Poco puede decirse de lo visto ayer en Malasia, pero mucho va a escribirse de ello a partir de ahora. Más que nada porque, con Alonso tomando una decisión arriesgada y quedándose fuera de carrera en la primera vuelta, todos los focos se centran en los cuatro primeros clasificados, protagonistas curiosamente de la misma circunstancia al cruzar la meta.
El tema de Mercedes fue más claro y ha quedado más difuminado. Primero porque fue evidente que las órdenes del equipo (legales desde la temporada pasada) obligaron a Rosberg a no adelantar a Hamilton. El primero luego le recordó a sus jefes que vayan apuntándose la que le deben, pero luego dijo con una sonrisa que sabe dónde está y lo que eso significa. Punto final.
Pero el de Red Bull coleará mucho tiempo. Primero, por los insultos proferidos por radio entre Vettel, Webber y su muro. Y eso que no hemos escuchado ni el 20 por ciento de ellos, porque la realización de televisión controlada por Ecclestone saca al aire las palabras que le da la gana, no las conversaciones completas.
Segundo, por el careto del australiano en la llegada, en el podio y en sus declaraciones públicas, corneando a un alemán que daba cada vez más la sensación de esta arrepentido de lo que hizo. Más que nada, porque fue él quien intento excusarse micrófono en mano al finalizar la prueba.
Pero, sobre todo, por la eterna pregunta que siempre sobrevuela al Gran Circo y que es trasladable a muchos de los deportes colectivos de élite. ¿Es conveniente juntar dos talentazos en el mismo lugar? Y si lo es ¿debe haber órdenes directas para beneficiar al que en teoría es mejor o hay que dar manga ancha cuando el teórico segundo esté mejor que el considerado primero?
Lo vimos con Alonso y Hamilton en McLaren, donde sus peleas personales acabaron otorgándole casi por sorpresa aquel Mundial a Raikkonen, cuando el británico era el coche más rápido y fiable y tenía sin duda una de las mejores combinaciones de drivers de la historia de la competición.
Es evidente que Vettel es mejor piloto que Webber. Como parecía serlo que Hamilton era superior a Button en Woking. Analizando a priori, todo parece bueno: si no gana uno lo hace el otro, siempre van a conseguir puntos para el campeonato de constructores y en determinadas carreras pueden ayudarse entre sí o frenar a rivales para ir escalando puestos hacia el título.
Sin embargo, la culpa no es suya, sino de sus dirigentes. Los que en las charlas previas al campeonato no dejan claro quién es el jefe de filas. Los que juegan a la ambigüedad rezando desde el muro para que no llegue el momento que vivimos en Malasia, donde ambos se pongan en paralelo de poder a poder y puedan acabar en la cuneta debido a su extrema competitividad. Los que luego les piden explicaciones cuando no han cerrado los términos del acuerdo, aunque en este caso parece que las órdenes sí eran tajantes y Vettel se las saltó a la torera.
Pero la cosa es más difícil de lo que parece. En la época del Valencia de Benítez, Cañizares era el titular y Palop el suplente. El primero jugó sus mejores años y el segundo creció entrenándose cada día para alcanzar al de Puertollano y se mostró a Europa realizando partidazos cuando tuvo su oportunidad. Sin embargo, el tema acabó siendo insostenible y el valenciano puso rumbo a Sevilla, donde se convirtió en referencia y ganó títulos. Algo así como Button en Brawn GP.
En la F1, por ejemplo, el caso de Alonso y Massa es muy evidente, pero conlleva varios planteamientos: ¿Pierde la ilusión el teórico escudero, hasta el punto de no ser todo lo competitivo que podría esperarse de él y restar puntos a la escudería en el Mundial de Constructores? ¿Eso le lleva a no pelear por los primeros puestos por falta de confianza, haciendo parecer que es peor piloto de lo que en realidad es? ¿Hasta qué punto evolucionaría mejor el coche alguien de un nivel superior? ¿Y cuál sería el balance de puntos restados y sumados a su compañero a lo largo de la temporada?
No todo es tan fácil como pueda parecer, aunque hay algo muy evidente: con dos gallos en el corral te expones a la pelea, salvo que dejes muy claro quién copula a las gallinas y quién no tiene derecho de pernada hasta nueva orden. Y eso es función de los equipos. Porque al final, dos pilotos competitivos van a buscar ser el mejor. Y si no fuera así, algo estaría siendo mal gestionado.