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El primer chino en la Luna

Zhizhi pelea por la posición con su compatriota Yao Ming en un partido de su etapa en los Clippers./ Zhizhi pelea por la posición con su compatriota Yao Ming en un partido de su etapa en los Clippers.

Se retira Wang ZhiZhi, el pionero del gigante asiático en la NBA

Zhizhi pelea por la posición con su compatriota Yao Ming en un partido de su etapa en los Clippers.

Zhizhi pelea por la posición con su compatriota Yao Ming en un partido de su etapa en los Clippers.

Hubo un tiempo en el que la puerta de acceso hacia la NBA estaba cerrada para todo aquel que no tuviera pasaporte estadounidense o hubiera pasado por el filtro de la NCAA. En la década de los 80, entre clásicos como Kareem Abdul-Jabbar, ‘Magic’ Johnson, Larry Bird o Julius Erving aparecieron nombres de orígenes novedosos y sorprendentes hasta entonces, como los del nigeriano Hakeem Olajuwon, los alemanes Detlef Schrempf y Uwe Blab, o los del enorme sudanés Manute Bol. La llegada de europeos sin pasado universitario era prácticamente una utopía. Sólo Georgi Glouchkov y Fernando Martín se atrevieron a cruzar el charco para pasar del estrellato en sus clubes de origen a calentar el banquillo en la liga americana.
Si en el Viejo Continente la diferencia de nivel parecía abismal, en Asia se miraba hacia Estados Unidos desde una distancia sideral, la existente entre hombres y dioses. Imaginar a un jugador de esos lares integrado en alguna de las franquicias de la NBA resultaba tan increíble como viajar a la Luna. Además, aquellos países que podían contar con algún representante con posibilidades remotas de alcanzar la meca del baloncesto solían contar con regímenes políticos restrictivos que eliminaban  cualquier sueño de tocar el cielo con las manos.
Por eso, cuando Wang Zhizhi fue elegido en el puesto 36 por los Dallas Mavericks en el draft de 1999 sonó tan inverosímil que parecía mentira. El Bayi Rockets, el equipo del Ejército Popular de Liberación, retrasó su salida pero, a pesar de la condición de militar de la torre pekinesa, los esfuerzos de la diplomacia de la franquicia tejana tuvieron su recompensa dos años después. La NBA se marcó como objetivo empezar a destapar un mercado de más de 1.350 millones de clientes potenciales que se abría al capitalismo con un hombre que ejerció de cerrajero y rompió el candado de la puerta que un año después atravesó el gran Yao Ming. El enorme pívot de los Houston Rockets -que disfrutó de una exitosa carrera pese a los problemas físicos que le obligaron a una retirada prematura- fue el encargado de fijar definitivamente la mirada de sus compatriotas en la competición del otrora gran enemigo político. De hecho, los millones de votos del público chino convirtieron su presencia en el quinteto titular de la Conferencia Oeste en el ‘All-Star’ en algo habitual e inevitable.
Sin embargo, Zhizhi fue el primero, el pionero en cambiar su cómoda posición en la liga del gigante asiático por la incertidumbre de Estados Unidos, en abrir un camino que luego siguieron el propio Yao, Mengke Bateer, Sun Yue oYi Jianlian. Cinco campañas le duró la aventura, repartidos entre Dallas, los Clippers y los Heat, y con unos más que discretos registros de 4,4 puntos y 1,7 rebotes en apenas nueve minutos por partido.
Durante este periodo en la NBA, Zhizhi decidió no acudir a la llamada de su selección para participar en torneos menores porque consideró que eran incompatibles con la temporada americana. El conflicto que se desató acabó con la expulsión del equipo nacional durante casi un lustro y el pívot pasó de ídolo a desertor.
El castigo le fue levantado cuando en 2005 decidió regresar a su país y al club de su vida -con el que ganó siete ligas-, en donde recuperó su papel estelar y acumuló méritos para formar parte del combinado que actuó como anfitrión en los Juegos Olímpicos de Pekín en 2008.
Venerado en sus últimos años como uno de los mejores jugadores de la historia de China, pese a su pobre trayectoria en Estados Unidos, puso punto y final a una carrera que se prolongó durante dos décadas coincidiendo con la conclusión de la fase regular de la competición local. Se despidió hace un mes, con sus Rockets (un grande venido a menos que finalizó penúltimo la campaña) y ante un pabellón abarrotado por 10.000 aficionados volcados en rendir pleitesía a su tótem ya eterno.
Zhizhi sumó 14 puntos y capturó seis rebotes en su última actuación pero no pudo decir adiós con un triunfo (cayó contra el Liaoning Hengye por 72-93) pero el resultado era lo de menos. “Gracias por haber estado siempre ahí”, dijo en señal de reconocimiento a los presentes el que fue el primer jugador de baloncesto chino que alcanzó la Luna.

El baloncesto visto desde el punto de vista del aficionado

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