Se acerca la Navidad y, con ella, una de las citas preferidas por los aficionados al motor de todo el planeta: el Rally Dakar, posiblemente la prueba de resistencia más dura del mundo y en la que más historias épicas se concentran por metro cuadrado de arena de desierto.
Pese a ello, la desnaturalización del evento a raíz de su traslado a Sudamérica ha restado una parte importante de su historia. La del conocimiento al milímetro del terreno. La de la mística de atravesar poblados perdidos en África. Y, sobre todo, la sensación de haberlo conseguido bañándote en las aguas del Lago Rosa.
Hubo, si embargo, una serie de locos que en 2009 se negaron a ceder al chantaje terrorista. Que decidieron que toda su vida se habían preparado para rodar sobre el suelo del continente negro y no sobre el de otro distinto. Que su pasión era más grande que su miedo y que su sueño tenía lugar al sur de España.
Y se organizó en 2009 el África Race. Con el recorrido casi idéntico a la prueba madre. Pero con muchos menos participantes y, sobre todo, con una ínfima cantidad de ‘estrellas’ que atrajesen las televisiones y los patrocinadores que sí arrastra la marca del beduino del desierto.
Quizá por ello muchas personas no sepan quién es José Manuel Pellicer. Desconozcan que fue el primero en llegar ese año al Dakar auténtico y que lo hizo con una sorprendente y desconocida BMW que no dio un problema de más en los mágicos caminos de Senegal y Mauritania.
Es muy cierto que no compitió contra Coma o Després. Que ganó las 12 etapas abriendo camino y sin polvo residual por delante. Que hasta entonces había sido un muy buen piloto pero no una estrella. Y que desde entonces ha obtenido buenos resultados, pero no espectaculares.
Aun así, recorrió las mismas dunas y los mismos kilómetros que los históricos ganadores anteriores. Bien es verdad que en la competencia es donde un deportista demuestra que es o no el mejor. Pero este rally va de luchar contra uno mismo. De ver kilómetros áridos por delante sin saber cuándo terminarás ni cuántas horas podrás dormir. De dejar de pasar la Nochevieja con tu familia por embarcarte en la aventura de tu vida.
Y ahí es donde nadie, absolutamente nadie, podrá decirle nunca a Pellicer que jugó con ventaja.Porque ganó el África Race. O el Rally Dakar. Y por mucha victoria fantasma que fuera, muy pocos en décadas han inscrito su nombre en esas arenas milenarias. Y así lo podrá soñar, noche tras noche, cuando se rememore entrando en las aguas del lago más famoso del mundo.