Retomando lo de los floreros, el sábado fue la final de Miss Italia. Ganó la número 97. Cuando se ven estas cosas en el extranjero, como me pasó a mí -estaba en Lourdes- el efecto es aún más impactante -y eso que ya estaba en Lourdes-. Uno se las encuentra entre la BBC y los documentales de Arte. Los canales internacionales retratan despiadamente a cada país ante el mundo entero. Y con TVE no digamos: Cine de barrio, culebrones, locutores de esos que gritan y corren entrevistando a vecinos trogloditas o se meten en cocinas de restaurantes…
Pero Miss Italia merece verse como filón sociológico. Acontecimiento nacional desde hace décadas, en realidad es una exaltación de la familia y la tradición. Cada chica va siempre con su madre, el novio y hasta la suegra, que la animan con palabras de orgullo desde el público, como si estuviera ante unas oposiciones de juez. Siempre las interrogan y no fallan una respuesta: son el modelo perfecto de lo que debe ser una buena chica, esposa y madre de familia. Una, incluso, contó con toda normalidad que su padre no la deja volver de noche a casa, y eso con 23 años. Claro, otra cosa es lucir a la niña en la tele. Casi nunca hacen nada concreto, salvo ser modelo o querer ser periodista. Todo el mundo quiere vivir del cuento.
Cada año caen las audiencias porque no es como antes. Ya hay tipas despampanantes en bañador o menos en cualquier cadena a cualquier hora del año. Además se hace larguísimo, porque estiran los programas hasta lo indecible, por la publicidad y el suspense. Las chicas bostezaban. En las pausas meten anuncios (redefinidos como consejos) de integradores alimenticios para adelgazar.
A las dos finalistas les preguntaron su pensamiento preferido. Una: “Carpe diem”. La otra: “Cuando deseas una cosa, todo el universo conspira para que lo consigas”. Les preguntaron por los defectos de la otra y no veían ninguno. Sobre los propios mencionaron la sensibilidad. Adorables. Por fin llegó el veredicto con un fondo de efecto de llamas y la música de ‘La muerte tenía un precio”.
En fin, el argumento definitivo contra Miss Italia es que esta chica de aquí abajo se presentó y no ganó:
Sinopsis: Como en otras ocasiones, siempre pasa con el buen cine, no hay mucho que explicar. Esta legendaria escena es del maestro Vittorio De Sica en la película ‘Ieri, oggi, domani’ (1963, Ayer, hoy, mañana), ganadora del Oscar al mejor filme extranjero en 1965. Ah, los aullidos de Mastroianni… Pocas veces se ha llegado a esa simbiosis del personaje con el espectador. Pero si pueden vean la película entera. Es a episodios, como muchas joyas del cine italiano, y retrata el ayer, el hoy y el mañana de Italia a través de historias en tres ciudades: Nápoles, Milán y Roma. La idea de fondo es que todo sigue igual. El primero fue escrito por Eduardo De Filippo, el Shakespeare napolitano, el segundo por Alberto Moravia y el último por Cesare Zavattini. En fin, otra obra maestra.
Sofia Loren concursó en Miss Italia en 1950, pero ganó una tal Maria Bugliari. ¿La recuerdan? ¿No? Pues no se preocupen, nadie se acuerda de ella. Hizo alguna película y desapareció. En cambio, la Loren (como dicen en Italia) además de ser guapa es una fuerza de la naturaleza y una de las más grandes actrices del cine mundial. Todas las aspirantes de Miss Italia del otro día la citaban como modelo, pero anda que no les queda nada…