Regreso tras dos semanas de ausencia y encuentro comentarios agrios de lectores enfadados, tan enfadados que parecen españoles, pero son italianos. Todo parte de un malentendido: piensan que no me gusta Italia, pero yo la adoro. Como los propios italianos que la critican, que son muchísimos, aunque también ellos se enfadan a veces cuando son los demás los que lo hacen. Lo comprendo. Por lo demás estoy de acuerdo en todo: Italia es mejor que España en muchas cosas (así que se pueden imaginar lo que pienso de España) y lo que yo hago no es trabajar, por eso lo hago.

Así que, por favor, que nadie se enfade. Yo no sé qué tiene Internet que la gente se cabrea con enorme facilidad y le va la marcha. No tengo ningún problema en reírme de los españoles o los esquimales, esto no es un concurso, pero es que el blog va de Italia. Estaría bien que los posibles lectores italianos aprovechen para reírse de España, por comparación, o contar cómo la ven ellos. Son bienvenidos.

En fin, para ahuyentar la solemnidad de las grandes diatribas y poner las cosas en su sitio creo que es el momento de echar mano del inmenso Ugo Tognazzi, uno de los muchos italianos geniales. En esta película también él llamaba trabajo a cualquier cosa, vivía del aire, demuestra la capacidad de ser artista en todo y lleva el estilo hasta sus últimas consecuencias.

Sinopsis: ‘Il petomane’, increíble filme de 1983, se basa en la historia real de un tipo francés de los años 20 que hacía espectáculos de pedos. Tras aclararse la voz, explica: “‘Pedómano es aquel que tiene la facultad de emetir aire a su placer y voluntad, naturalmente sin molestia alguna para el olfato de los demás ¿Alguien quiere subir a comprobarlo? Bueno, quiere decir que creerán mi palabra”. Luego comienza una disquisición sobre las diferentes clases: “Cada pedo tiene su personalidad, su psicología, su ruido social, digamos que el pedo se nos parece un poco, es como nuestra alma”. Representa entonces a un señor noble, un humilde conserje, un tartamudo, un cardenal, una esposa en la primera noche de bodas (luego, al día siguiente y algunos años más tarde), un general, alguien que en el tranvía echa la culpa a otro, un peatón con prisa, otro que lo aborda para que le cambie la calderilla por un billete grande, una señora que intenta taparlos con golpes de tos, el panadero… Y aquel que cree que hace una cosa pero hace otra.