Existen dos creencias inamovibles en el mundo del motor de competición: que no hay más campeonato sobre dos ruedas que el Mundial de Motociclismo y que lo propio ocurre con la Fórmula 1 si hablamos de monoplazas. Y, sistemáticamente, todo lo que no huela a ellos es considerado un fracaso o un certamen de segunda.
En el primer caso es especialmente curioso por varios motivos: el principal es, obviamente, la escasez de plazas disponibles. El segundo que la mayoría de los participantes pagan por correr (pagan, no cobran) y el tercero que como te dé por cambiar de una marca a otro necesitas al menos un año de adaptación a la nueva montura si quieres ser mínimamente competitivo.
Quizá las dos primeras razones convertirían a ojos de cualquiera la participación en él como un elemento de alto prestigio. Y, sin duda, lo es. Suyas son las retransmisiones televisivas más seguidas, la exclusividad de una categoría reina con solo dos docenas de pilotos e incluso la tradición, aunque el formato actual naciera de la mano de Dorna.
Y sin embargo, pasar a las Superbike es lo último. Lo peor. O la inminencia de la retirada. Y me explico. El año que viene, si nada cambia, un subcampeón del Mundo como Héctor Faubel correrá el Campeonato de España de Velocidad. Que, con todos los respetos, debería albergar jóvenes promesas. Allí se encontrará con varios ex mundialistas más como Xavi Forés o Carmelo Morales y alguno que caerá a última hora por no tener equipo.
En las SBK, pese a ello, conviven pilotazos (mayores muchos, pero también jóvenes) como Max Biaggi, Marco Melandri, Carlos Checa, Hiroshi Aoyama, Jonathan Rea, Sylvain Guintoly o John Hopkins. Por no hablar de la saga de los Troy Bayliss y Troy Corser, multicampeones ya retirados del espectáculo.
Pero existe algo que, pese a la mayor espectacularidad (viendo el último año de MotoGP, esta afirmación es casi indudable) y los muy buenos sueldos de un campeonato infraexplotado, impide a aquellos que tocaron la ‘gloria’ plantearse dar el salto. Gente como Sergio Gadea probó, con muy mala suerte, pero desapareció del mapa. Rubén Xaus ya no comparece en la parrilla. Talmacsi, vencedor en 125 hace pocos años, ha acabado en Supersport. Y en Stock 600 solo el valenciano Nacho Calero da color español.
¿Hay algo deshonroso en pasarse a Superbike? ¿Significa que tu carrera en el Mundial de Motociclismo está acabada? ¿Sabiendo que los sponsors escasean, por qué son tan pocos los que incluso se plantean irse al AMA, el certamen americano donde un sueldo puede llegar a igualarse a MotoGP?
Demasiadas preguntas que no acabo de poder responder. A ver si en 2013 tengo la suerte de ir realizándoselas a las personas adecuadas.