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Íñigo Domínguez

Íñigo Domínguez

Diario mínimo (64)

Libera el pingüino que hay en ti

Han abierto una nueva pista de patinaje sobre hielo en Roma. Lema publicitario que se ve por la ciudad: «Libera el pingüino que hay en ti». Se acompaña del dibujo de un simpático pingüino.

(Anuncio en la prensa de Roma)

Nuevo récord, un solo hombre con 62 poltronas

En Italia basta meter la cabeza en el sistema de partidos para tener la vida resuelta, descendientes incluidos, y dedicarse a trincar con toda felicidad. Pero lo de Giovanni Pascone, 48 años, se antoja una exageración. Este ex-magistrado del Tribunal Administrativo Regional -el mítico TAR donde terminan todos los líos burocráticos- y asesor de dos Gobiernos de signo opuesto, de Berlusconi y Prodi, es acusado por la Guardia di Finanza de violar las normas de incompatibilidad de cargos públicos de forma estratosférica: tenía hasta 62 poltronas distintas. De asesor de un par de ayuntamientos del Lazio a dirigente de la Agencia Espacial Italiana o jefe del Acueducto de Puglia, o funcionario del Instituto de Alta Matemática, o director de la Agencia de Autores y Editores. Y tiene cuatro licenciaturas. Sólo en los dos últimos años habría dejado de declarar 40 millones de euros. Como hipótesis, se puede pensar que lo que cobraba es inversamente proporcional a lo que hacía, salvo la posible atenuante del don de la ubicuidad.

(Corriere della Sera de hoy)

Recordemos, por oposición, la humillación del subordinado total del italiano medio, condenado a ser tratado como una mierda humana por los amos de las poltronas. En este caso, obligado a la modernez de la terrible y célebre ‘poltrona sacco’. Se trata de nuestro fetiche, Paolo Villaggio, en otro personaje émulo del ‘ragionere’ Fantozzi, ¡¡Fracchia la bestia humana!!:


Sinopsis:
Fracchia entra en el despacho de algún megadirector galáctico y tras caerse al suelo de la temible ‘poltrona sacco’ dice con la nariz en el suelo «Efectivamente me encuentro muy cómodo». El jefe le pregunta de qué departamento es y responde que no lo sabe, «estamos en las manos del destino». Como el de las 62 poltronas. Entonces le pide que le diga en qué parte del organigrama está, pero Fracchia no sabe ni lo que es un organigrama. «Me hallo en el marasma más completo. ¿No me puede ayudar usted?», suplica. Le asegura que no recuerda nada, tan sólo un sueño raro de un cisne. Sólo sabe que juega a ping pong en las horas de oficina. «¿Pero cuándo trabaja usted?», le increpa. «Nunca, yo no doy un palo al agua, lo sabe todo el mundo, pregunte, pregunte», prosigue. Entonces se da cuenta de su error: «¡Me he hecho el espía yo solo!». Como castigo, el jefe le degrada a lavar los baños.

FIN

Les aseguro que, con un poco de práctica, uno aprende a simular este tipo de pleitesía con el poderoso prepotente cuando tiene que resolver algún asunto burocrático. Fantozzi es mi modelo.

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