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Íñigo Domínguez

Íñigo Domínguez

Risas de fondo

En estos días no se sabe si el Gobierno italiano cae o no cae, pero todo son risas de fondo. Por ejemplo, el domingo, en la rueda de prensa de la cumbre de Bruselas, se entrevió lo que piensan Merkel y Sarkozy de Berlusconi:

 

Traducción: Una periodista pregunta qué le han dicho a Berlusconi (Merkel y Sarkozy ya esbozan una sonrisa simultáneamente, sin coordinación previa), si les ha dado garantías sobre las nuevas reformas en Italia y si les ha dejado más tranquilos. Se produce un silencio, ambos se miran y sonríen con sarcasmo. Sarkozy responde que tienen confianza en el sentido de responsabilidad del conjunto (subraya la palabra con un gesto) de las instituciones italianas. Luego responde Merkel una serie de obviedades.

FIN

Hombre, la postura de Angela Merkel es, cuando menos, de una diplomacia loable, porque según la prensa italiana Berlusconi la ha llamado ‘culona infollable’ en una conversación telefónica. Pero ella no se despeina. Y mucho menos la RAI, porque miren cómo dio la noticia el TG1:

 

Traducción: Dan paso a la corresponsal, una tal Mariolina Sattanino, que tras mostrar las risas de la sala de prensa empieza así su crónica: «‘Estábamos juntos en esta reunión’ (cita a Sarkozy), sonríen Merkel y Sarkozy. Se esperaban la pregunta de los periodistas sobre el encuentro que han tenido esta mañana con el primer ministro, Silvio Berlusconi. ‘Ha sido una discusión entre amigos’, añade la canciller, ‘él es nuestro interlocutor y tiene nuestra confianza’, bla bla bla…

FIN

A lo mejor se sorprenden porque no están vacunados. Si vivieran en Italia haría años que no verían el TG1, salvo para reírse si se lo aconseja el médico. Todo es obra de Augusto Minzolini, el director del informativo, trompetero de Berlusconi y personaje inenarrable (chico de la foto). Algo les puedo contar para que se hagan una idea: le han pillado tirando por la cara de la tarjeta de crédito de la tele. La Fiscalía ha pedido procesarle porque se gastó 86.680 euros en 15 meses, de 2009 a 2010, más que todos los 31 altos directivos de la RAI juntos. Minzolini se ha pulido la pasta en viajes que, en teoría, son de trabajo, pero la mayoría coinciden con fines de semana en capitales del extranjero, metas exóticas o en balnearios. Pero también hay pagos de uno o dos euros, porque debía de pasar hasta los cafés. Aunque cobra 550.000 euros al año. Lo más misterioso es que algunos viajes son mientras, oficialmente, estaba en su despacho en Roma: a Marrakech en Nochevieja y a Dubai en Semana Santa. Tras el escándalo ha devuelto el dinero, pero dice que es una conspiración. Imagino que se moriría de risa cuando pagaba porque se cree muy listo. Son esas risas de fondo que se oyen por todos los rincones de Italia de quienes están trincando algo.

En la RAI también hubo un caso edificante en verano. Adivinen: ¿Qué trascendental evento es capaz de cambiar la fecha de un consejo de administración de la cadena pública para que sus miembros puedan acudir a él y tan decisivo como para obligar a la presidenta de la región de Lazio, Renata Polverini, a ir allí en helicóptero después de debatir sobre los derroches de la política? Respuesta: una feria del ‘peperoncino’ en Rieti. La guindilla, para entendernos. También a esta tropa le parecerá muy gracioso.

Estas cosillas son una parte considerable del problema económico de Italia, pero no nos distraigamos. Decíamos que Merkel y Sarkozy se ríen al evocar la fiabilidad de Berlusconi. Lo raro es que no se hayan partido la caja allí mismo con un paquete de Kleenex. Recapitulemos. La crisis no existía oficialmente en Italia y mucho menos en el TG1 hasta que en mayo pareció evidente que sí existía. Esto era lo que respondió Berlusconi el 25 de mayo a la pregunta de si Italia estaba en crisis: «No, todos tenemos una experiencia distinta, es difícil encontrar sitio en un restaurante o en un avión, gastamos 10.000 millones al año en cosméticos». Pues nada, a vivir.

Sin embargo algo debía de haber, porque desde la UE no hacían más que llamarles al orden. Entonces se puso a organizar un plan de ajuste que quedó precioso, porque dejaba todo para pasado mañana: unos pequeños recortes ahora (1.500 millones), otros el año que viene (5.500 millones) y de repente un tajo muy serio en 2013 y 2014 (más de 20.000 cada año). Es decir, para el Gobierno siguiente y que sea lo que Dios quiera. Y tampoco explicaba muy bien de dónde iba a salir más de la mitad del dinero. Eran, ahora me acuerdo con nostalgia, más de 40.000 millones de recortes, que entonces parecían una barbaridad y se cebaban en los de siempre. IVA, gastos sanitarios y cosas así. También aquí se creían más listos que nadie y reirían en la cena a la salud de los pardillos. Pero en dos semanas los mercados, ese ente de nuestro tiempo, se estaban merendando Italia. Y a mitad de julio hubo que redoblar el plan de ajuste hasta los 80.000 millones, para que pareciera una cosa seria. Además, si recuerdan, Berlusconi intentó colar una ley para no tener que pagar la indemnizaciónmillonaria del caso Mondadori, aunque le cazaron y la retiró.

Pero no nos olvidemos de lo más gracioso, lo que pasó entonces con el ministro de Economía, Giulio Tremonti (chico de la foto). Es célebre en los mercados como el único del Gobierno italiano partidario del rigor en las cuentas, y por eso le ponen a parir todos los demás ministros, pero resulta que a principios de julio descubrieron que vivía invitado en una casa de su principal asesor, Marco Milanese. Que es investigado por corrupción y vender informaciones reservadas y favores a cambio de dinero o regalitos, como relojes, cochazos o viajes. Alojaba a Tremonti, que por otro lado es rico hasta decir basta, en un pisazo en el centro de 8.500 euros al mes, propiedad de un ente religioso, como media Roma, que siempre hacen caridad con los ricos necesitados. En este caso se trataba del Pio Sodalizio dei Piceni. Encima, para mala suerte de Tremonti, la tienda de al lado se llama “Supercasa”, y los fotógrafos no dejaban de incluir el letrero en el encuadre cuando retrataban el portal.

 Se puso aún más interesante la cosa cuando se supo que Tremonti no iba de gratis, sino que pagaba a Milanese 4.000 euros en mano, sin factura ni nada. Podían ustedes pensar que era en negro, pero qué va. Tremonti dice que no, que no es lo que parece. Él sabrá, que para eso es el ministro de Economía. Dijo así: “¿He hecho algo ilegal? Seguramente no. ¿He cometido un error? Absolutamente sí”. El uso de los adverbios en italiano es maravilloso. Me recuerda un conocido que le preguntó a su novia si se había acostado con otro y respondió: “Eeeeeh, seguramente sí”.

Sin embargo, peor fue la explicación de Tremonti para justificar el uso de la vivienda. Hasta entonces vivía en un cuartel de la Guardia di Finanza, pero dice que se sentía “espíado, seguido, controlado”. Es una sensación que si duda comprenderán muy bien los contribuyentes. Se puede pensar que es algo grave tratándose del ministro de Economía, pero se vuelven a equivocar. En vez de denunciarlo, cambió de casa. Se supone que son cosas rutinarias. Debe de ser, como a veces parece, que en Italia todos se espían unos a otros, controlan parcelas de las diferentes policías o servicios secretos para sus asuntillos privados y sus guerras secretas. A Tremonti, por lo visto, le espiaba Berlusconi. Ya ven qué equipo. Estamos cada día que si dimite o no. En los mercados mucha confianza no hay, pero se lo deben de pasar bomba viendo el espectáculo con palomitas.

A todo esto llegó agosto y el panorama no mejoraba. Así que llegó a Roma una carta confidencial del Banco Central Europeo (BCE) que informó a Berlusconi de que la crisis existía de verdad y le indicaba la lista de las cosas que tenía que hacer. Todos se enfadaron porque les trataban como párvulos, comparación a todas luces acertada. Y de nuevo a correr para improvisar un plan de ajuste, pero esta vez en serio. Berlusconi le vio las orejas al lobo y se puso shakespeariano al anunciar más recortes: «Nuestro corazón borbota sangre, nunca este Gobierno había metido las manos en los bolsillos de los italianos». Pero había algo que le debía de doler más. Hizo notar que también él tiene tres empresas que sacar adelante, por si alguien había olvidado su magno conflicto de intereses, y lo remató con una invitación inverosímil: inviertan en Mediaset, es una compañía sólida. No, no se han equivocado, es un primer ministro italiano haciendo publirreportajes de sus negocios en rueda de prensa oficial. Al menos así queda la esperanza de que haga algo para salvar sus empresas y, de paso, que beneficie al país, que no al revés. Por si no se lo creen, que siempre pasa con este hombre y este país, aquí está el documento:

Traducción: «…La Bolsa tiene una vida propia absolutamente separada de lo que es la vida económica. Yo nunca he operado en Bolsa, soy un empresario. he colocado mis empresas en Bolsa y en este momento si tuviera ahorros importantes invertiría prepotentemente en mis empresas, que continúan dando los resultados de los años anteriores, no sienten ninguna reacción negativa de la situación económica y están absolutamente infravaloradas, como gran parte de todas las empresas que cotizan en Bolsa, por los movimientos de especulación».

FIN

Ele, ahí queda eso. Nos encontramos, además, con una trola como una casa. En ese momento, 4 de agosto, el título de Mediaset, el imperio televisivo de Berlusconi, se hundía en Bolsa. A los pocos días, el 10 de agosto, toca fondo con su mínimo histórico, tras una caída del 5%: 2,46 euros. Como en 1996, cuando salieron a Bolsa. Y muy lejos de su marca de 2000, cuando llegaron a valer 25,43 euros. La verdad es que 2011 ha sido un año terrible para la empresa, que en ese momento había perdido un 45,5% de su valor desde enero. Lo cual quiere decir que la fortuna de Berlusconi ha sufrido un revés: su cuota en Mediaset valía 2.000 millones en enero y en ese momento, exactamente la mitad. ¿Qué hace Berlusconi? Lo que hemos visto, invitar a la gente en rueda de prensa a comprar sus acciones.

Lo del nuevo plan de ajuste fue memorable. El primero, recuerdo casi con cariño, fue presentado el 12 de agosto. Pero al final fue aprobado el 7 de septiembre y ya no lo conocía ni la madre que lo parió. Era la cuarta o quinta versión -los expertos aún no se han aclarado- y cada una decía lo contrario de la anterior, en un fascinante juego dialéctico. ‘La Stampa’ llegó a presentar el proceso con un dibujo del tablero de la oca. Cada medida era combatida por un partido, sector, sindicato, gremio o asociación de vecinos y retirada posteriormente. En Italia es imposible decidir nada. Hasta el obispo de Nápoles se negó a aceptar que el día de San Genaro, que caía en lunes, no fuera festivo y se pasara al domingo. La misma tarde de la aprobación definitiva del plan hubo una revuelta de los parlamentarios que son abogados -un total de 134-, que boicotearon la norma que imponía la liberalización de los colegios profesionales. Total, que también se cayó. En cualquier caso al final se hizo el milagro y se pegó otro tajo de 54.000 millones. Sin embargo un mes de marear la perdiz fue catastrófico para Italia, que quedó definitivamente convertida en el muñeco de feria favorito de los mercados. Hasta hoy. Por cierto, entretanto han acusado a Unicredit, el primer banco italiano, de defraudar impuestos y le han secuestrado 245 millones. Ellos dicen que es una operación perfectamente legal… pues se la aconsejó el prestigioso despacho de asesores de Tremonti, ministro de Economía. En fin.

El domingo la UE volvió a pedir casi de malas maneras a Berlusconi que, por favor, haga las reformas que tenía que haber hecho ya y le dieron hasta hoy para llevarles una lista con todo bien clarito y un calendario con la fechas marcadas con rotulador rojo. Lo explícito siempre desata el pánico en Italia, es casi mala educación, y ha estado a punto de derribar al Gobierno. Total, que al final se han inventado una carta de 15 folios con las habituales vaguedades, a ver si cuela. Cuando escribo esto aún está por ver.

Lo mejor es que, en medio del cataclismo, Berlusconi ha logrado deslizar otra ley a su medida. Van ya 40 leyes ‘ad personam’. Es más fuerte que él, pero es admirable cómo en los momentos de mayor dramatismo mantiene la cabeza fría para pensar en sus asuntos. Me recuerda un pasaje de Henry Miller donde contaba cómo mientras se tiraba a una tipa mantuvo la presencia de ánimo suficiente para robarle unas monedas para el autobús de vuelta. En el paquete de medidas para el crecimiento económico ha colado esta vez una norma que cambia las reglas del testamento, para poder privilegiar a un hijo o a otro, y no dar a todos lo mismo. ¿Para qué? Para evitar que su segunda mujer, Veronica Lario, de la que se está divorciando y los tres hijos de este matrimonio, se hagan con el control de su imperio empresarial en el futuro. Si es que este hombre está en todo. Aunque el hecho de que se esté arreglando ya detalles de este tipo hace pensar que está atando los últimos cabos y lo deja.

En fin, el síntoma más claro de que aquí no va a cambiar nada por las buenas es lo que ha ocurrido en estos meses de sacrificios con los privilegios de los parlamentarios. En los planes de ajuste se metieron, para hacer el paripé, etéreas menciones a «recortes de los gastos de la política». Todos han ido desapareciendo en el último momento o están hibernados en el limbo burocrático: la reducción de parlamentarios y de sus sueldos, abolición de las pensiones vitalicias, disminución de las provincias y sus poltronas, de los pequeños municipios,… Todo humo. Ellos sí que se ríen. Luego se quejan de que en Europa se rían de Berlusconi y no se fíen de él. A estas alturas ya no les pregunto a ustedes si se ríen, pero ¿ustedes se fiarían?

En esto de las relaciones entre la UE e Italia, en medio de la hecatombe financiera, me parece estar viendo esta impagable escena del inmenso Totó en ‘Napoli millonaria’ (Eduardo De Filippo, 1950), en donde fingen que está muerto para librarse de la visita del recaudador de impuestos. Aunque éste decide quedarse a velar el cadáver porque no se lo cree, incluso con un bombardeo encima (es durante la Segunda Guerra Mundial).

 

Sinopsis: Tras soportar el bombardeo y descubrir incluso tabaco de contrabando bajo la cama, el funcionario felicita al muerto en el estupendo diálogo final:
-Bravo. Tú no estás muerto, estoy seguro. Pero no te arresto. Es un sacrilegio tocar un muerto, pero lo es más tocar un vivo como tú. Dame la satisfacción de moverte. Si te mueves, no te arresto, palabra de honor. ¡Ni siquiera registro la casa, palabra de honor!
 -Entonces si me arresta es una carroña, porque ha dado su palabra.
-La palabra es una, no te arresto. Pero recuerda que no soy tonto.
-Y yo tampoco, brigadiere.

FIN

En Italia, ya lo hemos dicho muchas veces, el mayor descrédito es pasar por tonto. Y como hemos visto no hay que fiarse. Nunca, pero nunca nunca. Y tampoco darla por muerta.

POSTDATA: ME ASEGURAN QUE HAN ARREGLADO (EN PRINCIPIO) LOS PROBLEMAS TÉCNICOS Y YA SE PUEDEN HACER COMENTARIOS, AUNQUE ANTES HAY QUE REGISTRARSE. GRACIAS A TODOS POR SU PACIENCIA. AQUÍ LES ESPERO.

 

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