El mundo en general, y el del motor en particular, vive tiempos cambiantes. Tanto, que las verdades absolutas de nuestra infancia han pasado a ser absolutamente cuestionables. Si en la vida nunca creímos que cerrarían farmacias o despedirían funcionarios, en las motos parecía que las grandes gestas (más allá de los campeonatos habituales) no eran para pilotos ‘de a pie’.

Si en el automovilismo las pruebas más míticas son las 500 millas de Indianápolis o las 24 horas de Le Mans, en el motociclismo este formato toma cuerpo también en Estados Unidos, con unas 200 millas de Daytona que hace ya muchísimo tiempo que están fuera del imaginario colectivo español.

Solamente una vez, en 1984, se aventuraron los riders patrios a disputar una carrera escuchando previamente el himno norteamericano interpretado por un/a cantante local. Allí comparecieron Ángel Nieto, Carlos Cardús y Sito Pons, todos ellos subidos a un motor de 250 centímetros cúbicos.

Hoy, casi 30 años después y en plenas fechas falleras (del 14 al 16 de marzo), un valenciano retomará el camino de aquellos tres majestuosos nombres. Bernat Martínez se convertirá, además, en el primer español en competir en la categoría reina de la prueba: las Superbike. Motos grandes y potentes. Como les gustan a los yankees.

Todo será nuevo allí para alguien que sin embargo está habituado a competir al más alto nivel. No en vano es subcampeón de España y de Europa de Stock Extreme y Superstock 1000, pero siempre en circuitos ‘normales’. ¿Normales? Sí. Con curvas y rectas y chicanes. No en óvalos, que es donde tendrá que defenderse en apenas una semana.

A sus 33 años y después de haber llegado incluso a participar en el Mundial de Moto2, el futuro se abre para un miembro más de la cada vez más menguante cantera valenciana. Quizá hace una década su edad habría sido un impedimento. Hoy, con Carlos Checa en su mejor momento en cifras de años que hace poco le habrían considerado retirado, puede que se le abra una puerta. El AMA Superbike, al que por ejemplo rechazó irse Héctor Barberà, es un campeonato espectacular y con montantes económicos muy altos para sus participantes. Pero aún nadie se ha atrevido a dar el salto.