Decíamos que Hollywood desembarcó en Cinecittà para hacer películas de romanos, generalmente con el matiz propagandístico católico. ‘Quo vadis’ (1950), de Mervyn Le Roy, fue la primera gran superproducción y en la escena del incendio de Roma quemaron los decorados de tamaño real, como en la famosa secuencia del incendio de Atlanta en ‘Lo que el viento se llevó’ (‘Gone with the wind’, 1939, Fleming, Cukor, Wood). Pero también lo hacían para que los italianos no aprovecharan luego los decorados. Esta fue la costumbre durante los primeros años, pero luego se fueron relajando y ya se olvidaron de destruir el material. Con esas sobras nacieron los formidables peliculones cutrones ‘peplum’ rodados en Italia, de serie B, que le pegaban un repaso a la mitología, desde Hércules o Maciste, pero en plan de andar por casa. Otro día quizá hablemos de ellos, son un filón.
Los americanos se fueron relajando, decíamos, porque en Roma el buen rollo era increíble. El jefe de prensa de la Metro en Italia, Mario Longardi, cuenta en sus memorias que para la presentación de ‘Quo Vadis’ organizaron en uno de los clubes de Via Veneto un cenorrio multitudinario al que había que asistir vestido de romano. Vamos, una fiesta toga. Él, italiano, no hizo ni caso, pero todos los gerifaltes de la Metro acudieron disfrazados, con coronas de laurel y todo, para divertirse como enanos. Según cuenta, a los postres ya estaba todo el mundo despatarrado en los divanes. Luego entró «un grupo de chicas guapas, estrellistas italianas más o menos conocidas, para alegrar la velada». Cuando fueron presentadas, se rogó a los comensales que se portaran como caballeros, pero la respuesta fue un alarido colectivo. Era 1950 y la Dolce Vita ya estaba en la calle. Son numerosos los ligues de esa década entre famosos y nativos, como Anthony Quinn, o los que se casaban en Roma, como Tyrone Power, o los que se acababan de divorciar en Roma, como Robert Taylor y Barbara Stanwyck. Roma, tan bonita y romántica, daba mucha vidilla. Tres años después, como dijimos en el capítulo anterior, llega ‘Vacaciones en Roma’, aunque queda una década para el filme de Fellini.
‘Quo Vadis’ fue muy bien en taquilla, y luego vinieron decenas de títulos, de ‘Ulises’ (1954, Camerini), con Kirk Douglas y Anthony Quinn, a ‘Cleopatra’ (Mankievicz, 1963), con Elizabeth Taylor que casi arruina a la Fox. Pero sin duda el gran proyecto de la década fue ‘Ben Hur’ (1959), que amenazaba con arruinar a la Metro, dirigida por William Wyler. Sí, sí, el mismo de ‘Vacaciones en Roma’. Lo de ‘Ben Hur’ y su carrera de cuadrigas tiene miga. Hay tres ‘Ben Hur’, al menos por el momento.
El primer ‘Ben Hur’, de 1907, dura quince minutos. Rodaron la carrera en la playa de New Jersey y no se les ocurrió otra cosa que llamar a los bomberos, que aparecen con sus carros de caballos. También hoy la gente hace cualquier cosa para salir en la tele. Esta película, además, es la que inauguró el pago de derechos de autor por una novela. Hasta entonces cogían una historia sin pedir permiso, pero esta vez los denunciaron y tuvieron que apoquinar. Así hasta hoy.
Los italianos aseguran que la primera carrera de cuadrigas como Dios manda es en ‘Messalina’ (1923, Enrico Guazzoni). Da igual, en el segundo ‘Ben Hur’, de Fred Niblo, de 1925, tiraron la casa por la ventana. Es la película más cara del cine mudo. Y fíjense en el lema publicitario: «¡La película que todo cristiano debería ver!». Otro decía que «la gran década de progreso del cine (1915-1925) había tocado su cima». Las cosas como son: la carrera de cuadrigas es espectacular. Tanto que el ‘Ben Hur’ de 1959, el famoso, se limitó a copiarla.
Van a pensar que estoy loco, pero les propongo un juego, gracias a las maravillas de la técnica: vean las dos a la vez. Caben simultáneamente en la pantalla. Total, la gente se traga las motos el domingo por la mañana sin decir in pío. Es perfecto, porque el de 1925 es mudo, sólo tiene música, y el de 1959 es mudo, se rodó sin sonido, y sólo tiene ruidos. Bueno, pues sincronicen las salidas, aprieten el botón y que gane el mejor:
¿Qué les parece? Seguro que pensaban que el de colorines le daría mil vueltas al original. Pues no, el de 1925, con Ramón Novarro, ‘latin lover’ mexicano rival de Valentino, no ha sido superado. Marcó el patrón y hasta George Lucas ha vuelto a copiarlo (homenajearlo se dice) en ‘Star Wars Episodio 1’ (Star Wars Episode 1, The Phantom Menace, 1999). La aportación del de 1959 fueron los peces cuentakilómetros, que de pequeño me encantaban, y las ruedas con pinchos, que me gustaban más todavía. La carrera muda se rodó en los estudios Culver de la Metro en Los Angeles, la moderna en Cinecittà. Sin embargo, hay un secreto que explica el realismo portentoso de la peli muda. Tras una primera prueba vieron que las cuadrigas iban pisando huevos. Normal, a ver quién se jugaba el tipo. ¿Solución? Ofrecieron 100 dólares al que ganara y entonces corrieron que se mataban. Es decir, fue una carrera de verdad. Por eso es tan difícil de igualar. Pero allí hubo de todo, y no en 1959, pese a lo que diga la leyenda de que murió uno y tal y cual. El accidente tremebundo que se ve en la película de 1925 es real y desde entonces, otro hito pionero de la saga, se impusieron ciertas reglas éticas en los rodajes y los contratos.
Podemos seguir tirando del hilo: ¿Saben quién era el director de la segunda unidad en la peli muda de 1925? William Wyler. Cuando él se lanzó a hacer su película encomendó la carrera a otra segunda unidad, dirigida por Andrew Marton, un especialista. De ayudante tenía a un chaval llamado Sergio Leone. Aquí aparece en nuestra historia otro personaje fantástico, Yakima Canutt, el jefe de los ‘stunt’ y unánimemente reconocido como el mejor de la historia del cine. Era el habitual de John Ford. Miren lo que hacía en ‘La diligencia’:
Algún día harán una película de Yakima Canutt, campeón de rodeos pasado al cine. Aunque el proyecto quizá es inviable porque habría que repetir, otra vez, la escena de la carrera de cuadrigas. En el ‘Ben Hur’ de Wyler quien hacía de ‘stunt’ era su hijo. Es el que dobla a Charlton Heston cuando sale despedido hacia adelante y logra mantenerse agarrado. Fue un accidente real ocurrido en el rodaje en el que se salvó milagrosamente, pero salió tan bien que se quedó en la película. Llevó dos años preparar la famosa carrera.
Salvo algunos planos de estudio, ‘Ben Hur’ se rodó íntegramente en Roma y alrededores, como Frosinone o Neptuno, transformados mágicamente en Nazareth o el desierto egipcio. Hay mil historias de la película, naturalmente. El papel protagonista se lo ofrecieron a Burt Lancaster, que lo rechazó porque era ateo, y a Paul Newman, que no se veía en túnica porque era de piernas enclenques. Pero a mí la que más gracia me hace es pensar que Leslie Nielsen, el mítico doctor de ‘Aterriza como puedas’ (Airplane!, 1980, Abrahams, Zucker, Zucker) fue uno de los candidatos para interpretar a Mesala, luego encarnado por Stephen Boyd.
¿Y el Circo Massimo real, donde se hacían estas carreras? Ahí sigue, y alguna vez he ido a darle patadas a un balón entre pedruscos milenarios. Cabían 250.000 personas. Es increíble, pero no tanto como ahora, pues cuando hacen manifestaciones allí aseguran que son hasta tres millones. La grandeza de la leyenda de Roma no hace más que crecer con el tiempo.