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Íñigo Domínguez

Íñigo Domínguez

Lui (28): Ruby 5

Van a empapelar a Berlusconi, ésa es la noticia del día, ya lo sabrán. El 6 de abril empieza, en principio, el juicio contra él por prostitución de menores y abuso de poder. ¿Dimitir? ¿Pero están ustedes locos? Esto no es más que el principio y quizá termine dentro de unos años y a saber cómo. Pasado el susto de hoy, que ya tampoco es mucho, la verdad, probablemente Italia lo engulla y siga como si nada.

Nuestro héroe esta vez no puede jugar a demorar el juicio para beneficiarse de la prescripción, porque le acaban de pillar en caliente. No son cosas de hace diez o veinte años, como la mayoría de sus otros procesos. En ese sentido lo tiene más difícil. Pero no se rinde y no dimitirá ni loco. Para que no se pierdan, este es, por el momento, el arsenal de armas y tretas legales que entrarán en juego a partir de ahora:

-Recurso al Constitucional sobre la competencia del tribunal. De todo modos, no interrumpe el proceso. Aunque en caso de sentencia a favor puede anular el juicio.
-Denunciar a los magistrados por atentado contra los órganos constitucionales.
-Aprobar una ley para prohibir las escuchas telefónicas, núcleo probatorio del caso.
-Ley del llamado proceso breve, que anula aquellos juicios que no lleguen a sentencia firme en seis años. Afectaría a dos de sus cuatro procesos actuales. Pero para el primer grado en juicios como el de ‘Ruby’ el límite es tres años. Por eso es útil cualquier cosa que sirva para retrasar el proceso, como muchas de las medidas aquí enumeradas.
-Adelanto de la prescripción del delito para acusados sin antecedentes penales, como es su caso.
-Recurso al tribunal de derechos humanos de Estrasburgo.
-Legítimo impedimento. Berlusconi puede esgrimir su agenda oficial para no ir a las audiencias. Si se quitan las votaciones parlamentarias -aunque no va nunca- quedan libres los lunes, lo viernes y los sábados. Los viernes hay consejo de ministros. El lunes y el sábado puede tener la visita del presidente bielorruso o la inauguración de una feria de la máquina herramienta. También puede alegar citaciones en sus otros tres juicios abiertos.
-Inmunidad judicial, que requiere una reforma de la Constitución y un trámite parlamentario largo. En este sentido también es útil alargar el proceso.
-Y la mejor de todas: Berlusconi, primer ministro, ha amenazado con denunciar al Estado. Por otro lado, además, la presidencia del Gobierno se puede personar como acusación. Así gana siempre.


En fin, la consigna es aguantar y ganar tiempo. Porque hay un argumento decisivo más, que ya hemos comentado otras veces. Las sentencias en Italia no son definitivas hasta la tercera instancia, el Tribunal Supremo. Que llegará en dos, tres o cuatro años, quién sabe. Berlusconi ya ha sido condenado otras veces en primera o segunda instancia y no se ha inmutado. Es decir, si le condenan en este primer proceso esa sentencia no significará nada, salvo confirmar su punto de vista y el de muchos de sus electores: los jueces de Milán no son imparciales y están conjurados en una conspiración.

Entretanto, mientras se torea la Justicia, el objetivo es mantener el consenso con vistas a obtener la absolución de las urnas en unas elecciones. Berlusconi ya convocó el otro día a los jefes de los medios de su propiedad para que se pongan las pilas. Aunque de momento los resultados son patéticos. Miren estas dos bombas informativas:

-A la fiscal del caso. Ilda Boccassini, la pillaron hace 31 años con un novio que era periodista de izquierdas. Un funcionario asegura que abrió la puerta de su oficina y les vio haciendo carantoñas. Se abrió un expediente que se cerró con su absolución, porque su vida privada era asunto suyo. Ha sido primera página de ‘Il Giornale’, propiedad de la familia Berlusconi, con el título ‘La doble moral de la Boccassini’.

-El gobernador de Puglia, Nichi Vendola, de izquierdas y candidato a liderar la oposición, se paseó en bolas hace 32 años por una playa nudista. Primera página con foto en blanco y negro en ‘Il Giornale’. Título: ‘Aquí está el líder desnudo. No es Berlusconi’.

Y en este plan. La idea, un clásico italiano aunque en este caso tenga un desarrollo ridículo, es que nadie puede tirar la primera piedra porque todos tienen algo que esconder. Es decir, mejor estar todos calladitos porque todo el mundo es chantajeable. Pero además en este caso se ha adornado con un celofán ideológico notable: quienes atacan a Berlusconi son «puritanos y jacobinos». El responsable de esta estrategia es Giuliano Ferrara, director de ‘Il Foglio (chico de la foto)’. Asumiendo órdenes, la semana pasada el telediario de RAI 1 le dio una entrevista en el estudio de cinco minutos para que se despachara a gusto. Dijo esto:

«Una república de la virtud, puritana en su ideología, en su funcionamiento, es el contrario de una república liberal y tolerante, donde la ley vale para todos y el derecho se afirma a tutela de los ciudadanos».

«Italia es un país católico, con los vicios de los países católicos, pero el puritanismo es violento, brutal, sobre todo en su forma revolucionaria, a la Cromwell, suspende los poderes del Parlamento, corta la cabeza al rey, introduce un elemento de guerra civil que debe ser detenido (…) Su idea de república de la virtud es curiosa. Mis pecados los digo al confesor si soy creyente, o son parte de una fatigosa enmienda a través de mi conciencia moral laica, pero no es posible transformar los pecados y vicios en delitos. Si el presidente Berlusconi se ha excedido y no ha tenido una vida sobria, no es posible aprovechar pretextuosamente para procesarlo por concusión y prostitución, tras haber espiado sus casas, escuchado sus conversaciones y las de sus huéspedes, y haber difundido todo esto a la opinión pública con 400 páginas construidas aposta para destruir una figura insitucional tan importante y decisiva como la del jefe del Gobierno. Es una cosa absurda, surrealista. Es increíble que no consigamos hacerlo entender, por ejemplo en el extranjero, donde se creen esta fantasía, esta locura, esta mentira cotidiana y hacen daño a la imagen de nuestro país».

Luego se burló de Umberto Eco, que dijo que se acuesta tarde pero no por el bunga bunga, sino porque lee a Kant. «Para ellos todos debemos leer Kant, sólo que encima no lo entienden, porque Kant ha dicho una cosa colosal que va contra todo su moralismo y su puritanismo. Ha dicho: ‘El árbol torcido de la humanidad no se puede enderezar’. Se puede llegar por grados, despacio, intentando cambiarse, pero no se puede usar la ley, el Estado, para enderezar moralmente la humanidad».

Amén. El trasfondo ya ha sido muy comentado en nuestro blog. En Italia no hay delitos, sino pecados. Y todos somos pecadores, no hay que ser severos. Deben imperar el perdón y la piedad, no juzguéis y no seréis juzgados. El ser humano es imperfecto, es una exageración inhumana de país protestante intentar corregirlo o regularlo con reglas inflexibles. Aquí somos más sabios, somos mediterráneos, sabemos vivir. Si se impone un modelo así, el próximo será usted, así que tenga cuidado, porque ya sabemos que en Italia quien más quien menos tiene un par de cosas ilegales por ahí. Además los comunistas le van a subir los impuestos.

Ferrara se marcó un acto de defensa pública de Berlusconi el sábado en un teatro de Milán ante 1.500 personas. Era el teatro del Gusano, dicho sin acritud, porque es que se llama así. Ferrara instaló un escenario lleno de calzoncillos colgados con el lema «En calzones pero vivos». Abundó en su tesis del humano desliz: «Fue un error de Berlusconi llamar a la comisaría, pero sobre ello han hecho una batalla puritana. Fue una llamada de cortesía. Han construido encima una novela para entrar en la vida de los otros (quédense con esta expresión) y como en la vida de cada hombre hay un punto débil, y ellos lo saben, espían y miran por el ojo de la cerradura. ¿Qué estamos haciendo con el derecho, con la privacidad?».

En resumen, Berlusconi «ha pecado como peca cualquier ser humano» y la magistratura confunde «las inclinaciones naturales con los delitos». Es verdad, yo también tengo una inclinación natural a llamar a comisaría tapándome la nariz y diciendo que soy Berlusconi para sacar a mis amigos de apuros. De pequeño llamé a casa de profesores y del empollón de clase para insultarles, como todo el mundo, tapando el teléfono con un pañuelo. Y qué decir de la inclinación natural de cualquier hombre, porque somos todos unos cerdos, a cepillarse jovencitas. Por favor, un poco de sentido común.

No obstante, si nada de todo esto funcionara, éste es el argumento decisivo, resumiéndolo con mis torpes palabras:

El poder de una democracia recae en la soberanía popular. Luego nadie está por encima de ese poder. Luego el primer ministro, elegido por mayoría en las urnas, no puede ser juzgado ni condenado. Si es así se trata de un golpe de Estado contra la democracia.

No se rían porque Berlusconi se lo cree, lo toma totalmente en serio y lo repite casi cada día. Aquí está la esencia delicada del asunto, entre la democracia y el populismo de barra libre. Por eso es el auténtico punto crítico y definitivo al que se puede llegar un día, en el caso de que le condenen en el Supremo. ¿Llegará ese día? ¿Qué pasaría entonces? Unos creen que Berlusconi cogería el helicóptero, como su amigo Craxi, y se exiliaría en Antigua o en algun otro rincón con playa. Pero lo cierto es que, a sus 74 años y sin antecedentes, no iría a la cárcel. Moretti, más pesimista, lo veía así en ‘Il Caimano’ (2006), estrenado antes de la sentencia definitiva del Supremo sobre el caso SME:


Sinopsis: Moretti encarna a Berlusconi el día del anuncio de la sentencia de un juicio. Habla la fiscal: «Han pasado cinco años desde la primera audiencia preliminar, el imputado no ha hecho más que evitar el proceso, no se ha presentado en la sala aunque se había comrpometido a hacerlo, se ha volcado en aprobar leyes cuyo fin era impedir que se celebrase este proceso y llegara hasta el final. Lo que estaba en juego en este proceso, a un cierto punto, era la posibilidad misma de celebrarlo. El hecho de que la magistratura fuera capaz de desempeñar sus funciones al servicio del Estado».

Responde el imputado: «Una última cosa antes de que el tribunal se retire. Espero que seáis conscientes de que con vuestra sentencia podríais cambiar la historia de nuestro país».

Llega la lectura de la sentencia, y es una condena. Declaraciones a la salida: «En una democracia liberal los jueces aplican la ley, y no hacen resistencia contra quien ha sido elegido por los votantes para gobernar. En una democracia liberal quien gobierna puede ser juzgado sólo por sus pares, es decir, por los elegidos por el pueblo. La casta de los magistrados quiere tener el poder de decidir en lugar de los electores. Y diría que ha llegado el momento de pararles. Gracias. Con mi condena nuestra democracia se ha transformado en un régimen, un régimen contra el cual todos los hombres libres como vosotros tienen el derecho de reaccionar de cualquier manera».

FIN

En la realidad, meses después, Berlusconi fue absuelto por el Supremo en el caso SME y ahí se quedó la cosa. Ahora estamos en lo mismo, aunque queda mucho para ese día y los otros tres procesos ya abiertos caerán en la prescripción de aquí a un año.

Un programa de RAI 3, ‘Parla con me’, quiso emitir el pasado día 9 de febrero esta secuencia entera -este framento era el trozo final-, pero la dirección no lo permitió. Dijo que era demasiado larga y que, si acaso, que la trocearan y la acortaran de siete a tres minutos. Moretti se negó. Así que no se emitió.

En cambio, ese mismo día RAI 1 emitió a las nueve y media de la noche ‘La vida de los otros’ (2006), la espléndida película de Florian Henckel von Donnersmarck sobre el espionaje y las escuchas telefónicas a los ciudadanos en la Alemania del Este. Y al día siguiente, en el telediario de RAI 1, a las ocho de la tarde, la entrevista de cinco minutos a Giuliano Ferrara. Por la noche, Berlusconi hizo unas declaraciones en las dijo que la investigación del caso Ruby es «digna de la Alemania comunista».

Conclusión: como siempre, la última palabra la tendrán los italianos en las urnas.

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