Seamos sinceros, la mayor parte del tiempo escribimos tonterías. De hecho cada vez nos lo piden más. Luego hay por ahí una serie de temas tremendos que siempre están esperando a ser contados, pero son duros de narices, arduos de seguir, complicados de entender y de explicar, delicados de escribir. En fin, un dolor de cabeza. pero son importantísimos. Total, que uno los va dejando de forma inconsciente, porque siempre la actualidad manda y da la excusa para no meterse en estos berenjenales. Sin embargo de vez en cuando uno tiene prontos y se mete. Luego se arrepiente, pero ya no hay vuelta atrás, porque ya lo has prometido, que es una de mis maneras de forzarme a hacerlo. En resumen, que el otro día me lié a contar el gran embrollo de Falcone, Borsellino, la Mafia, las negociaciones secretas con Cosa Nostra y todo lo que viene detrás hasta hoy. Aquí lo planto para quien le pueda interesar, en una versión más amplia y adornada de la que permite el papel.
Vuelco en el caso Borsellino.
Se van a cumplir veinte años de dos de los sucesos más horrendos del último medio siglo de historia de Italia, que por otra parte está llena de ellos: los asesinatos en 1992, a dos meses de distancia, de los jueces Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, dos grandes héroes italianos, los magistrados que encabezaron la más agresiva batalla contra la Mafia. Dos masacres de una crueldad inaudita. La ‘strage di Capaci’ que acabó con la vida de Falcone, su mujer y tres escoltas con 500 kilos de explosivo en un túnel bajo la autopista que fue volada literalmente a su paso. La ‘strage de Via D’Amelio’ que asesinó Borsellino y cinco guardaespaldas con un coche bomba con 100 kilos de explosivo cuando iba a visitar a su madre. Dejaron cráteres en la memoria que no se cierran.
La masacre de Capaci, 23 de mayo de 1992:
Hay siete filones de investigación aún abiertos sobre agujeros negros de ambos casos que deparan sorpresas periódicamente. Van desde el origen del explosivo utilizado para matar a Falcone al misterioso atentado frustrado que sufrió tres años antes en Addaura, sobre el que volveremos luego. Tres Fiscalías -Palermo, Caltanisetta y Florencia- indagan en la oscura trama de contactos entre Cosa Nostra y el Estado italiano que emerge tras los atentados, pero no se logran disipar las sombras. Sin embargo, la gravedad y las implicaciones de lo que va saliendo a la luz es cada vez más escandaloso. En los últimos días se han sucedido dos resoluciones en Caltanisetta y Florencia que han reescrito en parte lo que se sabía, abriendo nuevos escenarios. Las claves son, al menos, tres. Borsellino fue traicionado por alguien del propio Estado por oponerse a las negociaciones con la Mafia y por so fue asesinado. Los grandes atentados de Cosa Nostra de 1992 y 1993, la ‘guerra contra el Estado’ de Totó Riina, entra en la categoría de terrorismo, porque intentaban influir en el equilibrio político del Estado. La iniciativa de las negociaciones partió del Estado, no de la Mafia.
El foco de atención en este momento se centra en la muerte de Borsellino, el amigo de Falcone que siguió su labor tras su asesinato, aún sabiendo, como él, que estaba condenado por lo que habían descubierto, las complicidades de Cosa Nostra con el gran poder político. El vuelco en el caso se produce tras descubrirse que la verdad oficial aceptada en el proceso celebrado en su día era un montaje. Estaba basado en el testimonio de un ‘pentito’ (arrepentido), Vicenzo Scarantino, confirmado por otros dos, Salvatore Candura y Francesco Andriotta, que se acusaron de haber robado el coche usado en el atentado.
Pero en 2008 todo se vino abajo. Otro ‘pentito’ que cobrará un enorme valor, Gaspare Spatuzza, reveló que fue él quien robó aquel Fiat 126, ofreció pruebas indiscutibles -llevó incluso a los jueces al lugar donde robó el coche y donde lo preparó- y confesó que los condenados no tenían nada que ver. El hombre que apretó el botón fue Giuseppe Graviano y esto ya era otra cosa, porque su clan, los Brancaccio, estaban en contacto con el poder, los servicios secretos y la masonería. El móvil podía dejar de ser simple violencia de Mafia. Es más, Spatuzza indicó que el garaje en el que se preparó el coche bomba había un hombre ajeno a Cosa Nostra que no supo identificar.
En octubre de 2011 la Fiscalía de Caltanisetta pidió que el proceso volviera a repetirse y dijo con todas las letras que había once inocentes -mafiosos, pero inocentes- condenados. Fueron puestos en libertad siete acusados que llevana en la cárcel desde 1993. La Fiscalía de Caltanisetta investiga cómo se hizo aquella investigación para aclarar si fue un error, o fruto de un ansia exagerada de ofrecer resultados a la opinión pública o directamente una operación orquestada para ocultar la verdad. Fue cosa del comisario Arnaldo La Barbera y tres policías. La figura de La Barbera, fallecido en 2002, también ha dado un vuelco. Jefe de la ‘squadra mobile’ de Palermo, de gran prestigio y carrera brillante, encargado del grupo especial al que se encargó resolver las masacres de Falcone y Borsellino, ahora resulta que fue de los servicios secretos al menos durante dos años antes de su llegada a Palermo en 1988. Lo han descubierto los fiscales de Caltanisseta en 2010. Así que puede esperarse cualquier cosa. Tenía el nombre en clave de ‘Catullo’ y también de ‘Rutilius’.
Después se ha sabido que los falsos ‘arrepentidos’ se convirtieron en tales porque los inflaron a mamporros o les volvieron medio locos. “Yo no sabía ni donde estaba Via D’Amelio, hablé solo por miedo, me torturaron, me pegaron, me mataban de hambre”, ha dicho ahora Scarantino, el testigo clave. Le meaban en la pasta o le ponían moscas. Luego le prometieron salir de la cárcel y darle un buen dinero para rehacerse la vida.
Ahora que se piensa, quizá fue un poco raro que resolvieran el caso en tres meses, porque en octubre de 1992 ya estaban cantándolo todo. Simplemente los pillaron en los bajos fondos de Palermo y les cargaron el marrón. Los policías, aseguran, les hicieron aprender “la lección” de lo que tenían que decir y ellos endosaron la firma de los crímenes a hombres de Cosa Nostra: Salvatore Profeta, Cosimo Vernengo, Giuseppe Orofino, Natale Gambino y Gaetano Scotto, a quienes les cayó cadena perpetua. ‘Ergastolo’, en italiano.
El atentado frustrado de Addaura.
En este punto es útil hacer un inciso, para coger perspectiva, sobre aquel misterioso atentado frustrado que ya había sufrido Falcone en 1989 en Addaura. Lo resumo rápido. Falcone estaba de vacaciones en un chalé con playa privada en Sicilia, en Addaura, y el 21 de junio de 1989 encontraron 58 cartuchos de dinamita entre las rocas preparados para estallar cuando fuera a darse un baño. Por suerte no llegaron a estallar. Esto era lo que se pensaba hasta 2010. Como ven, pasan veinte años, todo queda patas arriba y se está como al principio, o peor, con cara de tonto.
Vamos con la nueva versión inquietante. En el comando que puso la bomba y andaba por allí escondido en los arrecifes había mafiosos y agentes de los servicios secretos, pero al mismo tiempo estaban en el lugar otros agentes secretos -estos, en cambio, eran del bando de los buenos- que evitaron el atentado. Dos misteriosos submarinistas de los buenos, que se zambullieron desde una lancha en las cercanías, habrían inutilizado el explosivo. No se sabe quiénes eran, pero hay una sospecha: los agentes Nino Agostino y Emanuele Piazza. ¿Por qué? Porque se los cargaron. Ambos de forma extraña. A Agostino, a los dos meses, con su mujer. Luego registraron su casa y se llevaron documentos. Y a Piazza lo estrangularon nueve meses después. La Policía ventiló los dos casos como crímenes pasionales o que dejaban en mal lugar a las víctimas. Es decir, parece que fue un montaje más. Un ‘depistaggio’, una operación de despiste, vocablo clave en estos misterios italianos. En síntesis, una parte mala de los servicios secretos quería liquidar a Falcone pero otra parte buena lo salvó, al menos aquella vez. El inspector que registró la casa de Agostino se llamaba Guido Paolilli. ¿Quién era? Un hombre de La Barbera.
Sinopsis: Falcone, un héroe de una pieza. ¿Ha sacrificado parte de su vida a la lucha contra la Mafia, usted vive blindado, pero quién le manda meterse en este lío? “Solo espíritu de servicio”. ¿Ha tenido alguna vez la tentación de dejar esta lucha? “No, nunca”.
FIN
Volvamos a la actualidad. Ahora, tras cuatro años de nueva investigación de la masacre de Borsellino, se han emitido cuatro órdenes de arresto de los auténticos responsables del atentado y los fiscales han avanzado que “algún servidor infiel del Estado llegó al punto de señalar voluntariamente a Paolo Borsellino como obstáculo al cierre de la negociación” con la Mafia. El capo de Cosa Nostra, Totò Riina se habría movido con “una premura increíble” para liquidarle. “Esto es solo el punto de partida”, ha dicho el fiscal Sergio Lari, que también muestra su “desconcierto por el silencio de algunos políticos”.
Negociaciones inconfesables.
¿Cuál es esa negociación con la Mafia y qué son esos silencios? Se habla de tres rondas de contactos entre el poder político y Cosa Nostra en esos años convulsos, 1992 y 1993, que cambiaron Italia, pues tuvieron lugar mientras se derrumbaba el cuadro político de medio siglo con la operación ‘Manos Limpias’ y la Mafia buscaba cómo recolocarse. Una negociación, la más documentada, es de los Carabinieri; otra del Gobierno de centro-izquierda que relajó el régimen carcelario duro, como pedía Cosa Nostra, y la última, la más delicada actualmente, con la mano derecha de Silvio Berlusconi, Marcello Dell’Utri.
Estas conversaciones clandestinas se han ido conociendo a partir de 2007 por Spatuzza y otro decisivo colaborador de la Justicia, Massimo Ciancimino, un personaje muy ambiguo (en la foto). Es el hijo del ex-alcalde mafioso de Palermo, Vito Ciancimino. Fue él quien reveló por primera vez las negociaciones a los jueces, la estrecha amistad de su padre con Bernardo Provenzano, mano derecha de Riina y capo de Cosa Nostra desde 1993 y las visitas de un misterioso ‘señor Franco’ de los servicios secretos. Empezó a hablar, no se sabe por qué, y ha arrastrado a varios ex-ministros y altos cargos a acordarse de repente de todo, aunque luego ha descalificado él solo su credibilidad, también de forma extraña, con documentación falsa.
Tras el asesinato de Falcone, el diálogo fue abierto por Mario Mori, coronel de los Carabinieri del ROS, el cuerpo especial contra mafia y terrorismo. Por cierto, luego, en 2001 fue nombrado jefe de los servicios secretos, cargo que ocupó hasta 2006. También le acompañó el capitán Giuseppe De Donno, a través Vito Ciancimino, en junio de 1992, aunque Mori rebate esa fecha. A final de ese mes Totò Riina presentó un papel (el célebre ‘papello’) con sus exigencias. Fueron estas, un total de doce:
1.Revisión de la sentencia del maxi-proceso de Palermo.
2.Anulación del decreto ley 41 bis.
3.Revisión de la ley Rognoni-La Torre (delito de asociación mafiosa).
4.Reforma de al ley sobre ‘arrepentidos’.
5.Reconocimiento de beneficios de disociación para los condenados por mafia (como para las Brigadas Rojas).
6.Arresto domiciliario con más de 70 años.
7.Cierre de las super-cárceles.
8.Prisión cerca de las casas familiares.
9.Ninguna censura a la correspondencia familiar.
10.Fin de medidas de prevención para los familiares.
11.Arresto solo con delito flagrante.
12.Eliminación de tasas sobre el combustible en Sicilia (como para Aosta).
Mori y De Donno buscaron “una cobertura política” a su iniciativa, pero nunca informaron a Borsellino, según los fiscales. Ellos alegan que solo fue una pista de trabajo en la lucha contra la Mafia pero, sea como fuere, desde luego “Cosa Nostra lo percibió como una ocasión para imponer pactos y condiciones”, han dicho los jueces de Florencia en su última sentencia sobre los atentados en esa ciudad. Los magistrados ven “amplias zonas de sombra en la acción del Estado”. El objetivo era “buscar un terreno de acuerdo para parar la violencia” por el temor a otros grandes atentados. Además había muchos políticos aterrorizados pues, vistos como traidores por la Mafia por no cumplir sus compromisos, quisieron salvar el pellejo. Según el ‘pentito’ Giovanni Brusca, el que apretó el botón de la bomba contra Falcone, después del atentado muchos políticos “se cagaron” y preguntaron a Riina qué querían para dejar de matar. Por lo visto se puso contentísimo y ya se creía el amo del mundo. En la foto lo tienen más tarde, cuando le detuvieron.
Para los fiscales aquellos contactos de los Carabinieri fueron el nivel más básico de las conversaciones, porque están convencidos de que también tuvo lugar en las altas esferas. Brusca ha contado que, tras los primeros contactos, Riina le dijo que “había que superar un muro”. Le ordenó suspender el asesinato de Calogero Mannino, ex-ministro y secretario de la DC siciliana, que iba detrás en la lista de ajuste de cuentas después de Salvo Lima. Con el asesinato de este hombre de Andreotti los mafiosos dieron una señal inconfundible de que se rompía la baraja.
Según la Fiscalía, fue Mannino quien impulsó el contacto con Ciancimino y presionó luego para ablandar el 41 bis. Brusca ha señalado a Nicola Mancino, ministro de Interior desde el 29 de junio de 1992 a 1994, como “terminal final” de las conversaciones. Cercano a Maninno (corriente sinistra DC), fue colocado por eso, según la Fiscalía, para tener un ministro más disponible.
Mancino, Maninno, y unos cuantos ex-ministros y altos cargos han recuperado la memoria de repente, después de veinte años, y han desfilado a declarar. Entre admisiones y negaciones de todas maneras no queda claro nada y parece que todo el mundo sabía pero no sabía o no se lo dijo nadie, aunque otros dicen que se lo dijeron. Lo que sí está claro es que Cosa Nostra sacó algo a cambio, aunque tampoco se sabía del todo: ahora se ha descubierto que el régimen duro del 41 bis se dejó de aplicar a 800 de los 1.200 mafiosos que lo tenían entre 1992 a 1994. El ministro de Justicia de 1993, Giovanni Conso, que empezó la operación con más 300 de una sentada, ha declarado que fue una decisión personal suya, en solitario. Pero los fiscales concluyen: “Las conversaciones, iniciadas en 1992, tienen su fruto envenenado en 1993”. Nadie ha explicado por qué se vio la necesidad de aliviar las penas de los mafiosos mientras estallaban las bombas.
Borsellino se enteró de las negociaciones el 28 de junio de 1992, por una amiga suya. Liliana Ferraro, alto cargo de instituciones penitenciarias. Se la encontró en el aeropuerto de Fiumicino y le puso al corriente de lo que se estaba cocinando a sus espaldas. Al día siguiente Borsellino estuvo en una cena en Roma con altos mandos de los Carabinieri y después se sinceró con dos colegas. “Tristísimo”, según han declarado, se derrumbó en un sillón y les dijo entre lágrimas: “No puedo creer que un amigo me haya traicionado”.
El 1 julio vio al nuevo ministro Interior, Nicola Mancino, el día de su nombramiento, aunque este dice ahora que no lo recuerda. Una “grave amnesia”, dicen los fiscales. Hombre, Borsellino era una de las personas más famosas de Italia en ese momento.
Su mujer, Agnese, ha declarado que el 15 julio de 1992, cuatro días antes de que le mataran, estaban asomados al balcón y le dijo: “He visto la Mafia cara a cara, me han dicho que el general Subranni es ‘punciutu’ (mafioso)”. Cuando se enteró casi vomita, le contó. El general Subbrani, que era el máximo mando del ROS de los Carabinieri, ya retirado, debe declarar pero ha replicado que es todo “una estúpida falsedad”. Luego, continuó la viuda de Borsellino, en un paseo por la orilla del mar le dijo esto: “Me dijo que no sería la Mafia quien le mataría, de la que no tenía miedo, sino sus colegas y otros quienes permitirían que eso ocurriera”. Uno de los muchos misterios de su muerte es la desaparición en el lugar del crimen de su agenda roja, que siempre llevaba consigo y donde apuntaba sus pesquisas. También se está investigando.
La masacre de Via D’Amelio, 19 de julio de 1992:
Cuando veo estas imágenes siempre imagino la obscenidad de alguien hurgando entre los restos del coche de Borsellino para robarle la cartera y llevarse la agenda roja.
La captura de Totò Riina.
Tras la muerte de Borsellino, la negociación siguió. Pero la tesis que se maneja es que Riina “poco a poco, se convierte no en sujeto sino en objeto” de la negociación, según el análisis de los fiscales. La hipótesis es que, siendo el más loco y violento de los capos, fue vendido por su mano derecha, Bernardo Provenzano, que le sucedió y compró su inmunidad. Riina fue capturado en enero de 1993. Y lo que pasó después no hace más que alimentar las sospechas: su casa, localizada el día del arresto, no fue vigilada ni registrada por los Carabinieri, sin informar a la Fiscalía, hasta 18 días después. Cuando por fin la Fiscalía se enteró y se decidieron se la encontraron vacía y hasta con las paredes pintadas. El general Mario Mori -otra vez él-, fue procesado junto al famoso capitán ‘Ultimo’, nombre en clave del hombre que detuvo a Riina. Fueron absueltos en 2006, aunque la sentencia era de esas ambiguas a la italiana: aunque la cagaron, y no se sabe muy bien por qué, parece que fue por un error de comunicación sin mala idea y de todas maneras aquello no fue delito.
En julio de 2009, al salir a la luz el ‘papello’, Riina habló por primera vez en años, aunque en su estilo sibilino, para decir que él no negoció nada, que le habían vendido, y concluyó sobre Borsellino: «A mí no me había puesto ni una multa. Lo mataron ellos».
Lo ocurrido más tarde, en 1995, también va en esta dirección: un confidente reveló una cita con Provenzano y se abrió la ocasión de detenerle. Pero el general de los Carabinieri, el mismo Mario Mori, la dejó pasar. Por eso es procesado ahora en Palermo por presunto favorecimiento de la Mafia. Además Provenzano, capo supremo de Cosa Nostra, en busca y captura desde 1963 y uno de los criminales más buscados del mundo, visitó varias veces a Vito Ciancimino en su casa del centro de Roma, en Piazza di Spagna, y eso que estaba en arresto domiciliario. Solo fue detenido en 2006. Curiosamente, al día siguiente de las elecciones que perdió Berlusconi.
Aparece Berlusconi.
Y así llegamos al tercer frente de negociaciones investigado. Tras el arresto de Riina, el clan de los hermanos Graviano siguió con los atentados para obtener mejores condiciones carcelarias y para buscar nuevos contactos políticos en el cambio de escenario que vivía Italia. Según varios ‘arrepentidos’ y también Spatuzza, Dell’Utri y Berlusconi pasaron a ser los nuevos referentes políticos de Cosa Nostra. Brusca declaró que cuando fue asesinado Salvo Lima “Riina me dijo que Ciancimino y Dell’Utri se habían propuesto como nuevos referentes para las relaciones con la política”. Muchos fiscales trabajan con esta tesis desde hace años, aunque ningún tribunal lo ha confirmado de forma definitiva. Dell’Utri sigue siendo investigado por ello en Palermo.
Declaración de Spatuzza en el proceso a Dell’Utri, el 4 de diciembre de 2009:
Sinopsis: Spatuzza declara detrás de un biombo protegido por una docena de policías. Cuenta que él y los demás mafiosos celebraron las masacres de los jueces Falcone y Borsellino. Aquellos atentados “nos pertenecen”, aclara, los demás, no. En otro pasaje declara que pusieron fin a los atentados porque habían obtenido lo que querían “gracias a la seriedad de estas personas que habían llevado adelante esta historia… que no eran esos cuatro socialistas a los que les habíamos dado el voto en el 88 y 89 y luego nos habían hecho la guerra”. “Me dieron el nombre de dos personas, Berlusconi. Graviano me dijo que era el Canale 5 (una de las televisiones de Berlusconi) y añadió que esta por medio un paisano nuestro, Dell’Utri”. Dell’Utri aparece al lado del fiscal que interroga, frotándose los ojos. Luego añadió, aunque no sale en este vídeo, una frase que fue sonada: “Nos han puesto el país en las manos”.
FIN
En este proceso testificaron al cabo de una semana los dos hermanos Graviano, los antiguos jefes de Spatuzza, que debían confirmar o negar lo que él había contado. Pero jugaron con la ambiguedad. Uno, Filippo, le desmintió. El otro, en conexión de audio desde prisión, dijo que prefería hablar en otro momento por razones de salud, casi a modo de protesta, y su abogado difundió una carta en la que lamentaba sus severas condiciones de reclusión, en el 41bis. Pero ninguno respondió a los jueces sobre sus relaciones con Marcello Dell’Utri y sobre la presunta financiación de Fininvest, la empresa de Berlusconi. Una decisión, dicen los jueces, que “puede ser interpretada como una señal oblicua lanzada al exterior”. Es decir, una advertencia lanzada a alguien: cuidado, que todavía si queremos nos ponemos a hablar. En resumen, sigue el suspense.
La última sentencia de los jueces de Florencia no ha encontrado pruebas que confirmen la complicidad de Dell’Utri y Berlusconi (en la foto) con Cosa Nostra. Aunque no excluyen que “un cambio político fuera visto por la Mafia como una oportunidad para desprenderse de la clase política en declive”. Y acercarse a la nueva. Este acercamiento existió, pero no han encontrado “un negociador específico”.
En cualquier caso, uno de los misterios de aquella ‘guerra contra el Estado’ fue por qué se paró de repente en 1994. Coincide con la irrupción en la política de Silvio Berlusconi. En su última entrevista con una cadena francesa, Borsellino hablaba precisamente de esto, de Berlusconi, Dell’Utri y su extrañísima amistad con el mafioso Vittorio Mangano, aunque la cinta despareció y el contenido no se conoció, por escrito, hasta dos años más tarde. Y no se emitió hasta 2000.
La polémica sentencia de Dell’Utri.
Y ahora hablemos de Dell’Utri, porque también él ha tenido una sentencia sonada este mes. Su proceso de colusión con la Mafia es decisivo para saber parte de la verdad de los últimos veinte años en Italia. Hace dos semanas el Supremo debía dictar la sentencia definitiva, tras una a nueve años, rebajada luego a siete, pero anuló el juicio anterior por defectos de forma y ordenó repetirlo. Aunque prescribe en 2014 y a lo mejor se queda en nada, como suele pasar con su amigo Berlusconi.
La decisión ha sido muy polémica, sobre todo por la arenga del fiscal general del Supremo, Francesco Iacoviello, ácido al decir que “ya nadie cree en el delito de concurso externo” en asociación mafiosa, el imputado a Dell’Utri. “Si al caso le quitamos todas las relaciones y los conocidos no nos queda nada”, argumentó. Es decir, no considera probado, más allá de sus discutibles amistades, qué ha hecho exactamente Dell’Utri por la Mafia.
El delito de ‘concurso externo’, ideado en 1987 por Falcone y Borsellino, persigue a quien no es mafioso, pero es cercano o está “a disposición” de la Mafia. Es la famosa ‘zona gris’ de complicidades políticas y económicas que forman el caldo de cultivo imprescindible de Cosa Nostra. Su aplicación depende de la interpretación de la ley y se ha ido restringiendo en resoluciones del Supremo. Es una cuestión jurídica compleja, pero hay un dato claro: cuando se trata de peces gordos las pruebas casi nunca parecen suficientes. El fiscal de Palermo, Antonio Ingroia, ve “un proceso de continua demolición” de la escuela de Falcone y Borsellino. Para él, Dell’Utri “era un embajador de Cosa Nostra en el mundo empresarial y financiero milanés” y el canal de comunicación de la Mafia con Berlusconi.
Las relaciones de Dell’Utri con la Mafia están probadas hasta la saciedad, desde los capos Stefano Bontate y Mimmo Teresi, la cúpula de Cosa Nostra antes de la irrupción de los Corleone de Riina. En 1976 Dell’Utri acudió al cumpleaños de un capo en un restaurante de Milán y estuvo en Londres en la boda del ‘boss’ italoamericano de la droga Jimmy Fauci. Según él, por casualidad, porque había ido a ver una exposición sobre los vikingos. También frecuentó a los capos Gaetano Cinà y Vittorio Mangano, el mafioso que presentó a Berlusconi y estuvo alojado en su mansión como cuidador de los establos. Estando allí Mangano fue detenido dos veces, pero siempre volvió a la casa. Por otro lado, entre 1975 y 1983 confluyeron en Fininvest, la empresa de Berlusconi, 300 millones de euros de origen desconocido, base de su fortuna.
Dell’Utri, siciliano, conoció a Berlusconi en la universidad de Milán y con 23 años le hacía de secretario. El ‘Cavaliere’ le llamó en 1974 a su constructora y en 1982 le puso al frente de su agencia de publicidad, Publitalia. Al año siguiente, en una redada encontraron a Dell’Utri en casa del capo Gaetano Corallo. En 1993 fundó Forza Italia con Berlusconi y ocupa escaños desde 1996, aunque ya desde 1994 varios ‘arrepentidos’ le relacionan con la Mafia. En total son una veintena, además de numerosos documentos y testimonios. Es célebre, por ejemplo, su frase en 1991 a un empresario que no quería dar una gran suma en negro a Publitalia: “Tenemos hombres y medios para convencerle a pagar”. Sin embargo, tras enviarle dos mafiosos, la sentencia del caso no ha considerado probado que la visita” fuera dirigida a inducirle temor”.
CRONOLOGÍA: Los dos años que cambiaron Italia.
Para terminar, y porque resulta útil para no perderse y seguir las posibles relaciones causa-efecto, aquí tienen una cronología orientativa.
1992
30 enero 1992: El Supremo condena a 475 mafiosos en el maxi-proceso de Palermo impulsado por el juez Falcone. Cosa Nostra se considera traicionada por sus protectores políticos tradicionales, principalmente dentro de la Democracia Cristiana (DC).
17 febrero: Con el arresto de Mario Chiesa, político local de Milán, arranca la operación contra la corrupción ‘Manos Limpias’ que acabará con la clase política. Es el fin de la Primera República. Luego llegará la Segunda, dominada por Berlusconi.
12 marzo: La Mafia asesina a Salvo Lima, el hombre de Andreotti en Sicilia. En septiembre, eliminará a Ignazio Salvo, otro de sus embajadores.
23 mayo: Cosa Nostra asesina al juez Giovanni Falcone, su mujer y tres hombres de la escolta en Capaci, cerca de Palermo, volando un tramo de autopista a su paso.
24 de mayo: Justo al día siguiente era la votación para elegir el nuevo presidente de la República, y Andreotti era favorito, pero el atentado arruina su candidatura.
Mayo-Junio: Antonio Dell’Utri empieza a trabajar en un proyecto político para Berlusconi.
Junio: Empiezan los contactos de los Carabinieri con la Mafia a través del ex-alcalde mafioso de Palermo, Vito Ciancimino. Totò Riina hace llegar un papel con sus exigencias.
28 junio: Nombrado un nuevo ministro de Interior, Nicola Mancino, considerado menos duro hacia la Mafia. El juez Borsellino se entera de las negociaciones y confiesa a dos colegas, entre lágrimas, que un amigo le ha traicionado.
15 de julio: Borsellino revela a su mujer su convicción de que un general de los Carabinieri es un hombre de Cosa Nostra.
19 julio: Paolo Borsellino es asesinado cuando va a visitar a su madre en Palermo, en Via D’Amelio. Esa noche se aprueba el régimen duro (41bis) para 300 mafiosos.
1993
15 enero: Detenido Totò Riina. De forma inexplicable, su casa no es registrada hasta meses más tarde.
14 de mayo: Atentado fallido contra el presentador televisivo Maurizio Costanzo, es el primero de Cosa Nostra fuera de Sicilia.
27 de mayo: Una bomba en Florencia causa 5 muertos y 48 heridos.
26 de junio: Se estudia suspender el régimen duro a 373 mafiosos.
27 de julio: Una bomba deja cinco heridos en Milán. Otras dos atentan contra monumentos artísticos en Roma y causan 22 heridos.
28 julio: Berlusconi anuncia en un encuentro con empresarios su intención de crear un nuevo partido político.
Noviembre: Se suspende el cárcel duro a más de 300 mafiosos. En los meses siguientes, de un total de 1.200, se retirará a 800.
Diciembre: Según varios arrepentidos, a final de año, el nuevo capo de Cosa Nostra, Bernardo Provenzano, cierra un pacto para apoyar el nuevo proyecto político de Berlusconi.
1994
23 enero 1994: Un gran atentado con un coche bomba y 120 kilos de explosivo en estadio Olímpico de Roma, a la salida del partido Lazio-Udinese, donde se coloca la Policía, no llega a realizarse. Según el ‘arrepentido’ Spatuzza, el mando a distancia no funcionó. Iba ser un “golpe de gracia” contra los Carabinieri, con el objetivo de matar a un centenar. Es el último acto de la guerra al Estado.
26 enero: Berlusconi anuncia en un discurso en vídeo su entrada en política.
28 marzo: Berlusconi y Forza Italia ganan las elecciones.
Este año se cumplen 20 años de todo aquello de 1992. De Manos Limpias y de la guerra de la Mafia. Con la corrupción no hemos avanzado nada, está peor todavía. Con la verdad sobre Falcone y Borsellino seguimos a oscuras.
La verdad sigue esperando. Attilio Bolzoni, experto de Mafia de ‘La Repubblica’ ha dicho que haría falta un ‘arrepentido’, pero ya no de Cosa Nostra, sino del Estado.