La nueva temporada de “Prison Break” ha comenzado tal y cómo acabó la última. Prometiendo mucho pero cumpliendo muy poco. Parece como si los productores tuvieran la única pretensión de alargar la serie por motivos publicitarios. Al final quizás languidezca… y acabe por aburrir.
La serie ha cambiado radicalmente de formato. Si en la primera temporada la misión era escapar de la cárcel, una especie de “fuga de Alcatraz”, en ésta los guionistas han tirado del manido cliché del “fugitivo” y todo deja una sensación de “deja vu” que tira para atrás. Encima el nuevo personaje que aparece en esta temporada (fenómenalmente interpretado, eso sí, por William Fichtner) tiene mucho, o casi todo, de personajes anteriores, tan célebres como el de Tommy Lee Jones en “El Fugitivo” o la reivindicable “U.S Marshals”.
Porque la serie sigue cojeando de la misma pierna. Un guión con demasiados huecos y episodios llenos de esa extraña “magia” sin ninguna explicación aparente. Si en la primera temporada Scoffield era un “dios pensante” en ésta le supera incluso el agente federal interpretado por Fichtner. Si a ello le añadimos operaciones quirúrgicas milagrosas y algún que otro rechinante momento nos queda un meollo que tiene toda la pinta de desinflarse en breve.