Es indudable, aunque debatible, que Valentino es el mejor piloto de la historia del Mundial de Motociclismo. Siempre quedará la duda de ver qué hubieran hecho sus grandes antecesores con los actuales circuitos y la mecánica e ingeniería modernas, pero eso va a ser difícil de comparar hasta que no se comience a clonar gente.

También queda claro que Rossi no ha tenido todavía un grandioso rival en MotoGP. Gente de altísimo nivel sí. Pero nunca nadie a la altura de su talento. Hubo gente competitiva como Biaggi. Entusiasta como Gibernau. Sorprendente como Lorenzo. Constante como Pedrosa. Pero ninguno que tuviera la más mínima posibilidad con Il Dottore en plenitud de facultades.

Sin embargo, ya desde hace varios años (incluso antes de sus macro gestas en forma de remontadas) existe el run run en el paddock de la aparición de alguien especial. Un rider joven, al que no le cuesta pilotar rápido, bien aconsejado y rodeado de gente competente. Algo que ha tomado cuerpo en las últimas tres temporadas y que ha desembocado en su prematurísimo salto a la categoría reina.

Marc Márquez tiene todas estas cosas más el aura que persigue a aquellos llamados a hacer historia. No ganó a la primera 125cc pero lo hizo con brillantez a la segunda. Lo mismo ocurrió en Moto2, aunque si no hubiera sufrido sus más que habituales caídas seguramente el título habría llegado en 2011 y no en 2012.

Pero, sobre todo, sin mover un dedo ni hacer una declaración ha sido capaz de que Dorna se diese cuenta que la norma de que un rookie no pudiera subir a un equipo oficial en MotoGP había que abolirla. Pero no por los que puedan venir, no. Sino por él. Única y exclusivamente por él.

Que haya hecho el mejor tiempo en los entrenamientos de Texas no es casualidad. Que esté superando (por su mejor moto, sí, pero también por su mayor capacidad) a pilotos más experimentados en el Mundial como Alvaro Bautista tampoco lo es. Y que se le pueda meter en el cuarteto de favoritos, aunque el foco vaya a la terna Lorenzo-Pedrosa-Rossi, no es ni mucho menos una locura.

Dicen que en la vida hay que ir poco a poco y sin precipitarse. La realidad, pese a lo rápido que va sobre dos ruedas y su temprana edad, es que Marc ha dado los pasos adecuados en los momentos correctos. Tendrá varias ventajas: que el morbo de retorno a Yamaha de Valentino acaparará portadas, que el buen momento de Pedrosa dará esperanzas a Honda o que la pelea de box de Lorenzo será noticia constante.

Por eso, sin la presión inicial de aquellos llamados a ser superestrellas dispondrá de un año de adaptación. Y que nadie se equivoque: preguntes a quien preguntes, todos coinciden en que es ‘la aparición’ de los últimos 30 años. Así que ojo con descartar a un jovencito debutante. Porque si no gana este Mundial será el siguiente. Y el siguiente. Y el siguiente. Y el siguiente…