Circuito de Jerez. 11:34 horas del domingo cinco de mayo. Una bandera roja, la segunda en dos grandes premios, da por finalizada la carrera de Moto3. Hay triunfo español, con Maverick Viñales primero y Luis Salom segundo tras la caída cuatro vueltas antes de Álex Rins.
A la misma hora, en el mismo trazado, en una escapatoria yacía inerte un piloto semidesconocido. Alan Techer. Había perdido el control de su moto, que se estampó contra el muro y no se movía en la escapatoria donde hasta tres coches médicos intentaban atenderle en primera instancia.
Cuando sonaba el himno español por primera vez en Andalucía esa mañana, el rider francés estaba siendo intubado sobre la gravilla. Consciente, como se apresuró magníficamente a informar la organización, y totalmente fuera de peligro merced a la rapidez de actuación de los doctores.
Valoramos muchísimo los aficionados el ímpetu de Moto3. Siendo todavía 125 hemos vivido una macroevolución en esta categoría que ha llegado a colocarle al nivel de sus ‘hermanas’ mayores en espectáculo y emoción. Desde Faubel, Márquez, Terol, Gadea, Viñales, Espargaró y compañía ha valido mucho la pena seguir los últimos años sus carreras. No en vano Rossi no se pierde una desde el muro.
También te da fácilmente una hoja de ruta de quién dominará en el futuro, qué sorpresas esperan en cada edición del Mundial, quién puede ser rápido pero problemático y hasta de dónde puede empezar una leyenda. Es una categoría llena de ambición. De ganas. De entusiasmo. Y de competitividad.
Puedo entender que los pilotos celebren su victoria. Ellos van encima de su moto. No saben por qué se para la carrera. Y los monitores daban el aviso ‘piloto OK’. Pero llama mucho la atención que sus equipos, viendo lo que veían por la televisión, no frenen ligeramente la euforia. Siendo conscientes de que seguía habiendo un piloto en el suelo y que el sentir de la gente en Jerez (sólo había que ver los comentarios en las redes sociales y la ovación que se llevó la ambulancia) estaba más con Techer que con Viñales.
Afortunadamente el galo sólo sufrió un traumatismo craneal del que se recuperará. Y al final quedará un doble podium nacional cuando se analice esta carrera dentro de 10 años. Pero la ambición no debe nublar nunca qué debe ser lo primero. Y, por mucho que seas el ganador de una carrera del Mundial, seguro que podrás celebrar muchas más en tu vida. Pero nunca recuperarás la oportunidad de preocuparte en un momento determinado por un compañero tuyo tirado en el suelo tras haber sufrido una caída. Como podría pasarle a cualquiera en cualquier prueba del calendario.