Cualquier equipo profesional de fútbol, baloncesto, balonmano o hockey hierba dispone de algo tan básico como un médico y un preparador físico. Es fundamental regular la nutrición y la salud de los deportistas, no sólo por su propia seguridad sino porque representan la mayor inversión del club y de ellos dependen los éxitos que pueden llevar a mejorar deportiva y económicamente a una entidad.
Esto, que podría parecer de perogrullo en el deporte profesional, está absolutamente ausente en el mundo del motor. Hay pilotos, sí, que contratan preparadores privados. La mayoría de ellos con planes de trabajo a distancia, porque no suelen vivir ni siquiera en el mismo país. Pero son muy pocos quienes lo hacen.
Mientras, el resto va al gimnasio o corre cuando cree que es bueno. Por no hablar de su alimentación, que en muchos casos de los denominados ‘élite’ deja tanto que desear que les hace corre con un ligero (o no tanto) sobrepeso. Aquí no hace falta que expliquemos cómo uno o dos kilos de más en una moto pueden restar décimas decisivas para ganar carreras o incluso campeonatos.
Los equipos invierten dinerales en el aspecto técnico. Antes más que ahora se pagaba dinero por alquilar una moto que al final de la temporada tenías que devolver al fabricante. Todos tienen sus motorhomes y hospitalities. Ingenieros, mecánicos y personal de logística.
Sin embargo, a la persona que tiene que rentabilizar toda esa inversión la dejas obrar según su criterio, sin saber si es bueno o malo. Le dices cuando acaba un Gran Premio ‘Te veo en dos semanas’. Y no sabes si se entrena bien, si ha reñido con su pareja, si come adecuadamente (hay algunos que incluso comparten sus cenas en redes sociales. O sus salidas nocturnas…) o si ha sufrido una gripe estomacal que le hace llegar con menos fuerzas.
Y así viven todos aquellos que no son Honda o Yamaha o Ferrari o Red Bull o que no tienen pilotos top (en bolsillo y en mentalidad) que se rodean de profesionales. Invirtiendo un dineral que luego apenas ofrece resultados, en lugar de poner el dinero en la persona real que puede hacerte dar el salto de calidad con el que siempre sueñas y que lamentas no conseguir nunca.