roberto Castelli, que al frente del comité administrativo del partido en teoría debía vigilar también las cuentas, pero ahora anda llorando diciendo que Belsito no le dejaba ver los papeles. Sin embargo estamos hablando de un señor que, cuando fue ministro de Justicia, contrató en 2001 como asesor a un amiguete de su pueblo que se dedicaba al comercio de pescado fresco y congelado. Así estuvo cuatro años, trincando 100.000 euros anuales, dedicado a “una actividad de contenido indefinido” y a redactar informes “casi en código, con referencias crípticas”, según denunció el Tribunal de Cuentas.
Quien ha tenido ojos para ver ya ha visto desde hace años, y no ahora, los pasteleos de la Liga Norte con el dinero. Para empezar también acabaron por pillarles a ellos en Manos Limpias en el supercaso de la ‘maxitangente’ Enimont, la bolsillada más grande todas repartida entre los partidos. Bossi pasó avergonzado por los tribunales asegurando que no sabía nada y no volvería a repetirse. Pero luego se metieron a hacer un banco padano, Credieruonord, para que su pueblo tuviera un banco propio y de fiar y lo desplumaron en tres años regalando dinero a los conocidos. También se inventaron un complejo de vacaciones en Croacia, para que el buen padano con denominación de origen pudiera veranear sin mezclarse con la chusma de las playas del sur de Italia, pero también quebraron. Por cierto que el autor de estas patéticas aventuras financieras, Stefano Stefani, es el nuevo tesorero. Como para fiarse.
El castigo divino más refinado enviado por Tutatis o las walkirias para tanta debilidad humana es despampanante. Ni a un humorista agudo se le habría ocurrido mejor. Pasarse una vida insultando negros e italianos del sur, por mafiosos, para terminar enviando 4,5 millones de euros a Tanzania, en una operación que para los magistrados puede ser lavado de dinero de la ’ndrangheta, la mafia calabresa (punta de la ‘bota’). Pero lo mejor es que Tanzania se ha permitido el lujo de ser un país serio y darles lecciones: ha rechazado la transferencia por su dudosa transparencia. Por no hablar de que otra de las salpicadas por el escándalo, Rosi Mauro, vicepresidenta del Senado, alias ‘la Negra’, dicho así entre ellos para fastidiar, es de Brindisi, una ‘terrona’ (paleta del sur) como la copa de un pino. Una de esas emigrantes que se les han colado en Milán. Sin estudios conocidos, también se ha colado en la presidencia del Senado, enchufada directamente por el gran capo, aunque no tenía ninguna experiencia y ha dejado a todos flipando con sus aires de verdulera resabiada. Como parece la Bruja Avería y se le tenía muchas ganas ahora la están masacrando. Se supone que va a dimitir, pero ella se niega porque dice que todo es mentira y entonces le han advertido que la echan igual.
Lo mejor, aunque no es nada nuevo, es ver cómo todos gritan la consigna habitual: ¡es un complot! En realidad también les comprendo. En Italia cuando a alguien le pillan con las manos en la masa no discute el hecho en sí, porque es perer el tiempo, sino el hecho de que le pillen. Desde su punto de vista la situación es esta: aquí somos todos unos chorizos y robamos lo que podemos, lo que es muy raro es que justo ahora saquen lo mío, aquí hay gato encerrado, alguien me quiere quitar de en medio ¿quién será? Y se devanan los sesos intentando descifrar la conspiración, una de las actividades más italianas que existen.
Se piensa hasta en Berlusconi, fíjense. La hipótesis sería que, estando en caída libre en los sondeos, busca desesperadamente caladeros electorales. Aquí hay otro tema muy profundo y resbaladizo. Lo ha vuelto a sacar ahora Rossana Sapori, 53 años, ex-dirigente del partido y ex-periodista de Radio Padania Libera, hasta que la echaron en 2004 por decir lo que ahora vuelve a decir. Desde entonces tiene un estanco. La idea es esta: Berlusconi se compró el apoyo de la Liga Norte en 2000 para asegurarse el triunfo electoral, pues los sondeos indicaban de forma impepinable que para ganar necesitaba sus votos. ¿Cómo? Sapori asegura que el partido estaba entonces sumergido en deudas por su desastrosa gestión y también debía afrontar el pago de querellas millonarias al propio Berlusconi, pues cuando rompieron su primera alianza en 1995 la Liga le llamó de mafioso para arriba a través de las páginas de ‘La Padania’. Son documentos encantadores, vean, vean:
Era 1998, otros tiempos. Berlusconi, muy cuco él y siempre experto en comprar amigos, habría ofrecido saldar todas las deudas y perdonar las indemnizaciones a cambio del apoyo incondicional de la Liga Norte. Además, como garantía, afirma Sapori, se habría adueñado de la titularidad del símbolo del partido, ante notario, para tener atada a la Liga, pues si le abandonaba de nuevo no podría presentarse otra vez con su nombre y además tendría que explicar por qué. Esto es lo que sostiene Rossana Sapori, y lo ha vuelto a hacer esta semana en una entrevista destacada al ‘Corriere della Sera’.
Lo cierto es que la alianza de Bossi y Berlusconi en 2000 fue sorprendente, tras haber roto de forma violenta llamándose de todo y jurando que jamás volverían a sentarse a la misma mesa. Luego la Liga Norte lo ha mantenido en el poder durante casi una década -de 2001 a 2011, salvo un paréntesis de Prodi de 18 meses en 2006-. Bossi ha tragado con todo, con todas las vergonzosas leyes ‘ad personam’ inventadas para burlar la Justicia, y en realidad ha sacado muy poco. El famoso federalismo se ha quedado en nada. Y en los dos últimos años de degeneración berlusconiana han amenazado cientos de veces con romper con Berlusconi sin que nunca fuera en serio. Por eso se desplomaron en las últimas municipales de hace un año. Ahora han roto con él, pero solo tras su caída y para hacer oposición al Gobierno técnico de Monti. Intentaban desde entonces, como confesó Bossi sin rodeos, “rehacerse la virginidad”, es decir, intentar vender de nuevo la moto. No sé a quién van a engañar ahora, pero tampoco hay que hacerse ilusiones. Es perfectamente posible que siga el espectáculo.