Por su interés, como decían en el ABC, y a modo de anexo del capítulo anterior, referimos lo ocurrido anoche en ‘Porta a Porta’, el programa jabonoso de Bruno Vespa, que ayer empezaba la temporada.
Es el programa escaparate de Berlusconi y sus ministros, donde van cuando tienen algo que decir, porque la tele es más eficaz y democrática que el Parlamento, eso lo sabe cualquiera. Berlusconi pide hora, pontifica un rato, hace chistes y se va. Cuando no hay políticos rellenan el espacio con el análisis de algún crimen sangriento o lo dedican a la primera chorrada que se les ocurre. Pero con una condición: debe tener una excusa para poder sentar chicas en la tertulia y hacer tomas verticales desde los tobillos. En este sentido su fantasía es ilimitada. Por ejemplo, si se habla de deporte llevan a la novia o ex-novia modelo de un futbolista.
En fin, que el primer acto público de Miss Italia tuvo lugar en ‘Porta a Porta’. Demuestra que tan trascendental cargo ya le ha convertido en una personalidad importante, para quien no creyera en la importancia de Miss Italia. De hecho fue invitada con el primer ministro, Silvio Berlusconi. Eso sí, primero apareció Berlusconi, que hizo algunas reflexiones sobre el drama de Alitalia, ese pequeño problema que tiene el país, y los temores de rebrotes de fascismo.
Luego ya se pasó a las cosas serias, entraron las chicas. Miss Italia hizo algunas valoraciones de peso sobre la reciente reforma educativa del Gobierno de Berlusconi, que le parece bien, y en el plano personal, dijo que debe de ser un placer tener a Berlusconi de abuelo. Sonrisas y chascarrillos. Sentados juntos parecían los reyes de Italia en una recepción. Berlusconi en estas situaciones siempre es un tío majete.
Pero no se acabó ahí. No se sabe por qué, pero luego entró la campeona de esgrima, Valentina Vezzali, disfrazada de combate. Más bromas. «A usted si que le dejaría tocarme», le dijo con un juego de palabras sobre su disciplina. Risas. Vespa (al fondo en la foto) se llevaba las manos a la cabeza. Es que estas cosas son de un picante que ya ya. Y así, entre una cosa y otra, transcurrió una agradable velada de televisión, política y señoritas.