Si todavía hay alguien ahí se habrá dado cuenta, una vez más, de que no soy nada de fiar. Dije que me iba dos semanas y ya ha pasado más de un mes. Lo siento mucho, pensaba que iba a tener tiempo, pero el viaje que he tenido que hacer este verano al final ha sido un lío que me ha tenido bastante ocupado. Los lectores de mi diario en papel probablemente ya sabrán, porque ya se han publicado los primeros capítulos, que me cogí el Transiberiano. Lo malo es que luego hay que escribirlo.

En Roma, todo más o menos igual. Hace un calor de morirse. Salta la luz en casa de vez en cuando por el uso masivo del aire acondicionado en todo el país. Ha llegado la temible ‘zanzara tigre’ (mosquito tigre), que ha empujado a algunos ayuntamientos originales a decretar la obligación de criar de peces rojos -se comen las larvas- para combatirlos. En Trastevere ha sido la fiesta de Noantri, algo así como la fiesta de nosotros, en oposición a ‘los otros’, el resto de la ciudad, con la procesión de la Virgen por el río y las verbenas nocturnas. En la calle se venden sandías enormes y en el río, la ‘grattachecca’, un granizado casero y castizo. Hay cine al aire libre. Los autobuses llegan a su hora. Sólo se ven turistas, y los romanos que no escapan al mar se hacen fuertes en la oscuridad de casa hasta que salen de sus guaridas al atardecer. No está ni el Papa, que se pira a Castelgandolfo para poder respirar. En el bar se pregunta ya con impaciencia cuándo empieza la liga. Los políticos, hasta que cierren el quiosco, están metidos ahora en el escándalo de una nueva sociedad secreta para pegar pelotazos. Es nueva, pero es algo viejo como el cuco. Y queda agosto, un mes maravilloso en Roma, no hay nadie.

En fin, que es verano. Yo también me voy, esta vez de vacaciones. Espero que puedan disculpar esta interrupción un poco larga de la conexión, pero lo mejor es que se vaya todo el mundo por ahí y deje de mirar el ordenador. A los que tengan vacaciones más tarde, ánimo, que luego son los que más se ríen según vuelven los demás.

De todos modos ya saben que en verano pueden seguir teniendo cerca lo italiano, porque España se llena. Ya he visto a Armani en calzoncillos en Ibiza. Paciencia, ligarán más, ya les conocen. El verano es un momento muy italiano.

Es, como muchas otras veces, de ‘I mostri’, de Dino Risi (1963). Ya ven que hilaba muy fino para la época. Suena ‘Abbronzatissima’, de Edoardo Vianello, una de las canciones más playeras que existen. Feliz verano, sean ustedes del palo que sean. Para contrastar, también tenemos al pobre Nanni Moretti, que no se come una rosca en ‘Bianca’ (1983).