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Íñigo Domínguez

Íñigo Domínguez

Verano loco (3)

5. Aperitivo y amaro

Los italianos, sublimes sibaritas -Sibari, cuyos vecinos se cansaban de ver trabajar, está en Calabria-, son grandes aficionados al vino. Es una de las pocas cosas italianas con extremos, porque no existe el clarete. Luego está el Lambrusco, medianía que se coloca hábilmente en España. Pero para las copas son absolutamente negados. Pedir un gin-tonic es perder el tiempo. En general, se emborrachan poco, sea por falta de hábito o infraestructura -hay menos marcha- como por salud y miedo a bajar la guardia o a deteriorar la propia imagen.

Hay, en cambio, un reino muy italiano, antes y después de comer. Antes está el aperitivo, claro, inventado en Milán en el XIX y que se toma por la tarde, no al mediodía. Martini, Campari, Aperol, son instituciones, pero uno de los más famosos, el Cinzano, ya apenas se encuentra. Ha quedado como pasado de moda. En algunos bares la botella aún se divisa polvorienta en segunda fila. Después de comer, y al margen de la ‘grappa’ y el ‘limoncello’, emerge el ‘amaro’ (amargo). Estos licores mantienen inalterables sus etiquetas de los sesenta. Ramazzotti, Montenegro, Lucano, Biancosarti -que anunciaba Kojak- o incluso Cynar un alucinante licor de alcachofa. “Contra el desgaste de la vida moderna”, decía la publicidad. Y en eso siguen, contra la modernidad siempre.


Traducción: A mí este anuncio surrealista me encanta. Es el último de Cynar, de hace un par de años, interpretado por un grupo musical-satírico con bastante gracia, Elio e le Storie Tese. Aparece un grupo de amigos en medio de una plaza ajenos al caos de tráfico, escenificado con bastante similitud con la realidad cotidiana italiana. El estribillo con voz electrónica repite: “Alcachofa” (Car-cio-fo) mientras se enumeran las virtudes del ‘Cynar’. “Natural, ligero, atractivo (‘coinvolgente’, que implica, atrapa, difícil de traducir), amistoso (‘conviviale’, difícil de traducir), representa toda la genuina simpatía italiana de la sobremesa. ¡A base de hojas de alcachofa! ¡Informal! ¡Accesible! ¡Autoirónico!”. En esto se acaba la botella y se ven acosados por los coches, el estrés de la ciudad. “¡Noooooooooo!”. En unos segundos de duda aún se oye la voz, que acelera: “¡Italianidad! ¡Historicidad!”. Pero no hay problema: accionan un palanca con forma de alcachofa, que hace aparecer una nave espacial con forma de alcachofa y huyen por los aires. “¡Contra el desgaste de la vida moderna!”, clama el lema del anuncio. Pura evasión. Italia.

6. Rojo permisivo

Es difícil explicar en pocas líneas, y más todavía en muchas porque uno empieza a contradecirse, en qué consiste la singularidad del punto de vista italiano sobre las cosas. Es algo inaprensible, que se intuye en destellos cotidianos. Por ejemplo, la pasión por el ‘acqua leggermente frizzante’ (agua ligeramente efervescente). Ni con gas ni sin gas, es… ligeramente con gas. Es como la invención técnica revelada por un accidente del metro de Roma. El tren se saltó un semáforo en rojo, pero el conductor dijo que eso era normal. El metro explicó entonces que tenían tres luces: verde, rojo y “rojo permisivo”. Es decir, pase, pero cuidadito.

Este pragmatismo es casi una forma única de sinceridad. Como un célebre entrenador, el gran Nereo Rocco (en la foto), a quien dijeron: “Que gane el mejor”. “Esperemos que no”, replicó muy serio. También fue memorable el análisis del seleccionador sub-21 tras perder de calle ante Argentina: “No ha sido una derrota nuestra, ha sido una victoria suya”. La cúspide de este pensamiento amoral e individualista la alcanzó el gran Aldo Fabrizi, en uno de sus últimos papeles en ‘C’eravamo tanto amati’ (Una mujer y tres hombres) de Scola. Interpretaba a un constructor corrupto y sin escrúpulos: “Hijo mío, quien ha ganado la batalla contra la propia conciencia ha ganado la batalla por la vida”.

Esta tercera vía italiana hacia la realidad, entre el blanco y el negro, el sí y el no, la diferencia esencial de carácter y visión de la vida con España, raíz última de sus virtudes y sus defectos, se refleja magistralmente en esta publicidad de Ferrarelle, agua mineral “leggermente frizzante”. “Liscia” es lisa, sin gas. “Gassata” es con gas.


Es de Annamaria Testa, una de las más famosas publicitarias italianas. Suyo es también otro lema muy conocido en España: “¿Nuevo? No, lavado con Perlán”. En Italia era Perlana.

(Publicados en El Correo en julio de 2007)

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