Comienza la Formula 1 este fin de semana, como casi siempre con el mismo secretismo con el que se maneja a diario el mundo dirigido por Ecclestone: Ferraris que van rápido, Mercedes que parecen haber encontrado por fin la tecla, McLarens que se crecen tras la salida de Hamilton y Red Bulls menos dominantes de lo esperado.

Sin embargo, todas las pretemporadas mantienen similitudes con el otro deporte rey, el fútbol. En ambas hay equipos no campeones que dan la sensación de que éste será por fin su año. Ganan y convencen con sus nuevas incorporaciones y llegan al inicio del ejercicio en una plenitud física y moral que fija los focos en ellos más que en los favoritos de siempre.

Pero, casi cada 365 días, esa gente se va desinflando o simplemente no llega a competir al nivel de los que vienen siendo grandes desde hace mucho tiempo. Y en un mundo tan taimado por las posibilidades económicas y los ingenieros estrella se llevan el gato al agua siempre los mismos. O casi siempre.

Ferrari parece haber dado un paso adelante. Es evidente que el coche no es un desastre como sí lo fue en 2012, pero las prisas en meter evoluciones evidencian que no está tan a punto como se hace creer. McLaren sigue siendo competitivo, pero los problemas de fiabilidad no desaparecen de la noche a la mañana y tendrán que demostrar en la pista si siguen o no existiendo. Y Mercedes siempre fue rápido en los dos años de Schumacher, pero nunca lo consolidó una vez iniciado el calendario.

Pero, sobre todo, Red Bull siempre sorprendió. No necesitan mostrar nada porque han fundamentado sus victorias en esconder sus cartas hasta el día 1, donde desde el primer año de éxitos de Vettel han sabido encontrar los resquicios necesarios para dar un paso más que sus rivales.

Incluso tras la prohibición de los difusores soplados, su gran arma, tuvieron la capacidad de reinventarse y conseguir superar al resto de los coches que habían planificado su estrategia en base a otros parámetros mecánicos y aerodinámicos. Y ganaron el Mundial. Con problemas, con Alonso apretando, teniendo que remontar, sí. Pero volvieron a ganar.

Por eso, en este juego de póker que es la F1 me da la sensación que una vez más Newey va de farol en la pretemporada pero que tiene al menos una escalera para comenzar en Melbourne. Poco ha cambiado respecto a 2012, salvo que los rivales parecen haberse acercado. Pero ellos son los únicos que no se han exhibido en los test. Y eso, con los austríacos, siempre es sinónimo de que la sorpresa está preparada para la primera carrera.

El domingo lo comprobaremos. Se admiten apuestas (y palos si me equivoco en este post 🙂